Gaudium et spes

Gaudium et spes

François-Xavier Văn Thuận (Hue, Vietnam, 17 de abril de 1928 – Roma, Italia, 16 de septiembre de 2002) fue un ser esperanzando(r).

Recibió el orden sagrado en junio de 1953. Desde 1959 fue rector del seminario en Vietnam. A partir de 1967 trabajaría en Nha Trang, logrando incrementar las vocaciones religiosas en Vietnam, e incorporar activamente a los jóvenes en la actividad pastoral.

Su lema episcopal era “Gaudium et spes” (alegría y esperanza). En abril de 1975 es designado arzobispo de Saigon (actual Ho Chi Minh). El foco del buen Francisco Javier estaba enfocado en “La Iglesia en el mundo contemporáneo”. El punto es que su arzobispado coincidió con el fin de la Guerra de Vietnam. Cuando los comunistas llegaron a Saigón le acusaron inmediatamente de que su nombramiento como arzobispo había sido fruto de una “conspiración entre el Vaticano y los imperialistas”. Tras tres meses de tensiones, lo llamaron del Palacio presidencial para ser arrestado. Eran las 2 de la tarde del 15 de agosto de 1975 cuando fue arrestado y encarcelado por trece años, viviendo en aislamiento durante los primeros nueve años. Luchó a brazo partido contra la resignación. Colmó de amor su presidio, tal como contaría después.

En octubre de 1975  empezó a escribir una serie de mensajes a la comunidad cristiana que difundía solapada y artesanalmente, gracias a las hojas de papel que le proporcionaba Quang, un pequeño de 7 años, quien luego llevaba los mensajes a su casa para que su familia pudiera copiarlos y difundirlos. Esta fue la génesis de su libro: “El camino de la esperanza”, al que sucederían  “El camino de la esperanza a la luz de la Palabra de Dios y del Concilio Vaticano II» y, más tarde, el tercero: “Los peregrinos del camino de la esperanza”.

Ejerciendo la libertad desde su presidio

Encadenado, lo llevaron al territorio de su primera diócesis, Nha Trang. La cárcel no estaba lejos de la sede episcopal y para él fue una experiencia dramática. Vivió momentos durísimos, como el viaje en una nave con 1500 prisioneros hambrientos y desesperados, y el el campo de reeducación de Vinh-Quang, en las montañas, con otros 250 prisioneros. Después vino el aislamiento, que duró nueve años.

No pudo llevar la Biblia consigo, entonces, recogió todos los trocitos de papel que pudo encontrar y realizó una minúscula agenda en la que escribió más de 300 frases del Evangelio. Estos versículos fueron su medicina cotidiana, su valioso tesoro del que sacaba fuerzas a diario.

La celebración de la Eucaristía era el momento central de sus jornadas. Celebraba la santa misa en la palma de la mano, con tres gotas de vino y una gota de agua. 

Cuando lo arrestaron le permitieron escribir una carta para pedir a sus familiares las cosas más necesarias. Entonces pidió “un poco de vino como medicina contra el dolor de estómago”. Los fieles comprendieron el verdadero significado de esta petición y le mandaron enseguida una botellita con el vino de la misa y con la etiqueta: “medicina contra el dolor de estómago”

Durante su aislamiento solía celebrar la santa misa alrededor de las tres de la tarde, la hora de Jesús agonizante en la Cruz. Al estar solo, cantaba la Misa en latín, francés y vietnamita. Cantaba también los himnos eclesiásticos y eucarísticos como el Te Deum, el Pange Lingua, el Veni Creator Spiritus. 

Su actitud tuvo un efecto tan profundo en los guardias que los jefes le pidieron que enseñara idiomas a los agentes. Así, sus guardias se convirtieron en sus estudiantes. En las montañas de Vinh Phù, en la cárcel de Vinh Quang, le pidió a un guardia permiso para tallar un trozo de madera con forma de cruz, y este se lo permitió. En otra cárcel le pidió al guardia un trozo de alambre. Temiendo que quisiera suicidarse, el guardia se asustó. Mons. Van Thuân le explicó que quería hacer una cadena para su cruz. Tres días después, el guardia le proporcionó también un par de pinzas y juntos forjaron la cadena. Siempre llevó colgando del cuello esa cruz y esa cadena, también cuando era cardenal.

El 21 de noviembre de 1988 lo llevaron a un edificio donde se reunió con el Ministro de Interior quien le preguntó si tenía un deseo. Mons. Van Thuân respondió que quería ser liberado enseguida: “He estado en prisión el tiempo suficiente, bajo tres pontificados: Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II. Y, además, ¡bajo cuatro secretarios generales del partido comunista soviético: Brezhnev, Andropov, Chernenko y Gorbachov!».

Una vez liberado, viajó a Roma. El 15 de diciembre de 1999 Juan Pablo II le dijo, “En el primer año del tercer milenio, un vietnamita predicará los ejercicios espirituales a la Curia Romana”. Para luego preguntarle: “Tiene en mente algún tema?”.

“Santo Padre, caigo de las nubes, estoy sorprendido. Tal vez podría hablar de la esperanza”, respondió Van Thuân. A lo que el Papa exclamó: “¡Traiga su testimonio!”.

Los ejercicios espirituales de Cuaresma empezaron el 12 de marzo, en la Capilla Redemptoris Mater, tal como escribe en la introducción de “Testigos de esperanza”, y firma el 18 de marzo del 2000. 

“Hoy, en el momento de la clausura de los ejercicios espirituales, estoy profundamente conmovido. Hace exactamente 24 años me sacaron de la residencia forzosa de Cay Vong, para ser sometido a un duro aislamiento en la prisión de Phu-Khanh. Hace 24 años no habría imaginado nunca que un día, justamente en esta fecha, concluiría la predicación de los ejercicios espirituales en el Vaticano.

Hace 24 años, cuando celebraba la misa con tres gotas de vino y una gota de agua en la palma de la mano, no me había esperado que el el Santo Padre hoy me regalaría un cáliz dorado”

Fuentes: https://www.vanthuanobservatory.org/about/es/mission-2/Van Thuan, Francisco Javier: Testigos de esperanza – 7a.ed. 7a.reimp. – Buenos Aires: Ciudad Nueva, 2012.

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