El presidente Donald Trump podría ordenar un ataque contra el Gobierno de Damasco. Nuevamente se usaron armas químicas. Pero ¿quién lo hizo?
El presidente Donald Trump anunció que tomará una decisión en las próximas 24 horas acerca de un posible ataque contra Siria. El mandatario de los Estados Unidos está convencido de que el régimen del presidente sirio Assad es responsable de un ataque químico en Duma, en la zona que rodea Damasco conocida como Ghouta.
En el ataque habrían muerto unos cincuenta civiles, se habla de niños y mujeres. Como sucede en estos casos, las fuentes de información son sesgadas. Solo para un observador distraído de los acontecimientos en Siria pueden ser confiables fuentes como el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos, y los Cascos Blancos, involucrados con los yihadistas que desde hace 7 años llevan a cabo una guerra por mandato en ese país.
Por otro lado, se ha filtrado desde hace semanas, la noticia confirmada por varios medios de que se estaba preparando un ataque químico que sería luego atribuido al Gobierno de Damasco. El ataque debería haber coincidido con el atentado en Salisbury de un ex espía ruso con un agente químico que antes era parte del armamento soviético. El objetivo era el de poner bajo una luz negativa el presidente Asad y su aliado, Rusia. Si eso se ha retrasado se debe a dos razones: la primera es que fueron descubiertos en el área de Ghouta dos laboratorios de armas químicas antes bajo el mando de los yihadistas; en segundo lugar, los expertos británicos consultados sobre la proveniencia del agente químico utilizado en Salisbury no confirmaron la tesis de que se trataba del agente químico soviético.
La situación se asemeja a lo ocurrido en Ghouta en 2013, cuando más de mil personas murieron por el uso de armas químicas. El entonces presidente Obama aseguró tener pruebas de la responsabilidad del presidente Assad que nunca presentó. No solo, más tarde el MIT de Boston, los consejeros de inteligencia estadounidenses, un periodista investigativo turco y los mapas satelitales rusos revelaron que las armas químicas fueron disparadas desde posiciones rebeldes contra rivales también rebeldes. Quizás por ello, el presidente norteamericano no dio la orden de atacar, aunque ni él, ni los líderes Occidentales que condenaron la masacre en Ghouta, acompañada por improbables videos del episodio difundidos con mucha ligereza, jamás manifestaron que los hechos tuvieron otra matriz.
Luego de ese episodio, Assad aceptó destruir su arsenal de armas químicas, cosa que ocurrió bajo la supervisión de los Estados Unidos. A todas luces, utilizar este tipo de armamento implica conseguir el repudio de todos los países. La última de las reacciones que busca el presidente sirio. Así como atentar contra un ex espía con un agente químico solo utilizado en su momento por los rusos, equivale a poner la firma a ese atentado. Algo huele mal en estas dos historias.
Una vez más, se ciñen oscuros nubarrones sobre Siria y sobre el mundo. Al borde de un nuevo estallido militar balso la falsa bandera de querer castigar a un régimen canalla. Detrás de las bambalinas, los verdaderos canallas afinan los detalles de su geopolítica, un verdadero reino del revés que se beneficia del principal mito de los medios de comunicación: lo dijo la tv, debe ser cierto.