Francisco exhortó a las instituciones a facilitar los procesos de adopción, de modo que el sueño de los niños que necesitan una familia se haga realidad.
El papa Francisco aseguró que, en un momento en el que las mascotas “ocupan el puesto de los hijos”, la adopción “está entre las formas más altas de amor” e instó a las autoridades a aligerar los trámites para esta manera de acceder a la paternidad y la maternidad.
“Deseo que las instituciones estén siempre listas para ayudar, vigilando con seriedad, pero también simplificando el procedimiento necesario para que se pueda cumplir el sueño de tantos pequeños que necesitan una familia y de tantos esposos que desean donarse en el amor”, dijo Francisco ante las personas reunidas en el Aula Pablo VI del Vaticano para escucharlo durante la audiencia general de los miércoles, que contó con un sorprendente número circense.
El pontífice centró su reflexión en el tema: “San José, el padre adoptivo de Jesús”. Al final dio una oración por “muchos hijos que no tienen familia y quieren un padre y una madre” y “esposos que no pueden tener hijos”.
En primer lugar, el pontífice recordó que los evangelistas Mateo y Lucas presentan a José como el padre adoptivo de Jesús y no como un padre biológico.
“Como padre oficial de Jesús -dijo- José ejerce el derecho de imponer el nombre a su hijo, reconociéndolo legalmente. En la antigüedad, el nombre era el compendio de la identidad de una persona. Cambiar el nombre significó cambiarse uno mismo, como en el caso de Abraham, con cuyo nombre Dios cambia a ‘Abraham’, que significa ‘padre de muchos’, “porque -dice el Libro del Génesis- será el padre de una multitud de naciones”.
“José ya sabe que para el hijo de María hay un nombre preparado por Dios, el verdadero Padre: ‘Jesús’, que significa ‘El Señor salva’, como le explicó el Ángel: “De hecho, salvará a su pueblo de sus pecados”. Este aspecto particular de la figura de José nos permite hoy reflexionar sobre la paternidad y la maternidad”.
Los padres no nacen, se hacen
“No basta -continuó- con dar a luz a un niño para decir que también son sus padres o madres. “Los padres no nacen, se hacen. Y uno no se convierte en uno solo porque nazca un niño, sino porque lo cuida responsablemente. Siempre que alguien se responsabiliza de la vida de otro, en cierto sentido ejerce sobre él la paternidad”.
Pienso de manera particular en todos aquellos que están abiertos a aceptar la vida por el camino de la adopción. José nos muestra que este tipo de vínculo no es secundario, no es una alternativa. Este tipo de elección se encuentra entre las formas más elevadas de amor, paternidad y maternidad”.
“¡Cuántos niños en el mundo esperan que alguien los cuide! Y cuántos esposos desean ser padres y madres, pero fracasan por razones biológicas; o, a pesar de que ya tienen hijos, quieren compartir el afecto familiar con quienes se vieron privados de él. No debemos tener miedo de elegir el camino de la adopción, de correr el ‘riesgo’ de la aceptación “.
Una civilización envejecida
Observando los fenómenos sociales de hoy, Francisco resaltó luego que “hoy con la orfandad hay un cierto egoísmo” y, recordando haber hablado del invierno demográfico en los últimos días, agregó: “Vemos que la gente no quiere tener hijos y muchos las parejas no tienen hijos porque no los quieren o solo tienen uno. Pero tienen perros y gatos, que toman el lugar de sus hijos. Esta negación de la paternidad y la maternidad nos quita la humanidad. Y así la civilización envejece y sin humanidad, porque se pierde la riqueza de la paternidad y la maternidad, y una patria que no tiene hijos sufre”.
Por ello, pidió a San José un “despertar las conciencias” sobre la paternidad y la maternidad que son la plenitud de la vida de una persona.
“Es cierto que existe la paternidad espiritual para los que se consagran a Dios y la maternidad espiritual; pero los que viven en el mundo y se casan, piensan en tener hijos, en dar la vida, porque son ellos los que te cerrarán los ojos, los que te quitarán para el futuro. Y también, si no puedes tener hijos, piensa en la adopción. Es un riesgo, sí: tener un hijo siempre es un riesgo, ya sea natural o adoptado. Pero más arriesgado es no tenerlo. Más arriesgado es negar la paternidad, negar la maternidad, ya sea real o espiritual”.
Al insistir en la belleza de la adopción, el Papa exhortó a las instituciones que se ocupan de las adopciones a estar siempre dispuestas ayudar, “controlando seriamente” la idoneidad de los candidatos, pero también “simplificando el procedimiento necesario”, para que el “sueño de tantos niños que necesitan una familia, y de tantos cónyuges que desean entregarles su amor, pueda hacerse realidad”.
El Papa concluyó pidiendo a San José la gracia de “despertar conciencias”. “Rezo para que nadie se sienta privado de un vínculo de amor paternal. Que San José ejerza su protección y ayuda a los huérfanos; e interceder por las parejas que desean tener un hijo. Por esto oramos:
San José, tú que amaste a Jesús con el amor de un padre, mantente cerca de muchos niños que no tienen familia y quieren un padre y una madre. Apoya a los cónyuges que no pueden tener hijos, ayúdalos a descubrir, a través de este sufrimiento, un proyecto mayor. Asegúrate de que a nadie le falte un hogar, un vínculo, una persona que lo cuide; y sanar el egoísmo de los que se cierran a la vida, para que abran el corazón al amor”.
Al finalizar la audiencia, también hubo una breve actuación de algunos artistas del Rony Roller Circus, y les agradezco su actividad a través de la cual animan a la gente, atrayendo la admiración de adultos y jóvenes.
Otra novedad durante la audiencia general, fue que algunos empleados del Vaticano, hombres y mujeres, religiosos y laicos fueron los encargados de leer los saludos en diferentes idiomas.
Fuente: AICA