A ti, Chile

A ti, Chile

Algunas de las causas de las protestas en curso en Chile tienen mucho que ver con la explotación indiscriminada y miope de sus recursos naturales por parte de consorcios internacionales que maximizan sus utilidades, generando grandes desigualdades y dejan a un pueblo entero de rodillas. La sincera carta de la chilena Alejandra Vasquez a su país.

Mi querido país, Chile, eres un conjunto de personas muy diversas pero también muy similares entre sí.  Hoy escribo desde nuestras similitudes.

A todos y todas nos abraza ¿una inmensa cordillera?, ¿un extenso océano?,  ¿respiramos más o menos un mismo aire? y ¿el sol nace a la misma hora para cada uno de nosotros?

La fuente de recursos de donde obtenemos nuestro Producto Interno Bruto (PIB) viene de esta cordillera, ahí está el cobre, el litio, el agua… En esta tierra chilena crecen tantas frutas, la más querida para todo buen chileno es la palta, también los porotos, el vinito…”

De este océano que baña las extensas costas chilenas crece el congrio, la reineta, los locos, las centollas, las almejas, los salmones que van contracorriente y desde la Isla de Pascua el atún.

¿Pero qué ha sucedido en estos últimos años?

Existe una contaminación sistémica del fondo marino. Un caso son los antibióticos que se les dan a los salmones, que ha provocado la desaparición de tanta fauna endémica y que ha incrementado el deterioro de la pesca artesanal. Nuestro mar esta concesionado a grandes industrias y mucho de nuestros peces se venden en el exterior.

Los minerales atraviesan la misma situación, existen grandes concesiones a consorcios internacionales, nos van quedando cada vez menos minerales y de esta extracción nos queda agua contaminada. Asociado a la explotación de minerales tenemos grandes áreas de sacrificio donde viven personas que sufren de graves enfermedades producto de la contaminación existente en esos lugares de explotación inescrupulosa.

Ni hablar de la escasez hídrica de la cual se han apropiado un grupo de personas con mejor información y fuera de una mirada de bien común. Las paltas que nacen de esa agua que escasea se van de exportación, dejando a chilenos y chilenas sin sus paltas y a mucha gente de esos territorios sin agua para el consumo, ni para el riego y ni para sus animales que mueren de inanición.

De igual modo la disminución de caudales en los ríos, como es el caso del histórico Río Biobío, que nace en la tierra ancestral Mapuche en la Laguna Galletue y del Lago Icalma, este río considerado uno de los más extensos de nuestro Chile (360km) y que los Mapuches lo llaman Butanleuvu (Río Grande). Hoy llega a la ciudad de Concepción como un riachuelo, su caudal ha bajado considerablemente en los últimos años y una de las razones de esta baja es la siembra de pino y eucalipto a gran escala. Estas plantaciones no nativas sustraen agua de las napas profundas de la tierra generando erosión y en poco tiempo veremos el desierto no solo en el norte sino también en el sur de nuestra nación.

También tenemos algo que nos separa, hay quienes carecen de un salario digno intentando sobrevivir cada día, esto los ha llevado a una angustiosa escalada de deudas. El nivel de endeudamiento también se alarga a otros grupos sociales, podríamos estimar que casi un 70% u 80 % de la población, que por diversos motivos (algunos por subsistencia, otros por apariencia, otros para ganar estatus y reconocimientos y todos influidos por una publicidad engañosa y asfixiante) tienen en común altos niveles de endeudamiento que hacen insostenible el vivir sereno y tranquilo en esta misma tierra y en este mismo cielo que nos cobija. 

Este grupo de personas viven con miedo del mañana, angustia; y fruto del estrés aparecen complicaciones graves de salud que a su vez dejan aflorar sentimientos de derrota y frustración. 

Todo esto se ve exacerbado por servicios públicos ineficientes que carecen de los recursos para ofrecer servicios, por ejemplo de salud que ayuden apaliar su dolor.

Carecemos de cuidado a los adultos mayores, a ellos no les queda otra alternativa que extender su vida laborativa ya que sus jubilaciones de los fondos de pensiones (AFP) no cubren sus necesidades básicas y se ven envueltos en trabajos que agudizan su situación de salud.

Estas son solo algunas de nuestras heridas que vivimos como sociedad.

Confiamos en que saldremos adelante con propuestas que cuiden nuestra Mapu, nuestra tierra y a nuestra gente. Aún estamos a tiempo de salvar y cuidar aquello que nos queda. Queremos un desarrollo de verdad, no de extracción; trabajos y salarios dignos, un desarrollo sostenible y no de filantropía transformada en publicidad, queremos tener en cuenta nuestro hoy, el de nuestros hijos e hijas y generaciones venideras. Amamos nuestro territorio y lo queremos ver desarrollarse en armonía para gritar con toda nuestra fuerza: ¡Viva Chile!

*La autora es Académica del Centro de Economía y Políticas Sociales (CEAS)-Universidad Mayor https://ceas.umayor.cl – Santiago – Chile.

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