El valor de cada palabra

El valor de cada palabra

¿Qué hacen las palabras cuando decimos? Las palabras nos ayudan a generar vínculos positivos.

Emociones y lenguaje

En la dinámica de la comunicación, el lenguaje es un contexto que nos permite percibir emociones y también exponerlas. Con él, se exploran las emociones, se las expresa y también se las crea. En este sentido, usamos el lenguaje para conceptualizar estados afectivos y para manifestarlos. Y para ello nos valemos de palabras, expresiones, entonación, morfología, usos figurados.

En las interacciones verbales se transmite información siempre “acompañada” de emociones que están en la base de la relación entre los interlocutores. Ellas son una parte importante de los fines comunicativos y en cada situación particular,las palabras cobran significados específicos y además nos ayudan a crear reacciones al ambiente.

Cantidad y variedad de palabras: reflejo de violencias

En este tiempo se evidencia la gran productividad léxica del bullying. El tema de la violencia sistemática de acoso ha cobrado en los últimos años gran importancia en nuestra sociedad. Y el lenguaje lo refleja y lo cristaliza en la variedad de palabras y expresiones que describen explícitamente el tema. Podemos sistematizar más de 450 denominaciones en español. Un ejemplo de esto es la palabra ciberbullying, que alterna su uso con más de diez formas equivalentes o sinónimos que permiten expresar la misma noción. Entre ellas, ciberacoso entre iguales; ciberacoso entre pares; cibermantonaje; cibermatoneo; e-bullying; matonaje online; matonaje virtual; matoneo online; matoneo virtual; online bullying.

Cuidar nuestra imagen como la de nuestro interlocutor

En la relación y la interacción con las personas vamos creando cierta imagen social de nosotros y de los otros. Elegir el lenguaje en cada acto comunicativo nos ayuda a distanciarnos de los que intervienen en la comunicación o a empatizar con ellos, pudiendo crear vínculos de calidad.

Herir con las palabras

Ahora bien, cuando las emociones involucradas en el acto comunicativo son negativas, el lenguaje se convierte en un canal de violencia verbal. En este aspecto, se pueden establecer grados de violencia lingüística de acuerdo con las estrategias utilizadas.

Claro ejemplo son los insultos, que atacan directamenteal interlocutor y ofenden su persona, su identidad. Las palabras ofensivas crean en la comunicación emociones negativas de irritación o rechazo. Es el caso de la siguiente expresión: “Sos un cerdo”. El uso de metáforas degradantes manifiesta cierta relación de poder sobre los participantes de la comunicación.

En las redes sociales hay usuarios que en forma sistemática promueven el odio con comentarios ofensivos o mensajes hirientes. Estas personas se valen de insultos directos, burlas, críticas hostiles, difamaciones para agredir. Los que se ven afectados por este tipo de agresiones, ciberbullying, son expuestos ante sus conocidos, amigos y familiares; pero el alcance del hostigamiento es indefinido ya que puede llegar por las redes a un grupo enorme e indeterminado de usuarios, y hacerlo en cualquier momento.

Desaprobar ideas no implica juzgar al que piensa diferente

La confrontación de ideas y opiniones promueve las relaciones sociales y crea vínculos sanos. Si bien el pensamiento del otro es lo que origina opiniones diversas, no es empático atacar la imagen de la persona ni juzgarla con el fin de expresar un argumento. Por ejemplo, las siguientes frases no dan argumentos válidos para sostener una postura; simplemente atacan a quien piensa distinto: “Los libros de autoayuda son nociones básicas para convertirte en psicólogo y están escritos por charlatanes y pseudocientíficos”. Esa noticia es poco creíble porque viene de autores y politicuchos de medio pelo.

Las bromas

Las bromas y las ridiculizaciones crean humor y generan emociones positivas siempre y cuando contemos con el acuerdo de quien las recibe. Si el blanco de la broma no se involucra con los chistes, se hiere su imagen porque es la causa por la que se siente inferior, torpe o inútil, sobre todo si provoca la burla de otros. Pueden ridiculizarse rasgos físicos o psicológicos: “¡Con tu rapidez mental, finalizaremos el ejercicio en tres meses!” Para que no se convierta en violencia, la burla finaliza cuando la persona afectada lo quiere o lo pide.

Como muestra el ejemplo anterior, el lenguaje puede crear realidades de violencia también con estrategias sutiles, como sucede con las ironías. Estas tienen una apariencia de astucia y transmiten una imagen de simpatía hacia el autor,pero generan distancia con los demás y pocas veces son respondidas.

Violencia verbal y realidad violenta

La violencia verbal puede esparcirse fuera del ámbito del lenguaje y dar lugar a una realidad violenta. Al ver un titular como Inmigrantes y delito, advertimos que se transmite una visión negativa del inmigrante, relacionado con actos delictivos. Sin que el texto afirme que todos los que vienen de otro país sean criminales, al conectarse estas dos palabras en el titular –inmigrante y delito–, el lector deduce o infiere dicha conexión. Esto propaga una idea estereotipada hacia estas personas con la que otras justifican la xenofobia, dando lugar a una discriminación manifiesta. Y esta realidad violenta se crea o siembra a través de las palabras y de las asociaciones que conllevan.

Etiquetar y categorizar tiene consecuencias

Cuando nos referimos a las personas o a sus atributos con etiquetas que expresan categorías, generamos expectativas del comportamiento de los demás. Por ejemplo, si nos dicen que alguien “es una víctima”,“es un ladrón” o “la gente de la calle”, nos haremos una idea de la persona con un perfil fijo que se define en relación con su identidad o esencia. Esto implica cierto grado de violencia en tanto hacen que la persona se defina por el “ser” y no por una situación en la que tiene un rol que es pasajero. Comparemos las expresiones de los perfiles anteriores con otras en las que expresamos acontecimientos sin juzgar a quienes intervienen: “sufrió acoso” o “cometió un robo”, “está o vive en situación de calle”.

Las etiquetas “víctima”, “ladrón”, “la gente de la calle”, “los sin techo” influyen en cómo pensamos y los juicios que hacemos sobre los demás. Es decir que contribuyen a determinar lo que esperamos de ellos y las relaciones que podemos construir dando lugar a prejuicios y discriminación. La estigmatización es una de las condiciones que pueden alentar conductas discriminatorias.

Ser atentos y estar atentos

Como el uso de expresiones violentas tiende a justificar y enquistar comportamientos sociales violentos, pensamos que podemos estar un poco más atentos a las personas en las interacciones verbales y a las palabras.

Si estamos atentos al lenguaje que usamos o al que permitimos, podremos concientizar de un cambio en las actitudes lingüísticas. Si nos sentimos iguales, usemos palabras que muestren la igualdad, expresiones que nos acerquen emocionalmente a los otros y que vayan creando vínculos fraternos acompañados de emociones y sentimientos positivos ·

* Especialista en Terminología. Profesora y licenciada en Letras. Magister en Lexicografía Hispánica por la Real Academia Española.

Artículo publicado en la edición Nº 613 de la revista Ciudad Nueva.

Deja un comentario

No publicaremos tu direcci贸n de correo.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.