Presionado por el repudio mundial, el presidente de los Estados Unidos aceptó abandonar una actitud inhumana, aunque muestra no haber entendido la razón.
Luego de dar marcha atrás a la medida de separar a padres e hijos interceptados al ingresar ilegalmente a Estados Unidos, ante el rechazo mundial cosechado por Donald Trump, el presidente dio la orden de reunir a las familias en bases del ejército. Se estima que serán más de 2000 los núcleos familiares que deberán ser reunidos.
Trump no renuncia a su idea de levantar un muro en la frontera con México y mantener una “política muy dura”. Sigue calificando a los demócratas de “extremistas que quieren fronteras abiertas” y ataca ferozmente a México. “No hace nada por nosotros excepto coger nuestro dinero y mandarnos drogas. Podrían arreglar esto en dos días”, dijo del país vecino, al que acusó de alentar la inmigración hacia Estados Unidos.
Mientras tanto, el Pentágono está realizando los preparativos para recibir en bases militares hasta 20.000 niños inmigrantes que lleguen solos al país. Obama dispuso en 2014 acoger de este modo a unos 7.000 menores.
Aunque le eche la culpa a la oposición demócrata, lo cierto es que dentro de su partido republicano Trump encuentra divisiones que le impiden dar rienda suelta a su estrategia de hombre fuerte, capaz de tomar las decisiones oportunas con base en su intuición política. Este jueves sufrió un nuevo revés luego de que las diferencias en su partido no permitieron avanzar con las medidas legislativas que él exige para limitar tanto la inmigración legal como ilegal y además dotarlo de fondos para construir el muro fronterizo.
Trump acusa a la inmigración de “infestar” el país, haciendo leva en los peores sentimientos racistas, y culpando de ello a la oposición demócrata, sin percibir el rechazo creciente que producen sus posturas políticas ni el dilema ético que supone separar a las familias en modo tan inhumano. La marcha atrás a la que fue obligado no supone para nada que haya comprendido su equivocación.
El debate en el Congreso gira en torno al tema de los inmigrantes. Los sectores más conservadores de los republicanos quieren cumplir con las promesas de Trump durante la campaña electoral de restringir el ingreso y la permanencia de indocumentados. En noviembre habrá elecciones para renovar parte del Senado y de la Cámara de Representantes y este sector no quiere desilusionar a su electorado, al que han convencido de que sus males dependen del ingreso de inmigrantes. Los más moderados entre los republicanos están más abiertos a mitigar esta política, por ejemplo, a la legalización de los que llegaron al país siendo menores (los llamados dreamers). Aunque los proyectos de leyes más restrictivas avancen en la Cámara, en el Senado deberían contar con el improbable apoyo de nueve demócratas. Pero el tema de fondo es la falacia de los argumentos con los cuales se pretende estigmatizar la inmigración en un país de inmigrantes, comenzando por la familia del propio Trump.