Un país no es una empresa

Un país no es una empresa

La decisión del presidente Donald Trump de retirar a su país del Acuerdo de París muestra una visión de corto plazo, que sigue el criterio empresarial de costos y beneficios.

Hace pocos años, el Nobel de Economía Paul Krugman escribió un interesante librito en el que explica por qué un manager o un empresario exitoso no necesariamente será un buen asesor económico o un jefe de gobierno a la altura de su responsabilidad. El economista concluye que comparar la compleja gestión de un país a la de una empresa es un reduccionismo simplista que sólo muestra desconocimiento de la economía.

Por otro lado, otro aspecto fundamental a considerar es que las empresas se mueven sobre la base de principios jerárquicos, mientras que las instituciones estatales siguen principios democráticos, más complejos y trabajosos para conseguir, pero es lo que legitima el consenso en torno de una determinada política.

Tanto internamente como en su imagen en el exterior, la gestión de la mayor potencia mundial por parte del presidente Donald Trump está suscitando una importante cuota de incertidumbre y la preocupación en cuanto a su comprensión de que las decisiones deben tener en cuenta el contexto institucional en el que vivimos. Su polémica con los medios de prensa, con el poder judicial, que se opuso a medidas de dudosa constitucionalidad, son una muestra de su grado intolerancia respecto del poder compartido que supone el ejercicio democrático.

Su aislacionismo en el plano internacional manifiesta la misma intolerancia. Trump está tomando decisiones internacionales sobre la base de la lectura de ingresos y egresos. Aliados de siempre que de un día para otro son maltratados en modo grosero, como en el caso de la relación con el vecino México y el trato dispensado a los europeos. Arabia Saudita es confirmado como socio privilegiado, pues invertirá en los Estados Unidos otros 200.000 millones de dólares, además de otros 750.000 millones ya invertidos en el país, más allá de que sea el principal difusor de ese terrorismo que luego Trump pretende combatir con los europeos. Peor todavía señala a Irán como país que alimenta terroristas, desconociendo que prácticamente la totalidad de los atentados terroristas han sido perpetrados por sunitas y los iraníes son chiitas.

Con el mismo grado de desconocimiento, Trump firma la salida de su país del Acuerdo de París sobre cambio climático. Echa por la borda la política de su predecesor en la materia, interna y externa, desoye lo afirmado por políticos y manager de grandes corporaciones que lo alertaron de no cometer este error mirando exclusivamente a la cantidad de puestos de trabajo que puede generar en algunos sectores productivos, como el carbón, pero sin considerar que los daños por los efectos del clima son superiores a esos beneficios inmediatos. En 2012, entre el huracán Sandy y las sequías que padeció el país provocaron daños en los Estados Unidos por un monto superior a los 100.000 millones de dólares, y pérdidas de puestos de trabajo además de bienes.

El razonamiento de Trump se ciñe estrictamente al corto plazo, en el que pretende contemplar algunos sectores de la economía que más han sufrido por la globalización que su mismo país ha auspiciado, como si la economía no fuera un delicado y complejo equilibrio que supone sectores que emergen y otros que son superados por la evolución del sistema productivo. En definitiva, pretende que su país sea solo ganador en todos los aspectos, sin comprender que eso es imposible. Y que el rol del Estado es precisamente el de amortiguar los efectos negativos ofreciendo nuevas oportunidades a quienes son perjudicados por las circunstancias.

Hay pocas dudas de que el tiempo se encargará de evidenciar tales errores. El problema será el costo humano y político. La aparición de una figura imprevisible y desconcertante como el líder de los Estados Unidos sugiere que estamos necesitando de instituciones internacionales que nos pongan a salvo de decisiones arbitrarias que perjudican a toda la comunidad. Como nunca experimentamos que somos interdependientes, ahora también en el plano político.

 

Para más información suscribite a digital.ciudadnueva.com.ar o a la versión papel en ciudadnueva.org.ar/revista/suscripciones.

  1. horacio bottino 5 junio, 2017, 22:20

    cualquier parecido con Argentina es pura causalidad

    Reply

Deja un comentario

No publicaremos tu direcci贸n de correo.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.