Ahmad Jamal nació el miércoles 2 de julio de 1930 en el estado de Pensilvania. Comenzó a tocar el piano a los tres años, empezó su formación “formal” a los siete años, y a los once ya tocaba profesionalmente bajo el nombre de Fritz Jones, que era su nombre original.
Fue influenciado por artistas de la talla de Erroll Garner, Art Tatum, Teddy Wilson, Count Basie y Nat King Cole. Tras finalizar su formación, se unió a la orquesta de George Hudson en 1949. Más tarde, formaría su propio grupo, los Three Strings, con el bajista Eddie Calhoun y el guitarrista Ray Crawford. Fueron descubiertos por la compañía Columbia en 1951, y firmaron contrato con OKeh, un sello subsidiario de Columbia que promovía artistas y géneros “no convencionales”.
Durante esa época, el pianista se convirtió al Islam, adoptando el nombre de Ahmad Jamal hacia 1952. El grupo, eventualmente renombrado como Ahmad Jamal Trio, grabó dos discos, que incluían el clásico de Jamal “Ahmad’s Blues” y una versión de “Pavanne”, que fueron la base posterior de los legendarios temas de Miles Davis “So What” y del “Impressions” de John Coltrane.
En 1955 cambió de compañía a Argo, donde el trío grabó el exitoso Chamber Music of New Jazz, que impresionó a Davis y en el que el arreglista Gil Evans se basó para crear la obra para el trompetista. En 1956, Jamal eligió para reemplazar al guitarrista Crawford a un baterista, Walter Perkins; a su vez, este fue reemplazado en 1958 por Vernel Fournier, quedando constituido el grupo clásico que trabajó habitualmente en el Pershing Hotel de Chicago, dando como resultado un disco clásico en directo: Ahmad Jamal at the Pershing: But Not for Me; la versión de Jamal de “Poinciana” se convirtió en su tema por antonomasia. Como consecuencia de este éxito, Jamal abrió su propio club, Alhambra, y grabó abundantemente para Argo durante los años sesenta.
Es un caso raro dentro del jazz: aclamado, admirado y copiado por multitud de músicos, Ahmad pasó de la popularidad hacia la década de los cincuenta al olvido casi total durante los setenta. Reapareció a mediados de los ochenta, y retomó los bríos de su estilo e innovación musical.
Cuando el pianista irrumpió en el mundo de la música a mediados de la década de los cincuenta; por aquel entonces su trío era considerado como uno de los más novedosos del momento. “El trío de piano ha desaparecido, es cosa del pasado”, manifestó Jamal. “En verdad, casi nadie lo practica, porque es un arte muy difícil. Personalmente, hace años que lo abandoné, porque es muy laborioso desarrollar mis ideas en ese contexto, me faltan músicos para llevarlas a término”.
La fórmula de Ahmad
Cuando se escriba una historia definitiva del jazz, un capítulo habrá de estar obligatoriamente dedicado a las novedades que Jamal introdujo en la típica formación de piano, contrabajo y batería. “Simplemente equilibrio”, comentó el pianista norteamericano. “Mi trío era como una orquesta en la que cada uno de los tres instrumentos era un elemento igualmente importante para el conjunto. En todos mis grupos, hasta la actualidad, he buscado lo mismo”, afirmó.
Los discos
En 1958, la publicación del disco But not for me y muy especialmente su tema Poinciana significaron una revolución comercial en el mundo del jazz.
El tema batió récords, permaneciendo 108 semanas consecutivas en los primeros lugares de las listas de venta.
“Se vendieron más de un millón de ejemplares”, recordó el músico. “Lo que sucedió con ese disco es algo que pasa una vez en la vida. Me costó mucho decidir si quería hacerlo en un estudio y conseguir una versión esterilizada de mi música, o si lo grababa en el local donde tocábamos cada noche; nos decidimos por esto último y fue un acierto, pese al ruido ambiente de vasos y voces. No sólo funcionó, sino que otros músicos empezaron a grabar discos así.
Vender muchos discos fue muy importante para mí porque uno necesita tener el estómago lleno para poder hacer música. Cuando el reconocimiento llega tarde no sirve para nada; ahí están Charlie Parker o Billie Holiday, que venden millones, pero ya no están para disfrutarlo. Si estás preocupado por la comida de tus hijos o por pagar el alquiler, es casi imposible crear cosas buenas”.
Un juguete divertido
Durante algunos años Ahmad Jamal compaginó la utilización del piano acústico con el piano eléctrico e, incluso, los sintetizadores. “Los sintetizadores son un juguete divertido, pero nada más: sólo uso el piano acústico. Por muchos sintetizadores que lleves, si tiran del enchufe o se corta la luz, entonces se acaba la música, mientras que el piano acústico, siempre seguirá sonando”.