Trump vuelve al unilateralismo y bombardea Siria

Trump vuelve al unilateralismo y bombardea Siria

Una andanada de misiles ha arrasado con una base aérea siria en represalia del supuesto ataque químico de esta semana. La ONU dejada a un lado, los aliados solo fueron avisados. Los yihadistas deben estar celebrando.

La decisión del presidente Trump de bombardear una base aérea siria como represalia por el ataque con armas química que días atrás ha provocado un centenar de muertos, entre ellos 28 niños, abre la puerta a un futuro tan imprevisible como el propio mandatario de la principal potencia global.

La base tenía una función estratégica en repeler el avance de los yihadistas en territorio sirio, grupos vinculados al Isis, a Al Qaeda y a su filial en Siria Al Nousra y que ahora se beneficiarán de la debilitación de las fuerzas aéreas.

En primer lugar, se ataca militarmente un país soberano con el cual no hay un conflicto armado y sin recurrir a la ONU, sin haber producido pruebas contundentes que demuestren la responsabilidad del gobierno del presidente Asad con el crimen del que se lo acusa. Esta vez, como hace casi 4 años atrás, la Casa Blanca dijo que disponía de pruebas irrefutables que no mostró. En 2013, como ya explicamos en estos días (Bombardeo químico en Siria: una versión que deja dudas), el presidente Barack Obama también afirmaba disponer de pruebas irrefutables, que tampoco mostró, sobre el bombardeo químico en Ghouta, cerca de Damasco, que provocó 1.400 muertos. Sin embargo, más tarde, tanto el Instituto Tecnológico de Massachussets, como el organismo que vigila el no uso de armas químicas, el OPWC por su sigla en inglés, demostraron que el crimen provino de facciones yihadistas presentes en la zona.

En este caso, las dudas son muchas también porque la fuente de la información ha sido principalmente el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, afín a los yihadistas y retomada por Reuters pero sin ulteriores confirmaciones. El gobierno de Damasco sostiene que muy posiblemente en el bombardeo aéreo, que existió, se hizo blanco en un depósito de sustancias químicas que provocó una nube letal. Y que no hay razones para atacar con esas armas zonas pobladas, puesto que además el gobierno ya entregó en su momento su arsenal químico, el que fue destruido. Lo que da paso a una pregunta clave: ¿cómo es que los yihadistas fabrican armas químicas? Hay reportes que desde hace tiempo señalan esta posibilidad. Y los gobiernos aliados de los Estados Unidos los conocen.

Trump emboca el camino peligroso de un ataque que beneficia a los yihadistas y debilita al país atacado y vejado por grupos criminales que se escudan tras la religión y la lucha por la libertad para practicar una vulgar actividad mercenaria. Lo hace en modo prepotente y arrogante, su estilo, y reeditando un unilateralismo que la gestión de Obama, pese a sus muchas ambigüedades, había tratado de superar. ¿Cómo puede reaccionar la comunidad internacional, cómo podemos hablar de derechos si los pisoteamos de múltiples formas, cómo se puede analizar seriamente una situación cuando se usan argumentos dudosos y no demostrados, cómo podemos hablar de paz cuando fomentamos guerras? Trump no toma en cuenta ninguna de estos interrogantes. Simplemente decide y actúa. Las consecuencias vienen después. Y vendrán.

 

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