Se acelera nuevamente la deforestación de la Amazonia en Brasil

Se acelera nuevamente la deforestación de la Amazonia en Brasil

Se han perdido otros 9.700 km2 en un año. El cambio climático no conoce fronteras.

Aunque al presidente Jair Bolsonaro no le guste que se denuncie, la deforestación en su país de la selva que también es un pulmón del mundo, la Amazonia, se ha disparado nuevamente. Durante su gestión se han perdido más de 9.700 km2 de vegetación. Respecto al año anterior, un 30% más. En los últimos 10 años, pese a que hasta 2012 el ritmo iba bajando, la pérdida ha sido de más de 64.000 km2 cuadrados, que se añaden a otros 92.000 km2 perdidos entre 2004 y 2009. En total, la mitad de la provincia argentina de Buenos Aires.

Esa pérdida afecta, además que al medio ambiente, a las comunidades indígenas cuyos territorios son invadidos por mineros ilegales y por empresarios agroindustriales deseosos de ampliar la frontera de sus cultivos. Definir como incompatible la protección ambiental y el desarrollo económico de la región no sería correcto, lo admiten también ambientalistas y parte de los empresarios interesados. Pero eso necesita de un marco legal preciso y de criterios bien determinados para evitar desastres ambientales, siempre en el respeto de territorios que desde tiempos inmemoriales perteneces a etnias indígenas.

Las polémicas e irritantes declaraciones de Bolsonaro no ayudan a avanzar en este proceso, y se vuelven en una suerte de aval de la ilegalidad que tiene su corolario en el asesinato de líderes indígenas y de la sociedad civil. El presidente había incluso avanzado con la idea de retirar a Brasil del marco del Acuerdo de París, iniciativa que topó con la reacción de los socios comerciales europeos del país que amenazaron con penalizar los lazos económicos con el país sudamericano. Esa reacción obtuvo un cambio de postura al respecto.

Aunque no le guste a su nacionalismo de estilo decimonónico, Bolsonaro deberá aceptar que si bien la Amazonia está en gran parte en su territorio, contribuye notablemente al bien común de todo el planeta. Es parte de una interdependencia cada vez más clara y de un progreso que para ser realmente tal debe ser ambientalmente sustentable. El cambio climático, por otra parte, no conoce fronteras. Es hora de comprenderlo.

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