Nacida en Israel hace 59 años en el seno de una familia árabe-palestina y católica, Margaret Karram es nuestra “amiga” en este número de Ciutat Nova dedicado a las mujeres. Sus respuestas rezuman esperanza, no de “color rosa”, sino cimentada en una gran confianza en Dios y en los hombres y mujeres y avalada por su propia experiencia vital.
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Por Amparo Gómez
¿Qué es lo que más te gusta de tu tierra natal?
¡Me gustan un montón de cosas! En primer lugar, mi ciudad, Haifa, un lugar precioso donde conviven varios pueblos de religiones diversas y esto me ha infundido desde pequeña el sentido de que antes que nada la diversidad es una gran riqueza. Otro sitio que me gusta mucho es el lago de Tiberíades, porque cada vez que voy hago una experiencia profunda con Jesús, siento su presencia en un modo real. Ese es el lago en el que Jesús llamó a sus discípulos y por eso me traslada a la relación con Él que me ha llamado a seguirle, a tener fe incluso durante las tempestades. Es un lugar que dice: “Yo estoy con vosotros, siempre”.
Me encanta también la ciudad de Jerusalén. No es una ciudad fácil para vivir, pero es fascinante: te enriquece su cultura milenaria, de hecho, allí han sucedido muchos episodios del Antiguo Testamento. He vivido allí durante algunos años y ha sido como recorrer un itinerario de fe todo el tiempo. Allí se aprende a vivir en condiciones de conflicto casi cotidianamente, uno lo experimenta en su propia piel. Cuántas veces me he dicho: “¡Yo quiero llevar la paz a esta ciudad!”.
¿Qué querías ser de mayor, cuando eras pequeña? ¿Coincidió con el paso del tiempo?
Quería ser asistente social para ayudar a los necesitados, a las personas con problemas, a quien sufre por injusticias o exclusiones. Después, sin embargo, he hecho otra cosa: he seguido el camino de Chiara Lubich, he estudiado judaísmo, me he comprometido en el diálogo interreligioso y durante algunos años he trabajado también en el Consulado italiano en Jerusalén. No obstante, siento que en la vocación que he elegido me encuentro un poco con todo eso que quería de pequeña y me realizo cada vez que logro poner en práctica la caridad y escuchar a las personas hasta el fondo.
Un libro o una película que te haya gustado mucho. ¿Por qué?
Una película que me ha gustado mucho y que he visto hace poco es Wonder, con Julia Roberts y Owen Wilson. Habla de un niño afectado por un síndrome que le hace muy diferente de los demás. Me han gustado mucho los valores que he encontrado: sobre todo el sentido de la familia; una familia que hace de todo por este hijo, por ayudarlo y tener una vida lo más normal posible, a injertarse en la sociedad, a no ser excluido en la escuela. Después, la amistad, que es de enorme importancia para todos y en particular para quien sufre este tipo de problemas. Además, hay valores como el afecto y el valor de ir más allá del dolor con garra que, para mí, son importantísimos, porque transmiten el mensaje de que es posible superar las dificultades –el acoso escolar, en el caso del chico– y vivir una vida que se convierte en un gran don para los demás.
Pasar por el mundo y dejar alguna huella… ¿Cuál quisieras que fuese la tuya?
Me gustaría dejar una huella de esperanza. ¿En qué?, me preguntaréis. Esperanza en la vida, una vida plena, que nos haga felices de lo que somos. Es cierto: tener ambiciones, apuntar alto, seguir valores elevados es importante, pero lo es igualmente ser felices de lo que somos y creer que la vida que se nos da vale la pena vivirla bien.
La mirada materna de la mujer nos puede salvar de muchos peligros
¿Qué te llevarías a una isla desierta?
Me llevaría un árbol para plantar, porque un árbol lleva vida, puede crecer, ofrece sombra, garantiza la vida en cualquier lugar, incluso en una isla desierta.
Una persona, o dos, que te hayan marcado positivamente.
