En las Américas viven 5 millones de personas que padecen este mal. Con un adecuado tratamiento, se puede reducir el 70% de los afectados en América latina y el Caribe.
La epilepsia es uno de los trastornos neurológicos más comunes en el mundo, que afecta aproximadamente a 50 millones de personas, de las cuales 5 millones viven en la región de las Américas. Sin embargo, se estima que en América Latina y el Caribe la brecha de tratamiento es superior al 50%, lo que significa que más de la mitad de las personas con esta enfermedad no reciben atención en servicios de salud.
Con el fin de ayudar a los países a diseñar programas para detectar los casos y aumentar el acceso a un tratamiento apropiado para este trastorno, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) publicó recientemente El abordaje de la epilepsia desde el sector de la salud pública 2018. Actualmente, dos de cada tres países no disponen de un programa o plan para la atención de las personas con esta enfermedad. “Las personas que padecen epilepsia y no son tratadas sufren crisis de forma recurrente, algo que puede afectar sus estudios, su trabajo y su calidad de vida, así como la de sus seres queridos”, explicó Claudina Cayetano, asesora regional en salud mental de la OPS. Sin embargo, agregó, “con un diagnóstico oportuno, tratamiento adecuado, dieta saludable y minimizando las situaciones de estrés, hasta el 70% de los afectados pueden reducir las crisis y llevar una vida plena y activa”.
En los últimos años los países han fortalecido la atención a enfermedades no transmisibles, entre ellas la epilepsia. Sin embargo, la atención de las personas con epilepsia aún dista de ser satisfactoria debido, entre otras causas, a un déficit del personal médico capacitado, la no disponibilidad de medicamentos, especialmente en la atención primaria (APS); y la falta de información y de educación sobre la epilepsia, tanto para las personas con este trastorno y para sus familiares, como para la comunidad.
Cuatro medicamentos antiepilépticos son esenciales para el tratamiento de la enfermedad. La mayoría de los países de América Latina y el Caribe disponen de estos fármacos, pero solo en los servicios especializados, careciendo por completo o con muchas limitaciones en la atención primaria. La publicación explica que la simple dotación de los antiepilépticos básicos a nivel de la atención primaria es una medida crucial, muy efectiva y de bajo costo, si se considera que la mayoría de los casos logran controlar las crisis mediante el tratamiento con solo uno de los fármacos básicos (monoterapia).
La OPS cuenta con el Fondo Estratégico, que es un mecanismo de cooperación con los países miembros para promover el acceso a medicamentos de calidad y suministros de salud pública esenciales a precios asequibles. Los Estados Miembros pueden utilizarlo para adquirir los medicamentos antiepilépticos a mejores precios, algo que puede aumentar su disponibilidad y cerrar las brechas de acceso al tratamiento.
Fortalecer la atención primaria para detectar y tratar casosLa OPS, que también actúa como oficina regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para las Américas, considera la enfermedad como un problema prioritario de salud pública, y apoya el fortalecimiento de la respuesta del sector salud, en especial en la atención primaria de salud donde, según la publicación, existen limitaciones en la identificación, manejo y seguimiento de los casos de epilepsia.
La OMS ha recomendado integrar el manejo de la epilepsia en la atención primaria de salud, dado que el diagnóstico de la enfermedad es esencialmente clínico y puede ser realizado por médicos no especialistas entrenados en la identificación y manejo de casos no complicados, que son la mayoría.
La guía también ofrece recomendaciones para implementar las estrategias de prevención de la epilepsia, como la promoción de los embarazos y partos sin riesgos, la prevención de los traumatismos craneoencefálicos y de los accidentes cerebrovasculares, así como aumentar la sensibilización y la educación del público.
El trabajo de los países de la región para enfrentar la enfermedad tomó mayor impulso a partir de 2011, cuando el Consejo Directivo de la OPS adoptó una estrategia para mejorar la respuesta del sector de la salud. En 2015, la Asamblea Mundial de la Salud también reconoció la carga de la epilepsia y la necesidad de tomar medidas coordinadas entre los países del mundo para abordar sus consecuencias.
La nueva publicación, que se suma a esos esfuerzos, fue sometida a consulta de un grupo de profesionales de la Liga Internacional contra la Epilepsia (ILAE), el Buro Internacional por la Epilepsia (IBE), así como a expertos de la Liga Chilena contra la Epilepsia, y la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, ambos centros colaboradores de la OPS/OMS.