La paradoja de la desnutrición y la mala alimentación

La paradoja de la desnutrición y la mala alimentación

En el mundo hay niños que no comen lo suficiente y otros sufren por exceso de comida o por su falta de calidad. Las intervenciones necesarias.

Son unos 250 millones los niños que tienen problemas de alimentación en el mundo. Pero las causas son diferentes, incluso opuestas. En la gran mayoría de los casos, se trata de desnutrición, es decir, hambre. Si bien este número ha disminuido, eso no ha ocurrido en todas las regiones. Es el caso de por África, donde el hambre sigue haciendo estragos. En el caso del Sur de Asia, el 34,4% de los menores de cinco años, siguen sufriendo de la mala alimentación, con desnutrición crónica. Ocurre en el 33,1% de los casos en África central y occidental, y en el 33,6% del este y sur del mismo continente. En algunos casos, el hambre cobra vigencia en modo encubierto. Los niños no evidencian falta de peso, pero no reciben los minerales y nutrientes necesarios para su desarrollo. En el mundo, son 340 millones los que sufren hambre oculta. El tema de la lactancia materna aparece clave: no se la favorece, las empresas son renuentes a apoyar el periodo de al menos seis meses, como lo recomienda la Organización Mundial de la Salud, luego del parto en los que es fundamental amamantar, por lo que al reintegrarse antes al trabajo se pierde la transmisión de una alimentación más sana.

Pero el aspecto paradojal es que más de 40 millones de niños en el mundo tienen sobrepeso y su alimentación es deficitaria. Recurren a alimentos súper procesados, bebidas con alta cantidad de azúcares, con la aparición de obesidad y diabetes temprana.

Incluso en países africanos como Libia y Egipto, la tasa de sobrepeso en menores de 5 años es muy alta, incluso superior a la de Canadá o Estados Unidos. Paraguay y Bolivia también presentan índices de sobrepeso altos.

Influyen varios elementos. Con frecuencia los menores comen fuera de casa; en los colegios aparecen máquinas expendedoras de alimentos procesados industrialmente. Con alarmante frecuencia es más fácil conseguir una bebida azucarada que una fruta. El 42% de los jóvenes consume a diario refrescos y el 46% frecuenta un local de comida rápida al menos una vez por semana. Estos hábitos son particularmente incidentes. A ellos se agrega la tendencia menor hacia la práctica de actividades físicas y deportes, la vida sedentaria favorecida por los aparatos de la tecnología de la comunicación, los videos juegos.  

Las estrategias son varias. En Chile la ley ha establecido la presencia de sellos visibles que indican alimentos con alto contenido en grasas, azúcares o calorías. Y ha dispuesto que en los colegios no puede haber expendio de comida chatarra. Incluso los vendedores de comida rápida, no se pueden instalar a menos de una cuadra de los colegios. En otros países se avanza en un diálogo entre autoridades y empresas productoras de alimentos para instalar hábitos de más sana alimentación. En otros casos, las propias empresas han tomado conciencia del problema, redirigiendo su actividad hacia alimentos sanos. 

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