La primera es Chiara Lubich, la fundadora de los Focolares, que ha influido muchísimo en mi vida, con el carisma de la unidad, el espíritu de la fraternidad universal. La otra es, sin duda, mi madre, porque todo lo que hoy soy se lo debo a ella: mi manera de ser, de comportarme, de actuar.
¿Qué le pides a la vida?
Me gustaría ser un signo tangible del amor de Dios. Quisiera poder amar a todas las personas que encuentro: esta es, a mi parecer, una vida plena, digna de ser vivida.
Eres una mujer. ¿Te hubiera gustado nacer hombre?
La verdad, no. ¡Soy feliz y orgullosa de lo que soy y doy gracias a Dios por haberme hecho nacer mujer!
¿Por qué eres “amiga” de Ciutat Nova (Ciudad Nueva)?
Porque creo en la cultura que el Movimiento de los Focolares tiene para ofrecer, donde se arraiga la red de revistas y editoriales Ciudad Nueva que ha nacido en todo el mundo y que son un medio para llegar a tanta gente, para transmitir los valores del Espíritu; no solo ideas o visiones políticas sino también testimonios e historias de vida de muchas personas que pueden ser de inspiración para muchos. Creo que es muy importante continuar mejorando este medio –tanto en papel como en digital– para continuar traduciendo en vida y transmitiendo un carisma así que tiene el potencial de cambiar el mundo.
NO SÓLO CUESTIÓN DE MUJERES
Creo que la cuestión femenina no tiene que ver sólo con las mujeres, sino con un desarrollo sano, justo y honesto de toda la sociedad. Sin esta visión global, me parecería que estoy viviendo en una sociedad a mitad. En el pasado y hasta hace poco los hombres tenían más un rol de primer plano, mientras que las mujeres estaban más sometidas, esto también según las culturas. Pero en el mundo de hoy veo que las mujeres tienen un gran potencial y ofrecen su contribución también en puestos de relieve, como en los gobiernos y en las iglesias. Basta mirar lo que está haciendo el Papa… en los dicasterios varios lugares clave están cubiertos por mujeres.
MUJERES Y HOMBRES JUNTOS Y DIFERENTES
Existe un designio particular de Dios sobre el hombre y sobre la mujer y juntos se completan; hemos sido creados para realizarlo. Creo que en primer lugar hace falta observar este designio, después, las propias especificidades, pero estamos juntos para realizar su designio; si no fuese así, Dios habría hecho nacer un mundo de mujeres solamente, o de hombres sólo. Hemos de respetar este designio y no podemos pensar en tener las mismas características, porque somos diferentes: cada uno es un don para el otro, si somos lo que tenemos que ser.
UNA MIRADA MATERNA
Como decía Chiara Lubich, la mujer tiene una particular capacidad de saber amar y saber sufrir y de acoger del cielo el carisma más grande que existe, que es la caridad que supera todos los carismas, porque la caridad permanecerá por siempre. Por lo tanto, me parece que la mujer puede llevar esta maternidad, que es específicamente suya; una mirada materna que puede salvarnos de muchos peligros. Una madre crea hogar, abraza a todos, tiene un corazón tan grande que puede contener incluso los dolores más fuertes y sabe perdonar. Esto es lo específico de nosotras mujeres que, si se une a lo propio del género masculino, juntos, ¡tiene la fuerza de cambiar el mundo!
MARGARET KARRAM: A principios de año se ha convertido en la presidenta del Movimiento de los Focolares, presente en 182 países del mundo, cuyo espíritu se puede resumir en el de deseo de poner de relieve la fraternidad universal, la gran familia humana. Lo hace desde los valores evangélicos y con el diálogo como instrumento clave para establecer relaciones con personas de todas las culturas, religiones, convicciones. Una peculiaridad de los Focolares es que, según sus estatutos, al frente del mismo como máxima representante, habrá siempre una mujer.
Artículo publicado en Ciutat Nova de Cataluña.
Fotos: © CSC Audiovisivi