“Necesitamos una economía en equilibrio”

“Necesitamos una economía en equilibrio”

Entrevista a Ignacio Carballo – El joven docente e investigador especialista en sistemas financieros aboga por una economía sustentable, en la que los pilares sean “los y las que menos tienen”.

Ignacio Carballo no tiene muy claro cuándo ni por qué se despertó en él una vocación y sensibilidad social. Cree que fue un cúmulo de factores, como la crisis de 2001 o un libro de Muhammad Yunus (Nobel de la Paz) que le llegó a las manos “muy temprano”. Lo cierto es que Ignacio, docente e investigador, dedicó su carrera a estudiar las fallas en los sistemas financieros tradicionales desde una óptica de la economía para el desarrollo, y cómo volverlos una herramienta de inclusión social. Es decir, es un trabajador incansable y promotor del concepto de inclusión financiera. “Arreglando esas fallas –explica– estos sistemas pueden ser un motor que permita reducir la desigualdad y la pobreza”.   

–¿Cómo funciona esta idea de “inclusión financiera”?

–Básicamente, entendiendo que los servicios financieros no son solamente una oportunidad para quienes los brindan (las instituciones). También lo son para quienes los consumen. ¿De qué manera? Suavizando sus consumos a través de servicios de ahorro o dándoles la posibilidad de financiar emprendimientos. Se puede mejorar la calidad de vida en los hogares a través de financiamiento para la vivienda, que no implica únicamente la compra de una casa sino también su refacción o ampliación. A través del área de seguros, ofreciendo un paracaídas para cuando la macroeconomía golpea los hogares y, por último, haciendo más eficientes los procesos de pago, transferencias e inversiones. Todo esto, que es bueno para las poblaciones, también lo es para la pirámide socioeconómica en general, porque las poblaciones son quienes sufren mayor volatilidad en los ingresos y consecuencias frente a los shocks económicos. Con un marco de acceso al sistema financiero y su uso responsable, se puede promover el bienestar en los hogares. La agenda de Naciones Unidas 2030 se refiere a esto de manera explícita. Afirma que el acceso a servicios financieros puede promover 5 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de manera indirecta, y otros 6 de manera indirecta.

–En el mundo hay muchos que tienen poco, pocos que tienen mucho. ¿Es esta una diferencia insalvable?

–No creo que sea insalvable, pero sí creo que el estado en el cual todos tienen mucho y tienen lo mismo, no es el óptimo. Tienen que existir umbrales de diferenciación a través de distintos segmentos como el trabajo. Lo que hay que pensar es “unos tienen mucho y otros no tienen lo suficiente”. Y esa palabra, suficiente, es lo que se trata de palear a través de la economía del desarrollo, con medidas como la inclusión financiera. Lo importante es que lo que llamamos pobreza se reduzca a niveles mínimos, y que la indigencia mínimamente desaparezca en el mundo. Eso es lo más valedero. Después, una vez que tengan sus necesidades satisfechas y puedan ver materializados sus anhelos en términos de consumo y producción, ahí en tal caso se puede ir hacia el otro debate.

–En este sentido, ¿el sistema capitalista en sí mismo es el error o su funcionamiento es erróneo?

–Esto se responde con marcos teóricos. Un marco teórico es una propuesta para la realidad, pero no deja de ser eso, una propuesta. Es una opinión. La mía es que el sistema capitalista tiene muchas fallas pero es el mejor que tenemos, y de los que se han probado es el que ha dado mayores resultados. La inclusión financiera no es una vacuna del capitalismo. Es una solución para quienes manejamos un marco teórico que cree que las cosas se pueden arreglar y no necesariamente hay que reemplazarlas. Entonces, la propuesta viene a mitigar las consecuencias negativas del capitalismo, pero sin negar las positivas.

–Si hablamos de una economía inclusiva que contemple el bienestar, el progreso y el desarrollo de las personas, ¿a qué tipo de economía nos referimos?

–Es una pregunta muy abierta y que puede implicar una respuesta muy subjetiva. Todos los modelos de economía prometen eso. Desde mi perspectiva, yo creo que estamos hablando de una economía que no deje a nadie sin acceso a bienes y servicios básicos de subsistencia, y a aquellos bienes que no son básicos pero que permitan cumplir anhelos y llevar la vida que se desee. En ese sentido, no va a existir una única economía o propuesta que cumpla con eso. Sin duda no se ha encontrado la respuesta a tu pregunta, pero si hubiera un consenso estaríamos todos trabajando por ello, ¿no? Creo que algo que a veces uno se olvida de pensar, es que nunca se escribió una teoría general del desarrollo económico, y eso es porque justamente hay muchas aproximaciones pero no existe una que aglomere todas.

–Vivimos en un mundo, y especialmente una región, brutalmente desigual. ¿Hacia dónde apuntamos las responsabilidades?

–Somos la región más desigual, eso es lo que nos caracteriza. Más que buscar responsabilidades hay que buscar soluciones. La brecha de la desigualdad y la pobreza no son cosas que se construyen de la noche a la mañana. Esta región nació desigual, producto de su colonización, que a partir de su independencia promovió la diferenciación de segmentos. Desde entonces hubo muchas decisiones certeras y no certeras que seguramente a largo plazo han llevado a profundizar esta brecha. Hay que leer el pasado para aprender y no cometer los mismos errores en el futuro, pero sabiendo que si lo que nos preocupa es reducir el rasgo que nos distingue en el mundo, tenemos que empezar a trabajar hoy, y no solo para mañana, sino a largo plazo.

–¿Sobre qué pilares debería darse una transición hacia una economía sustentable y que involucre el cuidado medioambiental?

–Creo que los pilares deberían ser, sin duda, los y las que menos tienen. A mí me parece que esa tiene que ser la vara para compararse. Que las poblaciones que han sido relegadas durante tanto tiempo y de manera intergeneracional, puedan mejorar. Es lo que nos tiene que medir y definir. No es el crecimiento del PBI ni otra cosa, sino eso.

–Una economía sustentable implica el desarrollo de una infraestructura que no todos los países pueden afrontar. ¿Cómo debería abordarse para que todo el planeta pueda acompañar esta transformación?

–Si toda la población de la India pasara a tener consumos energéticos similares a los que tiene el habitante promedio en Estados Unidos, el mundo no aguanta. Me parece muy interesante el trasfondo. Esto no es solo un tema de infraestructura sino también de hábitos. Y de amabilidad con el medioambiente, con lo que el Papa llama la Casa Común. Cuando uno habla de una economía sustentable no se refiere a una que no tenga, por ejemplo, aristas extractivistas, sino que sea una economía en equilibrio. Es decir, que lo que se tome de la tierra pueda ser devuelto o hasta mejorarse, y que si esa extracción implica un decrecimiento, entonces no es sostenible en el largo plazo. El cambio de infraestructura y de mentalidad es fundamental, porque lo que se ha mostrado como modelo de éxito en Occidente, no es sostenible para toda la población del mundo.

Artículo publicado en la edición Nº 632 de la revista Ciudad Nueva

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