Francisco recibe a los miembros del Movimiento en el 80 aniversario de su nacimiento. Exhorta a un “compromiso por la paz”, recordando la inspiración de la fundadora Chiara Lubich durante la Segunda Guerra Mundial: “El mundo sigue necesitando constructores de fraternidad. La guerra no se acaba, todos pierden, sólo ganan los fabricantes de armas”. La invitación a cuidarse de la mundanidad espiritual siempre al acecho.
Todo empezó durante la guerra, cuando el 7 de diciembre de 1943, en Trento, en plena Segunda Guerra Mundial y en vísperas de la Inmaculada Concepción, Chiara Lubich pronunció su “sí” entregándose totalmente al Señor. Y sigue siendo una guerra, o mejor dicho, las muchas guerras que desgarran el planeta las que acompañan el 80 aniversario del nacimiento del Movimiento de los Focolares. Por eso el Papa, al recibir a la presidenta Margaret Karram (“La Cardenala”, dice con afecto), al copresidente, Jesús Morán, y a los demás miembros de la “Obra de María” les exhorta sobre todo a ser “testigos y constructores” de paz.
Hoy, desgraciadamente, el mundo sigue desgarrado por muchos conflictos y sigue necesitando artesanos de la fraternidad y de la paz entre los pueblos y las naciones. Chiara decía: “Ser amor y difundirlo es el fin general de la Obra de María”; y sabemos que sólo del amor nace el fruto de la paz.
“Lloré en Redipuglia”
Francisco, desprendiéndose del discurso escrito, se dejó llevar por una confidencia personal: ‘Cuando fui en el 14 (2014) a Redipuglia para el centenario de la Primera Guerra, vi aquel cementerio, y lloré, lloré… Cuánta destrucción… Y cada 2 de noviembre voy a celebrar en algún cementerio de aquí, y la última vez en el Cementerio Americano, y vi la edad de los soldados… 22, 24, 18, 30… Todas vidas rotas, todas… Por la guerra.
Y la guerra no termina. Y en la guerra todos pierden. Todos. Sólo ganan los fabricantes de armas. Y si en un año no se fabricaran armas, no habría más hambre en el mundo… Esto es terrible. Debemos reflexionar sobre este drama.
Anhelo de unidad
“Después de dos milenios de cristianismo, de hecho, el anhelo de unidad sigue tomando, en tantas partes del mundo, la forma de un grito agónico que pide a gritos una respuesta”, dijo el Papa en su discurso, en el que recordó el testimonio de Chiara Lubich, sierva de Dios, que escuchó este grito de la humanidad durante la tragedia de la Segunda Guerra Mundial y luego “decidió dar toda su vida para que se cumpliera ese ‘testamento de Jesús'”.
El de Chiara Lubich fue un acto radical de entrega total y de consagración a Dios, surgido de “una inspiración recibida en un contexto absolutamente ordinario de la vida, mientras iba a hacer la compra para su familia”. A partir de ese “sí”, subrayó el Pontífice, se generó “una ola de espiritualidad que se extendió por todo el mundo, para decir a todos que es hermoso vivir el Evangelio con una simple palabra: unidad. Pero unidad significa también armonía: unidad armónica”.
Iniciativas, proyectos, conversiones, vocaciones
Este mensaje ha resonado a lo largo de estas ocho décadas entre los jóvenes, las comunidades, las familias, las personas consagradas, los sacerdotes, los obispos, y también en diversos ámbitos sociales: la escuela, la economía, el arte, la cultura, la información, los medios de comunicación, y especialmente en los ámbitos del ecumenismo y del diálogo interreligioso.
De este modo, han sido instrumento activo de un gran florecimiento de obras, de iniciativas, de proyectos y, sobre todo, de “renacimientos”, de conversiones, de vocaciones, de vidas entregadas a Cristo y a nuestros hermanos y hermanas.
El Papa Francisco indica a continuación algunas “actitudes importantes” para el camino futuro del Movimiento de los Focolares, además del compromiso por la paz: vivir el carisma con fidelidad dinámica, acoger los momentos de crisis como una oportunidad para madurar, coherencia y realismo.
En primer lugar, Francisco invita al Movimiento a “trabajar para que se realice cada vez más el sueño de una Iglesia plenamente sinodal y misionera”, partiendo de las comunidades “favoreciendo en ellas un estilo de participación y corresponsabilidad, también a nivel de gobierno”. La invitación es, pues, a difundir “un clima de escucha recíproca y de calor de familia, en el que nos respetemos y cuidemos los unos de los otros, con particular atención a los más débiles, a los más necesitados de apoyo”. Para ello, es importante tratar la comunicación y el diálogo sincero “de manera especial”, recomienda el Papa.
A continuación, pide “fidelidad al carisma”, sembrar “unidad” llevando el Evangelio y, sobre todo, estar vigilantes. Vigilantes contra la “insidia de la mundanidad espiritual” que “siempre acecha”.
Recordemos que la incoherencia entre lo que decimos ser y lo que realmente somos es el peor antitestimonio: la incoherencia. Atención
“El remedio -sugiere el Pontífice- es volver siempre al Evangelio, raíz de nuestra fe y de vuestra historia: al Evangelio de la humildad, del servicio desinteresado, de la sencillez.
Los cuatro “secretos” de Dios
Por último, un comentario ingenioso entre las risas y los aplausos de los presentes:
Siempre me gusta recordar que están muy cerca del secreto de Dios, de los cuatro secretos de Dios. Dios tiene cuatro cosas que no puede entender: no sabe cuántas congregaciones de monjas hay; qué piensan los jesuitas; cuánto dinero tienen los salesianos; ¡y de qué se ríen los focolares!
Fuente: Vatican News