El tiempo de Pascua es un periodo del año litúrgico, iniciando como Triduo Pascual al atardecer del Jueves Santo hasta el Domingo de Pascua. Comprende los cincuenta días entre el domingo de Pascua de la Resurrección de Jesús hasta el domingo de Pentecostés.
El sacerdote español Pablo D’Ors resume el Triduo Pascual, y lo resignifica en frases breves, pero llenas de sentido. «El jueves santo es el día del amor. El viernes, el del dolor. El sábado, el del vacío. El domingo, el de la luz. Amor, dolor, vacío y luz son sin duda las principales cuestiones que plantea toda existencia humana».
No hay mejor definición de la Semana Santa, y la vida misma. Duele lo que se ama, con un dolor distinto a cualquier otro, y no se ama del todo hasta que no duele en el fondo del alma. Luego, el dolor se supera con un vacío como el del sepulcro, el del grande y santo sábado en que Dios ha desaparecido. Pero, de repente, ese vacío lo llena una nueva luz, la de la resurrección, la de primavera, la de Pascua.
Pasión, muerte y resurrección de Jesús, interesan como paradigma de nuestra propia muerte y resurrección continuas. Precisamente, la conciencia de este morir y renacer constantes nos permiten tener la intención de vivir a pleno.
La Pascua judía que concluirá el sábado 23 de abril, conmemora el paso del pueblo de Israel por Egipto, y su regreso a la Tierra Prometida.
Cada 35 años las festividades principales de las tres grandes religiones monoteístas coinciden en la misma fecha: el Pesaj de los judíos, la Pascua de los cristianos y el Ramadán de los musulmanes. Esta rara conjunción de las celebraciones se produce porque tanto el judaísmo como el islam se basan en el calendario lunar. A diferencia del calendario cristiano, que es solar. De este modo, cada tres décadas se repite este acontecimiento y las tres festividades confluyen.
Somos testigos en este 2022, que se pueden compartir la celebración y la alegría, incluso con los que tienen otra fe. Las festividades tienen diferentes nombres, pero contienen al mismo tiempo un mensaje universal. Son un recordatorio de que nuestro fin último es alcanzar la liberación del propio ego y entregar nuestra vida a la voluntad de Dios. Quizá la síntesis de Pesaj, de Pascua y de Ramadán se podría resumir en: “Amor para todos, Odio para nadie”.
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