El juicio político lo pone en marcha la Cámara Baja, pero decide el Senado. Será difícil que se llegue a la destitución, aunque igual puede ser una derrota.
¿Donald Trump será destituido? La pregunta ha sido tomada en consideración varias veces desde que este millonario ha asumido como presidente de los Estados Unidos y han aparecido conductas cuestionadas. Probar los cargos que se pueden levantar contra un presidente es ya de por sí algo notable. Pero todavía más notable es conseguir la cantidad de votos necesarios para llegar a la destitución.
El impeachment debe ser promovido por la Cámara de representantes, con el voto de su mayoría para que, sucesivamente, el proceso siga en el Senado, donde debe recibir el voto de los dos tercios de los 100 senadores. Si es más factible promover la iniciativa en la Cámara, los dos tercios de los senadores son un logro casi imposible. Debe ocurrir algo tremendamente graves que congregue un amplio consenso. El Partido Demócrata controla la mayoría de los representantes, pero es minoría, aunque solo por un voto, en la Cámara Alta. Aunque un solo partido controle las dos ramas del Congreso de los Estados Unidos la destitución es algo extremadamente improbable y es lógico que así sea. De hecho, ningún presidente de los Estados Unidos ha sido destituido a lo largo de la historia. Para evitar el impeachment luego del escándalo de las escuchas telefónicas del caso Watergate, Richard Nixon prefirió dimitir para evitar el escarnio de un juicio político aunque hubiera evitado la destitución.
El intento de los republicanos de destituir al demócrata Bill Clinton por haber mentido acerca de haber tenido relaciones sexuales en la Casa Blanca con una pasante, fracasaron ante el rechazo en la votación y eso, en lugar de afectarla tuvo el efecto de acrecentar la popularidad del entonces presidente. Recurrió además a un tecnicismo: aceptó que hubo una conducta impropia, sin admitir que hubo relaciones por lo que formalmente no mintió. Un presidente estadounidense no puede mentir. Otro intento de destitución fracasó en el siglo XIX.
En su momento, Ronald Reagan evitó la posibilidad de un juicio político porque los militares que contrabandearon armas a Irán (país sometido a embargo) para con ello financiar la guerrilla nicaragüense de derecha (Contra) se asumieron por entero la responsabilidad de los hechos. Como él no tenía conocimiento al respecto, no mintió cuando afirmó que no decidió vender armas a Irán. Nadie pudo creerse eso, como nadie cree que Clinton solo tuvo una conducta inapropiada –pese a que los dos hechos difieren notablemente en su gravedad- pero era fue suficiente para salir airoso de la acusación.
Eso lo sabe muy bien la líder demócrata, Nancy Pelosi, que hasta el momento no avaló ninguna tentativa de impeachmente contra el presidenteTrump, pese a las reiteradas fechorías del mandatario, antes y después del mandato. Para hacerlo se necesitaba algo bastante más grave que ocultar relaciones extraconyugales y haber mentido al respecto.
El tema es que un hecho grave apareció. Aunque no se dispone de la desgrabación de la conversación, Trump aprovechó su poder para insistir telefónicamente ante el presidente de Ucrania que se investiguen los intereses económicos del candidato republicano Joe Biden en el país del este europeo, ante un supuesto caso de corrupción. La conversación es muy explícita y Trump da entender que Ucrania podrá verse beneficiada económicamente si colabora. En efecto, días antes Trump había bloqueado apoyos financieros por centenares de millones de dólares. Eso supone violar la constitución norteamericana, porque implica utilizar el poder del que dispone, para fineselectorales. Biden es el candidato que los sondeos muestran como uno de los favoritos para la carrera hacia la Casa Blanca del año que viene. Pelosi, que es presidenta de la Cámara, consideró que había materia grave para actuar y ya consiguió el apoyo de 218 diputados (todos demócratas) para el impeachment, sobre el total de 435 legisladores. Aunque hay 17 correligionarios que no apoyan la iniciativa o no se han pronunciado todavía, en el papel se dispone de la mayoría de los votos para promover el proceso.
El entorno de Trump ha admitido que se habló con el presidente ucraniano de Joe Biden, lo ha hecho el abogado de Trump, Rudolph Giuliani. Además, circula el memorándum de la conversación que, si bien no es textual, indica claramente el sentido de la conversación. Se espera el texto integral, pero no caben muchas dudas. Un factor clave será el denunciante anónimo que ha disparado el caso y que deberá aparecer para aportar los documentos en sus manos. Alguien que pertenece a la comunidad de la inteligencia y que, posiblemente, luego será expulsado y por siempre de la administración. Ha trascendido que se trata de un agente de la CIA, alguien experto que circuló un tiempo por la Casa Blanca.
Los demócratas saben de los escollos. Pero puede que el intento persigue otro resultado, quizás más al alcance: demostrar que el presidente está convencido de que está por encima de la ley, algo que algunos republicanos incluso promueven conceptualmente, por tanto, usa sus poderes incluso para sus personales intereses políticos. La defensa en este episodio se empantanaría en haber ocultados información y mentido sobre los verdaderos objetivos de la conversación con elpresidente ucraniano. Sería inevitable que salieran detalles del estilo presidencial y eso puede debilitarla popularidad de Trump en vista de competir para un segundo mandato. Disminuirían los votos para él del lado de aquellos que al respecto mantienen algunas reservas respecto del presidente, dando por descontado que el núcleo duro del voto republicano, en realidad, se identifica con el estilo de “patear puertas” donde sea necesario y sin muchas contemplaciones en cuanto al Estado de derecho. Habrá que ver si las sospechas de actos de corrupción por parte del entorno de Biden – está involucrado un hijo contratado por una firma que trabaja en Ucrania- tienen asidero. Y habrá que ver si entre los propios republicanos la mayoría querrá seguir apostando al caballo Trump como ganador de las próximas elecciones. Una merma de apoyos de legisladores republicanos, aunque no se consiga el voto necesario para la destitución sería otra derrota para el presidente.
No caben muchas dudas de que la campaña electoral ha comenzado.