Una nueva andanada de intemperancias verbales volcadas en las redes sociales provino de la Casa Blanca y dirigidas el presidente de Irán.
Nuevamente el presidente de los Estados Unidos se dedica a intercambiar polémicas palabras en las redes sociales, esta vez con el presidente de Irán, Hasán Roahní.
Si meses atrás el blanco de sus palabras era el líder norcoreano Kim Jong-Un, con quien disputó acerca del tamaño del botón con el que ordenaría un ataque nuclear, esta vez el presidente Trump instó al presidente iraní a nunca más volver a amenazar a los Estados Unidos “o sufrirás consecuencias que muy pocos han sufrido a lo largo de la historia”.
La razón de la disputa es el giro político de Estados Unidos en Medio Oriente, donde adhirió a la alianza entre Arabia Saudita e Israel que se oponen, por diferentes razones, al régimen de Irán. El reino saudita rivaliza en el rol de conducción del Islam sunita, en el que pretende imponer su visión radicalizada y lo hace con cientos de millones de dólares que son utilizados para construir mezquitas, adoctrinar y prestar ayudas sociales apoyando esa finalidad. Para el gobierno israelí, hoy Irán es el principal escollo para seguir en su política de expansión en territorios palestinos, neutralizando posibles aliados de éstos en la región. Trump ha anunciado por ello retirarse del acuerdo nuclear alcanzado en 2015 con el país persa y que, hasta el momento, ha sido aplicado sin problemas, con la supervisión de la AIEA, agencia de la ONU en temas nucleares, Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania. Pero retirarse de ese acuerdo es clave para la estrategia de enfrentamiento porque le da a Trump una razón para no levantar sanciones contra los iraníes, aplicar nuevas y bloquear su comercio de petróleo y gas.
Irán ha reaccionado aludiendo a la posibilidad de bloquear el tráfico de buques por el estrecho de Ormuz, por donde pasa el 30% del crudo que se comercia en el mundo.
Queda claro que conduce a muy poco llevar adelante una escalada verbal cuando el sentido común sugiere seguir con la actividad diplomática y dar más espacio a la política y a los hechos. En este caso, la mayor contundencia la tiene la fuerza de la labor realizada para asegurar que Irán no recurrirá al uso militar de la energía atómica. Eso lo debería saber bien la diplomacia iraní, mucho más preparada que el presidente Trump, quien suele actuar sobre la base de evaluaciones primarias que se acomodan a sus intereses del momento.
Sin embargo, nos encontramos nuevamente con amenazas de guerra, pues el mandatario norteamericano se está acostumbrado a que el resto de la comunidad internacional suele ser muy condescendiente con sus intemperancias verbales. Y sería necesaria precisamente la intervención de los demás gobiernos para calmar los ánimos y frenar las tentativas de Washington de obligar a aliados y tributarios a plegarse a sus deseos. Una intervención de la que, por el momento, no se ven rastros.