Superaron el 36,6% de los votos y se quedan a diez bancas de la mayoría absoluta en el Parlamento unicameral. Comienza la búsqueda de aliados.
El primer ministro de Portugal, el socialista António Costa, logró este domingo el apoyo de los electores para una segunda legislatura en la que tendrá que volver a buscar socios políticos, pues no consiguió alcanzar su ansiada mayoría absoluta. Costa ganó por primera vez las elecciones legislativas -su primer gobierno se basa en una alianza de izquierda que desbancó al centroderecha, ganador de las elecciones en 2015- con datos rotundos: reunió el 36,6% de los votos, distanciando de 9 puntos el segundo partido más votado, el PSD (centroderecha).
Los comicios se caracterizaron por la alta abstención, que llegó al 45,5%, y el lento recuento de votos.
Los socialistas mejoran sustancialmente sus 86 diputados actuales y llegan hasta los 106, a apenas 10 de la mayoría absoluta en el Parlamento unicameral portugués de 230 bancas. Eso impone a Costa buscar un aliado, aunque sale de los comicios muy reforzado. Una opción será volver a pactar con la izquierda que le sostiene desde 2015 -y con la que la relación está llena de roces-, el marxista Bloco de Esquerda (BE) y la CDU, la alianza del Partido Comunista Portugués y Los Verdes, con resultados desiguales. BE ha conseguido el 9,47% de los votos y 19 bancas. Es ligeramente inferior al 10,1% obtenido en 2015, lo que no le ha impedido encarecer su respaldo a los socialistas, a los que proponen un pacto revisable año a año para aprobar el presupuesto estatal. Comunistas y verdes recibieron un shock al ver debilitada su posición al conseguir el 6,19%, dos puntos menos que hace cuatro años, y 12 legisladores. Creció el partido animalista PAN, al pasar del 1,39% al actual 3,28%, incrementando sus diputados de uno a cuatro diputados.
Ingresaron en el Parlamento, cada uno con un legislador, tres nuevos partidos: el ultraderechista Chega -primera vez que una fuerza como esta tiene representación en el Parlamento desde la llegada de la democracia en 1974, Iniciativa Liberal, y Livre, de izquierda.
Ajenos al crecimiento de la diversidad del hemiciclo, la fiesta socialista se desató en cuanto se publicaron los sondeos a pie de urna, que venían a confirmar no solo una victoria esperada, sino que traía además el derrumbe de la derecha. “Derrota histórica”, ha sido una frase repetida por dirigentes del PS, exultantes ante la caída del PSD, que obtiene un 27,9%, su resultado más bajo desde 1983 y se deja 12 escaños, aunque su líder, Rui Rio, sostuvo que el resultado era similar al de hace cuatro años. “No alcanzamos el objetivo, pero no es la gran derrota que muchos preveían, esa gran derrota no existió”, negó Rio, quien considera que este domingo el partido ha dado “un paso al frente para reconquistar la confianza” de los portugueses.
Peor suerte que el PSD ha corrido el democristiano CDS-PP, que en una sola noche cae al 4,3% de los sufragios (pasa de 18 a 5 diputados) y pierde a su líder, Assunção Cristas, quien ha anunciado que dimite y que convocará un congreso extraordinario para elegir sucesor lo antes posible. “Asumimos el resultado con humildad democrática”, se limitó a apuntar Cristas, que abandonó el cuartel general del partido antes de que acabara el escrutinio.
La precipitada salida en auto de Cristas anunciaba un fin de ciclo para la derecha portuguesa tradicional, impotente durante buena parte de la legislatura al perder el discurso de la eficaz gestión económica frente a un Partido Socialista que encadenaba excelentes resultados macroeconómicos.
Su caída coincide con la llamativa entrada del ultraderechista Chega, un partido que se presentaba por primera vez a unas legislativas y que consigue escaño, algo impensable hace cuatro años, que suma el 1,3% de los votos.