La familia de @el_barco_amarillo
Renata nació en plena pandemia, a mediados de 2020, mientras que Ulises lo hizo en 2016. Ambos llevan más tiempo de vida sobre el agua que en tierra firme, ¿será posible?
La periodista Coni (Constanza) Coll y el psicólogo Juan Manuel Dordal nos lo confirman. Son una familia de “soñanavegantes”.
Oriundos de la bonaerense Ciudad Jardín, se conocieron en el jardín de infantes. El noviazgo entre ambos arrancó a los 19 años.
Buenos vientos
A los 25, tomaron un curso de timonel como para desenchufarse. A partir de esto, la vida de ambos cambió por completo. Juan se recontra enganchó y empezaron a navegar al Uruguay vacacionando en un barco que les prestaban.
El Tangaroa I tenía 19 pies (menos de 6 metros). “Descubrimos que viajar puede ser económico si lo hacés en un velero. Es una carpa o una casa flotante. El motor está solo para cuando no hay viento y funciona a diesel. Izás velas y vas con el viento. Los mares son libres. Tirás el ancla y fondeás donde querés. Hay lugares donde pagás una boya, pero no son caras. En Brasil, por ejemplo, la costa es muy libre. Entonces bajás con un bote y llegás remando a la playa o al muelle, para pasear o comprar”, detalla Coni.
Por aquel entonces también navegaban en barcos prestados por Croacia, Oceanía o el Caribe. Lo hacían en la modalidad de canje, a cambio de notas periodísticas.
Domicilio ambulante
La inquieta cronista agrega, “Conocimos familias con niños y jubilados que tenían su casa en el barco. Nos gustó mucho la idea”. Ese fue un detalle decisivo, probar y confirmar otro estilo de vida que no sería tan lejano. “Agarré el retiro voluntario de mi trabajo y nos compramos el Tangaroa II, que era de acero y tenía 30 pies. Después nació Ulises, el 6 de mayo de 2016, y tuvimos que esperar a que tuviera un año y medio para lanzarnos. Hicimos una prueba piloto y nos fuimos un mes a vivir al barco amarrados en Florianópolis. Solo era cuestión de resolver de qué íbamos a vivir y cómo”.
El inicio de la pandemia los encontró en el norte de Brasil, cerca de las costas bahianas, cursando el séptimo mes de embarazo. Ya no podían regresar a la Argentina para el parto, ni los abuelos podían volar para conocerla; la maternidad pública donde iba a nacer Renata se convirtió en un centro de atención por el coronavirus, cuestión que forzó a levar anclas para buscar horizontes más seguros para el nacimiento. Entonces navegaron a Río de Janeiro: fueron 12 horas de vela y motor porque el viento no era suficiente, siendo muy cuidadosos para cuidar a la criatura que estaba en la panza de Mamá Coni.
El lunes 1º de junio nació Reni (Renata) luego de 39 semanas y medio de gestación, con cesárea programada, y sin complicaciones. Pesó 2,8 kilos y midió 46 cms.
Si llegaste hasta acá, es porque la vida de esta familia te atrapó. Es posible enterarse de más detalles de esta bellísima y cuerda historia, que es la de hacer realidad nuestros sueños.
Para conocer más podés adquirir el libro “El barco amarillo”, la historia donde Coni, Juan, Ulises y Reni, comparten detalles de la vida a bordo. Además, estarás ayudando a esta familia que se hizo a la mar. Durante el mes de noviembre habrá un costo promocional, que consta de 184 páginas, ilustraciones, lomo y solapa. Además te llegará por correo, un regalo original para estas fiestas.
De yapa, Juan nos regala su receta de ceviche!
¡A comer, leer y hacer realidad nuestros sueños!