Junto con el Papa Pablo VI y otras figuras, el obispo de El Salvador fue elevado este domingo a los altares. Asesinado en 1980, fue un férreo defensor de los pobres.
El Libro de los Santos de la Iglesia católica se ha enriquecido de otro ejemplo de vida, de un amor que se hace cargo de los demás, en particular, los más desvalidos. Se trata del obispo de Óscar Arnulfo Romero. Su canonización, recurriendo a una expresión técnica, fue celebrada este domingo por el papa Francisco en una misa celebrada en la plaza de San Pedro. Romero es llamado “santo de América” desde la declaración de su martirio, en 2015. Su beatificación tuvo lugar en mayo de ese mismo año en la plaza Divino Salvador del Mundo en la capital salvadoreña. El nombre oficial que la iglesia le otorga como santo, sin embargo, es San Óscar Arnulfo Romero, obispo y mártir. Férreo opositor de las injusticias y atropellos que padecía su país en medio de la violencia política, fue asesinado en 1980 por los miembros de un escuadrón de la muerte mientras celebraba la misa.
“Es hermoso que junto a él (refiriéndose al papa Pablo VI cuya santidad también fue proclamada este domingo) y a los demás santos y santas de hoy se encuentre Monseñor Romero”, dijo el papa Francisco durante la homilía ante unos 70 mil asistentes, entre los que se contaban unos 7000 salvadoreños que llegaron desde la medianoche para hacer filas e ingresar a la plaza de San Pedro. “Monseñor Romero, quien dejó la seguridad del mundo, incluso su propia incolumidad, para entregar su vida según el Evangelio, cercano a los pobres y a su gente, con el corazón magnetizado por Jesús y sus hermanos”, resaltó el pontífice durante su homilía.
Las imágenes de Romero y del papa Pablo VI colgaban visibles junto a las de otros cinco nuevos santos que “en diferentes contextos, han traducido con la vida la Palabra de hoy, sin tibieza, sin cálculos, con el ardor de arriesgar y de dejar. Que el Señor nos ayude a imitar su ejemplo”, destacó Francisco.
La biografía de los siete nuevos santos, incluyendo la de Romero, fue leída al inicio de la celebración. El cíngulo que usó el papa era una reliquia de monseñor Romero y uno de los copones usado en la misa también perteneció al papa Pablo VI. Durante la misa, celebrada en latín, también se leyó el Evangelio en griego, como una muestra de la unidad de la Iglesia. Sacerdotes de diferentes orígenes participaban en la celebración, mostrando la universalidad de la Iglesia Católica.
Los presidentes de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén; Panamá, Juan Carlos Varela; de Chile, Sebastián Piñera; y de Italia, Sergio Matarella, así como la reina Sofía de España figuraban entre los asistentes.