Aquí Radio Morse llamando

Aquí Radio Morse llamando

Cada 24 de mayo celebramos (en tierras criollas) el día del operador de radio.

Una (pequeña) forma de evocar la primera transmisión telegráfica acaecida que tuviera lugar el 24 de mayo de 1844, cuando el multifacético Samuel Morse transmitiera aquel famoso mensaje: “Lo que Dios ha creado”(“What hath God wrought”), cita bíblica del libro de los Números.

Lo hizo desde la Cámara de la Corte Suprema en el sótano del Capitolio en Washington, y llegó hasta la ciudad de Baltimore, en el estado de Maryland.

Hasta allí el disparador de la fecha. Pero aquellos telegrafistas devinieron en múltiples oficios, uno de ellos, bellísimo, útil y escaso.

Decimos esto porque el laburo del operador radial no es debidamente reconocido. El querido operador es aquella persona que comanda los controles y decide la forma en que un programa saldrá al aire. Aun cuando esto no esté formalizado.

Su trabajo de operación, infinidad de veces ingrata, puede ser una obra de arte y un deleite para los radioescuchas. También una tortura, pero evitaremos referirnos a estas situaciones.

Cultores del bajo perfil, siempre hablando en líneas generales, y con pocas menciones, el arte de coordinar la salida al aire es un arte poco publicitado.

Sin ellos, niet, no hay salida al aire para los conductores. Tanto para aquellos que van por el medio del carril, como para los que hacen eses constante e invariablemente.

Sin operadores, el laburo de producción no sale. Los análisis sesudos, monólogos previstos o música copada quedan en modo potencial.

Son manos que manejan computadoras, consolas, compacteras, hasta bandejas de discos, en algunos casos.

Los operadores/ingenieros de sonido hechos y derechos pueden manejar desde mp3, navegar por la web profunda, y surfear desde cassettes, hasta discos, pasando por magazines.

Cuando uno escucha con atención, vale decir con auriculares, o pausando la audición, al hacerlo desde un podcast, o a través del genial RadioCut, podrá revivir una y mil veces pequeños detalles haciendo zoom sobre ellos.

Por caso, la sugerente música que acompaña la voz del conductor con intención empática, o ciertos sonidos que nos hacen sentir aquel mundo imaginario como real.

Son generadores de climas, que en definitiva eso es la radio, un clima creado en conjunto, tanto desde la radio, como desde el lado del oyente.

El universo de los operadores, tiene sus códigos. Muchos conductores hacen abuso del mundillo interno, aquel que no sale al aire, y no solo malgastan el tiempo, sino que dejan de a pie a los radioescuchas al dialogar con el operador a través del micrófono, saliendo al aire solo una de las voces de esta charla vía tall back. Algo veramente imperdonable.

Una mención también a la pésima estética que reina en muchas emisoras y en varios programas, donde se le pide al operador que llene de efectos especiales, como risotadas, y frases de remates durante (des)informativos radiales.

Son decisiones de algunas emisoras pero crean tendencia. Lamentable por cierto.

Dominios del operador:

-Debe dominar la técnica de los fierros, de los aparatos: consolas, micrófonos, parlantes, reproductores, etc.

-Parte de su arte consiste en seguir a los conductores todo el tiempo. Debe ser firme en sus decisiones, e ir un paso delante de la rutina del programa (cuando esta existe). No hay lugar para la duda.

-“Estar concentrado y pendiente de lo que sucede. La primera vez que me senté delante de Lalo sentí un leve cosquilleo, después con el paso de los programas te vas entendiendo, le conocés los gestos, los tonos de voz y empezás a no necesitar mirarlo todo el tiempo. Ya aprendiste los tiempos del programa.” – Charlie Cacaviello

-Creatividad, atención, velocidad/reflejos.

-Avidez musical eterna.

-Ganas de aportar un toque mágico para resaltar la intención de los conductores.

Los operadores son ingenieros de sonido. Adoro su presencia y sus aportes. Porque logran que el trabajo individual, en algunos casos, pase a ser colectivo. ¡Ellos son los primeros oyentes y además profesionales! Entonces la ecuación hace que las palabras se balanceen con música ad hoc. A esto le sumaremos cortinas, separadores y la infaltable tanda. Allí la comunicación adquiere visos mágicos, si el producto fue hecho con criterio y con dedicación para el público destinatario. Y si el operador es groso, a no dudarlo, hasta un producto con altibajos, será atractivo. ¡Feliz día!

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