El lunes 16 de marzo de 1998, el Papa Juan Pablo II aludía a un documento sobre la memoria y la relación entre judíos y cristianos, pidiendo perdón por el silencio de muchos sectores de la Iglesia católica, con el deseo que “ayude verdaderamente a curar las heridas de las incomprensiones e injusticias del pasado”. El documento en cuestión era «Nosotros recordamos: una reflexión sobre la “Shoah”».
«Shoah» es el término utilizado por el pueblo judío para referirse al Holocausto, el genocidio nazi perpetrado contra el pueblo hebreo en el que perdieron la vida seis millones de judíos. El documento se dirige a los fieles católicos de todo el mundo, y no sólo a los de Europa, donde tuvo lugar la «Shoah», con el deseo de que todos los cristianos se unan a sus hermanas y hermanos católicos, en la meditación de esta catástrofe que cayó sobre el pueblo hebreo, sobre sus causas y sobre el imperativo moral que se deriva de ella para que no vuelva a tener lugar una tragedia de estas dimensiones.
Al mismo tiempo, el documento pide a los integrantes de la grey judía que abran su corazón. Juan Pablo II recordaba que el balance de estas relaciones ha sido sumamente negativo durante dos milenios. Este largo período ha estado caracterizado por muchas manifestaciones de antijudaísmo y de antisemitismo y, en nuestro siglo, por los horribles acontecimientos del Holocausto.
Confiamos en que este documento ayudará a todos los fieles católicos de todas las partes del mundo a descubrir en sus relaciones con el pueblo hebreo “la valentía de la fraternidad”.
El documento quiere desmentir de manera definitiva que no existió ninguna complicidad entre el régimen nazi y la Iglesia. Las diez páginas que lo conforman, llevaron diez años para ser redactado. Monseñor Pierre Duprey, vicepresidente de la Comisión para las Relaciones con el Hebraísmo aclaraba que «Hemos tardado tanto tiempo porque un documento como tal, si no responde a un proceso de maduración de toda la Iglesia, no tiene valor. Por ello, hemos esperado el tiempo necesario para que madure la Iglesia en una atmósfera coherente con el espíritu del Concilio Vaticano II. En este contexto, estamos convencidos de que el documentó será recibido ahora como expresión global de la Iglesia católica que se prepara, a través de un examen de conciencia, a afrontar los desafíos del tercer milenio».
Por lo que se refiere a las presuntas complicidades de Pío XII con el régimen nazi, el cardenal Cassidy ofreció numerosos testimonios de autoridades hebreas que agradecieron profundamente al papa Pío XII por haber defendido a los hebreos. Entre ellas, aparece un mensaje de la señora Golda Meir.
«Ya en 1945 -añadía Cassidy- se dirigieron al Papa Pío XII muchos mensajes que no habían sido solicitados para agradecerle por lo que había hecho durante la guerra. Es importante recordarlos, pues se han difundido muchas historias negativas sobre aquel Papa, todas ellas inspiradas en la obra teatral «El Vicario», escrita por Rolf Hochuth. Pero hay que escribir la historia con objetividad, se debe pensar en la verdad, por esto hemos decidido dar a conocer estos testimonios del pueblo hebreo a favor de Pío XII.
Sobre el mismo argumento, monseñor Duprey revelaba un testimonio personal: «El 6 de junio, Pío XII me recibió junto al gran rabino del Ejército francés que se encontraba en Roma. Le dijo al Santo Padre: “Nada más llegar a Roma, he venido a saludarle y expresar mi profundo reconocimiento por todo lo que usted ha hecho por las personas de mi religión”».
Ante la constatación de que en estos momentos la única institución que siempre está pronunciando el «mea culpa» es la Iglesia, el cardenal Cassidy citó las declaraciones del gran rabino de Francia en su intervención ante el último congreso ecuménico de Graz, el 27 de junio de 1997. «Sería injusto si no nos diéramos cuenta de la verdadera confesión que tiene lugar ante nuestros mismos ojos -afirmó el rabino francés-. Ciertamente estamos recorriendo un camino que todavía no ha alcanzado su meta, pero quisiera añadir que también nosotros, los hebreos, tenemos que hacer una “teshuva” (arrepentimiento). Dado que estamos acostumbrados a las persecuciones, después de tanto siglos estamos convencidos de que todo el mundo está contra nosotros y no hemos considerado totalmente el alcance de esta inmensa esperanza que constituye la voluntad cristiana de la sincera “teshuva”».
Fuente: https://www.revistacriterio.com.ar/bloginst_new/1998/03/16/nosotros-recordamos-una-reflexion-sobre-el-holocausto/