Se impone repasar la estrategia rusa en Siria, para compararla con los movimientos que Putin ideó con la campaña que lleva adelante contra Ucrania.
La estrategia putiniana en Siria, fue la de preparar el terreno para la guerra concentrando tropas en puntos seguros en una primera fase. En la siguiente llegaría el ataque con misiles y bombardeos aéreos, mientras que los comandos actuaban en lugares predeterminados donde esperaban sigilosamente la “voz de ahura”. En Siria, como en Ucrania, los cielos estuvieron (y están prácticamente) en manos rusas.
La tercera fase en Siria fue la de la ocupación de ciudades individuales, con estrategias adaptadas al territorio y al alcance de la resistencia. Una vez que las tropas rusas llegaban a una ciudad siria con vehículos blindados, helicópteros y tanques, sólo era ocupada parcialmente con las tropas, en los centros neurálgicos, contando con la presencia de agentes sirios leales a Assad y comandos que daban la impresión a la población de que “los rusos están en todos lados”. Por supuesto, el apoyo del aire siempre está ahí. En Ucrania estamos al comienzo de esta tercera fase.
Finalmente, en la cuarta fase, en Siria, los focos de resistencia se secaron. Por lo tanto, la presencia rusa se mantuvo limitada, pero el control del territorio fue progresivamente total. Assad, antes de la contraofensiva, tenía solo el control del 25% del territorio, mientras que la cobertura actual ronda el 90%.
La estrategia adoptada en Ucrania, en un tiempo mucho más corto, es similar: concentrar las tropas, atacar con misiles y aviación, mientras los comandos entran en acción, luego descender en largas columnas hacia los centros de las ciudades (esta es la fase actual). Seguirá la ocupación de los centros, para finalmente proceder al hastío, cansancio y agotamiento de los focos de resistencia.
El mecanismo parece haberse estancado, principalmente porque los comandos disponibles para Moscú estaban cada vez menos organizados en Ucrania que en Siria, y en gran parte han sido neutralizados. El traslado de tropas también parece estar frenado por muchos factores, en primer lugar la resistencia de los ucranianos y también por la inmensidad del territorio y por tanto por los problemas de abastecimiento más graves de lo esperado.
La evolución del conflicto parece tener un final previsible: los rusos probablemente obtendrán una apariencia de ocupación generalizada de todos modos, porque la brecha en los armamentos disponibles es demasiado grande, mientras que los refuerzos de Occidente no estarán operativos durante algunos meses.
Surgen infinitos interrogantes: ¿A qué precio tomará Rusia posesión del territorio ucraniano? ¿Cuánto tiempo durará la resistencia ucraniana? ¿Cuántas víctimas rusas habrá? En Ucrania es evidente, a diferencia de Siria, que no existe un aparato estatal del lado ruso capaz de apoyar a las tropas de asalto aliadas.
Una ocupación rusa generalizada, es aún probable. Todo esto, por supuesto, sin contar la oposición no solo de los ucranianos en su territorio, sino también de muchos rusos en Rusia que no quieren oír hablar de guerra. Sentimientos que solo pueden acentuarse cuando los cajeros automáticos están vacíos y cerrados, cuando los productos de consumo básico empezarán a escasear y a aumentar en forma sostenida.
En dos meses sabremos realmente si el efecto del embargo occidental y las medidas de represalia habrán tenido su efecto.
Nótese que esto tiene sentido si los acontecimientos se mantienen dentro de las acciones de la guerra “convencional”. Mientras tanto, innumerables iniciativas de paz se multiplican en todo el mundo: pequeños gestos, grandes manifestaciones, resistencias pasivas, visibles o no, vigilias de oración, hasta acciones de ciber sabotaje…
La perspectiva de una guerra nuclear posible, en la que sólo puede haber perdedores y no vencedores, debe ser combatida por el concierto de las naciones, tanto desde los países pequeños, como las naciones más poderosas.
Políticos y diplomáticos deben hacer su parte, pero los ciudadanos de a pie, también tienen su cuota de responsabilidad: es una cuestión de vida o muerte para toda la humanidad.