El delicado equilibrio de los ecosistemas: una pequeña variación y sus consecuencias

El delicado equilibrio de los ecosistemas: una pequeña variación y sus consecuencias

El caso de los carpinchos en Nordelta no es único. La urbanización de humedales en el Tigre eliminó la presencia de depredadores y generó una superpoblación de carpinchos.

Esto se conecta con la caza del yaguareté, en Corrientes, que derivó en una superpoblación de carpinchos. Al decir de Pancho Ibáñez, “todo se interrelaciona”. Adelmar Funk, fundador del Complejo Ecológico de América, en el noroeste de la provincia de Buenos Aires. asegura que para entender por qué hay tantos pumas en esa zona hay que hablar del cauce de un río que nace en San Luis. “La alteración de Los Bañados de la Amarga, en Córdoba, para dar lugar a la actividad agropecuaria, logró que se inundaran otras tierras. Cuando secaron parte de ese territorio se generaron inundaciones tremendas en Buenos Aires. Y esas inundaciones formaron enormes lagunas que dieron lugar a nuevos ecosistemas. Favorecieron el crecimiento de vegetación acuática, lo que a su vez atrajo a muchas aves y otros animales. Esa abundancia de presas, atrajo a los pumas”.

La gran presencia de pumas trajo problemas para las personas y para los animales, especialmente para aquellos que buscan refugio en plantaciones que luego son barridas por las cosechadoras, y lastiman a las crías. En la zona del noroeste bonaerense, empezaron a aparecer carpinchos, pero no crecen de manera exponencial porque son depredados por los pumas.

En la urbanización de  Nordelta, la población de carpinchos se reproduce. Ese desarrollo avanzó sobre una zona de humedales y creó nuevas lagunas, generando las condiciones para el desarrollo de estos roedores. Pero, al no haber depredadores naturales, ese ecosistema pasó a estar desequilibrado.

“El rol de los roedores es sobre todo ser las presas de los depredadores. Por eso tienden a reproducirse mucho y, si nadie los depreda, la población crece de manera exponencial”, afirma Sebastián Di Martino, de Fundación Rewilding. La solución en algunos casos es volver a introducir depredadores, pero en los lugares donde no se puede hacer eso, se deben tomar decisiones consensuadas para llegar a un equilibro que facilite la convivencia.

Esto confluye en la necesidad de una ley que proteja a los humedales. El proyecto de ley obtuvo en 2016, luego más de una veintena de modificaciones, media sanción en el Senado y en 2017 quedó cajoneado en Diputados. Los casos que no tratamos, vuelven a golpearnos, con un problema ya no igual, sino acrecentado por el paso del tiempo. 

Fuente:

https://edicionimpresa.lanacion.com.ar/article/281887301394460

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