A menos de 500 días de gobierno, Pedro Castillo, Presidente del Perú, anuncia la disolución del Congreso y la declaración del “gobierno de excepción”. Su detención y las graves protestas callejeras en todo el país.
¿Qué sucede en Perú? Es la pregunta que me llega de distintas partes del mundo. A 10 días del autogolpe de Estado, parece que finalmente la noticia llegó a todas partes y no sólo a los países vecinos, como en general ocurre con nuestros países de periferia.
El pasado 7 de diciembre, mientras la gente se preparaba para disfrutar de un feriado largo, sorprendiendo hasta a sus propios abogados (y a su misma esposa), José Pedro Castillo Terrones, hasta ese momento Presidente del Perú, en un mensaje a la Nación transmitido por la televisión nacional, anunció “la disolución temporal del Congreso de la República, instaurando un gobierno de emergencia excepcional y convocando en el más breve plazo elecciones para un nuevo Congreso con facultades constituyentes”. En el mismo mensaje, declaró que se trabajaría en la “reorganización del sistema de justicia, del Poder Judicial, del Ministerio Público, de la Junta Nacional de Justicia y del Tribunal Constitucional”. En breve, un autogolpe de Estado al que las Fuerzas Armadas no apoyaron. Por el contrario: mientras muchos de sus ministros se apuraban para presentar su renuncia y tomar distancia de lo acontecido, la Policía Nacional detenía al ex mandatario y le impedía llegar a refugiarse en la Emabajada de México.
La protesta de sus simpatizantes –sobre todo en las zonas más olvidadas y alejadas de la capital, que se esperaban mucho de él–, no se hizo esperar y hoy el Perú se encuentra en el caos, con una nueva Presidenta constitucional, Dina Boluarte (la ex vicepresidenta), abogada y primera mujer que ocupa el sillón de Pizarro desde la fundación del Perú republicano. Con 35 ciudades tomadas, 23 muertos y más de 400 heridos entre civiles y fuerzas del orden, al día en que escribo. Las protestas no parecen improvisadas, lo afirmó la misma Presidenta, sin referirse explícitamente a grupos violentos asusados por el ex Sendero Luminoso y apoyados económicamete por el narcotráfico. Todo por verificar.
¿Pero quién es Pedro Castillo y cómo llegó a la máxima investidura un pequeño profesor ruralque se presentaba durante la campaña con un gran sombrero de paja, poncho y sandalias hechas con neumáticos usados? Profesor, sindicalista y “rondero”[1], se presentó como candidato de Perú Libre, un partido que se autodefine como marxista-leninista, con presuntos vínculos con el grupo terrorista Sendero Luminoso. En la primera vuelta alcanzó casi el 19% de votos, “sus” votos, expresión de la parte más olvidada del País. Y en el balotaje logró superar por un puñado de votos a la candidata de derecha, Keiko Fujimori, hija del último dictador del Perú, Alberto Fujimori. Así nació su gobierno de menos de 500 días, con una fuerte oposición en el Congreso y con una pequeña representación en el Congreso del partido que lo llevó al poder.
Desde el 28 de Julio de 2021, día en que asumió la presidencia, hasta el 7 de diciembre del 2022, se sucedieron 5 Gabinetes ministeriales en seis meses y 78 recambios de ministros, por acusaciones y antecedentes judiciales. Personas nombradas más por amistad o por compromisos pre-electorales que por sus capacidades o idoneidad al cargo por el cual fueron elegidos.
A la total falta de preparación para asumir la presidencia de un extenso y complejo país como el Perú, se sumó su incapacidad de rodearse por personas competentes y de probada honestidad, sumados a actos personales y familiares de presunta corrupción. En el mes de Julio se le inició una quinta investigación independiente sobre presuntos actos de corrupción ligados a una importante empresa constructora, y no fue la última, se sumaron otras dos.
En el mes anterior, Castillo se había distanciado de Perú Libre en el intento de liberarse de las condiciones que se le imponían, entre las cuales la urgencia de convocar una Asamblea constituyente para reformar la Constitución del tiempo de Fujimori (1993). Prácticamente un primer suicidio político, al cortar vínculos con el partido que lo llevó al poder, permaneciendo con el sostén de su pequeño Partido Magisterial.
El segundo suicidio lo llevó adelante sorpresivamente –como dijimos– el pasado 7 de diciembre.
La Fiscal de la Nación y la Junta Nacional de Justicia condenaron el hecho y el Congreso, con 101 votos sobre 130 congresistas, lo destituyó por “permanente incapacidad moral”, según el artículo 113 de la Constitución del país andino.
Habría que recordar que el Congreso ya había intentado dos veces destituir al Presidente sin alcanzar los 87 votos necesarios (2/3) y no estaba dicho que ese funesto 7 de diciembre los congresales alcanzarían el quórum, más preocupados por mantener sus privilegios que en destituir al Presidente. Pero el gesto ilegítimo del ex mandatario lo puso en la condición de “vacarlo”, sumándose así a los últimos 6 presidentes consecutivos destituídos en el Perú, signo evidente de que algo no funciona a nivel institucional y constitucional; lo que tendrá que resolver, si no este gobierno, el que saldrá de las nuevas elecciones nacionales.
Sin embargo éste es otro problema, pues para adelantar las elecciones –como exige la calle con sus peligrosas protestas– es necesario modificar la Constitución, lo que puede hacer sólo el Congreso que en Perú es unicameral. El mismo que vetó muchos de los proyectos de ley presentados por los gabinetes de Castillo y el mismo que acaba de rechazar –demostrando una gran irresponsabilidad social, despreciando los intereses de la gente– un proyecto de ley con la reforma que posibilitaría anticipar las elecciones. Y ya hay voces que se levantan incitando a la nueva presidenta a que renuncie … Los partidos políticos, en los últimos años, se han fragmentado y han sido tomados en parte por aventureros que sólo buscan su interés personal, perdiendo así credibilidad y la confianza del pueblo.
Mientras las bombas y las muertes no se detienen, muchos países de la región y del mundo reconocieron al nuevo gobierno y a la primera Presidenta constitucional del Perú. Sin embargo, México, Colombia, Bolivia, Venezuela, Cuba y Nicaragua han dado el apoyo al ex presidente Castillo, afirmando que “es todo un entramado político de las fuerzas de derecha”.
Los obispos católicos, por su parte, han promovido el domingo 18 de diciembre una Jornada de Oración por la Paz que han hecho extensiva “a todos los hombres y mujeres de buena voluntad”. Y muchos grupos políticos, como el Movimiento Político por la Unidad (MPPU), apuestan al futuro comprometiéndose en la fomación política de las nuevas generaciones. Nunca la Navidad fue tan esperada por un pueblo que necesita, más allá de las diferencias ideológicas, pacificar los ánimos y reencontrarse como hermanas y hermanos.
[1] Organizaciones rurales de autodefensa integradas por miembros de sectores étnicos y campesinos.
Muy completo y breve. Es verdad, esperamos que pronto llegue la Navidad a la política en el Perú. Gracias Gustavo.