El príncipe heredero saudita vinculado con terrorismo y conflictos, condecorado por los Estados Unidos, y antes por Francia.
Hay cosas que no dejan de asombrar, o indignar.
El pasado 10 de febrero, el director de la CIA, Mike Pompeo, nombrado en el cargo por el presidente Donald Trump, viajó a Arabia Saudita para entregar al príncipe heredero de la casa real y ministro de Interiores, Mohammed Bin Naief, una medalla como reconocimiento por su rol en la lucha contra el terrorismo, por la paz y la estabilidad internacional. En marzo del año pasado, casi a escondidas, el presidente de Francia, François Hollande, concedió al príncipe saudita nada menos que la máxima condecoración, la Legión de Honor. El problema es que, como sabe cualquiera que seriamente investigue el tema del terrorismo en el mundo, Bin Saief es una pieza clave en la financiación de grupos terroristas y promotor de la guerra. Otra cosa es que la razón de Estado invite a cuidar las expresiones y adoptar una conducta diplomática y prudente.
El actual nivel de espionaje alcanzado por los servicios de inteligencia impide que gobiernos como el de Washington y las principales potencias militares del mundo puedan ignorar quién es quién en el mapa del terrorismo y de los conflictos armados.
De hecho, el periodista italiano Fulvio Scaglione nos recuerda, en un artículo publicado en su sitio web, que entre los documentos filtrados por WikiLeaks (sitio criticado no por mentir, sino por revelar material reservado) en 2009 aparecen mails de la entonces secretaria de Estado, Hillary Clinton, en uno de los cuales afirma: “Arabia Saudita sigue siendo una base decisiva de soporte financiero para Al Qaeda, los talibanes, Lashkar-e-Taiba y otros grupos terroristas… es un desafío infinito convencer a las autoridades sauditas a encarar el tema de la financiación de terroristas que nace en ese país”. Lo que no impidió que el Gobierno del Nobel de la Paz Barack Obama, pocos meses después suministrara al país árabe armamentos por 62.000 millones de dólares.
La administración Obama siguió recibiendo información respecto de las implicaciones de la casa saudita con el terrorismo y el conflicto en Siria. Otro mail conocido a través de WikiLeaks reporta lo que Hillary Clinton como candidata escribía en 2016 acerca de volver a los planes de apoyo a los grupos rebeldes en Siria (varios de los cuales se identifican con Al Qaeda) y “mientras avanza este operativo militar debemos usar nuestras herramientas diplomáticas y las tradicionales de la inteligencia para presionar sobre los gobiernos de Arabia Saudita y Qatar que siguen brindando ayuda financiera y logística en modo clandestino al Isis y otros grupos radicales sunitas”.
Nadie ignora cuál es el rol de Arabia Saudita (y Qatar) en todo el entuerto del conflicto sirio, como en la aparición de grupos terroristas en Medio Oriente y en varios otros países donde se pretenden instalar gobiernos inspirados en el radicalismo islamista. Así como nadie ignora el inmenso poderío económico de este reino: sólo en los Estados Unidos tienen invertidos 750.000 millones de dólares, pero podemos encontrar cuantiosas inversiones en gran parte de Europa. Lo que le ha valido un culpable silencio cuando el reino saudita se hizo con la jefatura del Comité de la ONU por los Derechos Humanos, pese a los cientos de sentencias de muerte ejecutadas en su territorio, también por motivos religiosos.
Donald Trump anunció durante su campaña que su política exterior sería otra y criticó ásperamente a su adversaria Hillary Clinton por su vinculación con la casa real saudita. Otorgar una tan hipócrita medalla al príncipe Bin Naief ¿es fruto de una decisión de Barack Obama antes de finalizar su mandato? ¿Trump no pudo o no quiso evitar concederla? ¿O, acaso, el aparato militar e industrial (que vincula poder político y poder económico en el país) es tan poderoso que hace y deshace por encima de la Casa Blanca? En todo caso se trata de una pésima noticia. Y una bofetada para las víctimas inocentes de la guerra y del terrorismo.
Para más información suscribite a digital.ciudadnueva.com.ar o a la versión papel en ciudadnueva.org.ar/revista/suscripciones.