La pandémica presencia del coronavirus puso sobre el tapete el rol esencial que tiene la web, ya no para el divertimento, sino como condición esencial para el desarrollo de la vida de las personas. Algo inimaginable 30 años atrás, cuando la World Wide Web iba asomando, tal como informáramos en ¡Santo hipertexto!
El servicio que brinda hoy la web es un salvavidas para miles de millones de personas y organizaciones a lo largo de todo el mundo. Sin embargo, el forjador de internet, Tim Berners Lee, se manifiesta frustrado con el estado actual de internet, y afirma “podríamos estar teniendo una web mucho mejor”.
El COVID-19 evidencia la necesidad de un nuevo enfoque para organizar y compartir datos personales. La abundante e inimaginable información que hay sobre las personas, acumulada en las diversas aplicaciones que utilizan las redes sociales, es poco y nada accesible como para hacer un uso inteligente de la misma. Cuestión que se potencia, ante la urgencia de la pandemia.
Causas
Se observa que ni las organizaciones, ni las personas tienen el control de sus datos. Desde 2018, Berners Lee junto a un equipo de especialistas están trabajando en una corrección de rumbo de la web, brindando sitios confiables para almacenar información digital sensible, acerca de la vida de las personas. Los datos permanecen bajo el control de los propios usuarios, y estos deciden quiénes podrán acceder a ellos, especificando un período de tiempo para acceder. Esto cobra especial interés en un caso de urgencia, como esta pandemia. Por ejemplo, las aplicaciones de detección de infecciones de virus y rastreo de contactos: al declararse el inicio de la pandemia, las organizaciones solicitan a los usuarios que compartan partes específicas de sus datos de salud.
Beneficios
Estas aplicaciones se desarrollarían y desplegarían rápidamente, y los ciudadanos comunes confiarían más en ellas. Una vez que pase la crisis, las personas simplemente revocan el permiso para sus datos y ya no habrá acceso a los mismos. Incluso se podría haber hecho más para beneficiar las vidas de las personas afectadas por la crisis.
¿Qué pasaría si pudiera compartir con seguridad fotos sobre sus síntomas, su registro de actividad física, los medicamentos que ha tomado y los lugares en los que ha estado directamente con su médico? Todo bajo el control de los usuarios.
¿Qué sucedería si las familias pudieran compartir automáticamente la información de ubicación y las lecturas de temperatura diarias entre sí para que todos se sintieran seguros cuando haya que visitar a una persona mayor? Todo esto, sin que ninguna persona a la familia acceda.
¿Cómo funcionaría el sector de salud si pudiera ver durante un brote un mapa de hogares marcados como inmunodeprimidos o en riesgo, para organizar controles médicos regulares? Y una vez que pase la crisis, ya no acceda a estos datos de la población para restablecer la privacidad.
Nada de esto es posible dentro de las construcciones de la web actual. Pero todo eso (y mucho más), podría ser posible. Aunemos criterios para lograr que el mundo posterior al COVID-19 sea mucho más efectivo que antes de la pandemia. Es posible y nuestro futuro depende de ello.