¿Qué hay detrás de las versiones de dolarización y nueva convertibilidad?

¿Qué hay detrás de las versiones de dolarización y nueva convertibilidad?

Una mirada sobre la actualidad y las políticas económicas argentinas.

Semanas pasadas, se conocieron las manifestaciones de un experto asesor directo del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, diciendo que estaba muy comprometido con la Argentina trabajando en un proyecto de una nueva convertibilidad. En el último mes, varios analistas financieros y diarios internacionales y economistas de la Argentina han vuelto a poner sobre el tapete, al igual que en el año 2000, si la Argentina no tenía que resignar su moneda de peso e ir camino a una dolarización como Ecuador o ir directamente a una vuelta a la convertibilidad, pensando que de esta manera se puede estabilizar la economía y revertir el flujo de inversiones. Es decir, se debaten tres alternativas económicas: dolarizar, nueva convertibilidad o pesificación total de la economía desindexando todos los contratos atados a moneda extranjera, siendo las dos primeras a priori las más atractivas.

Sin embrago, podemos decir algunos puntos. Abandonar el peso en vez de fortalecerlo es una decisión que le quitaría margen de maniobra al Gobierno Nacional, implica ajustes más severos y tener menor flexibilidad monetaria. Cada vez que ha habido severas restricciones en la Argentina en materia de pesos en épocas de crisis y de déficit “cero” –esto lo vimos en el pasado– ante la necesidad de las provincias de refinanciarse, hemos visto cómo han resurgido monedas locales si el Estado Nacional no las asiste. Esto puede ser una alarma contra la idea de la dolarización o de una nueva convertibilidad o con una política monetaria muy restrictiva y alta tasas de interés.

Por otra parte, la propuesta de dolarización es un tanto tirada de los pelos. Más allá que no se sabe bien cuántos dólares se necesitarían para sacar todos los pesos de circulación y si la Reserva Federal está dispuesta a proveerlos, no por ello, queda garantizado el flujo continuo de dólares que la Argentina necesita para producir. Las preguntas que surgen ante la necesidad de financiamiento futuro son varias: ¿en qué moneda se endeudará el Gobierno nacional y los provinciales?, ¿lo harán en dólares? ¿Si la Argentina hoy está carente de dólares porque hay una fuga continua de divisas hacia el exterior, quién garantiza que eso en realidad va a dejar de existir en el futuro o, dicho de otro modo, cuál es el precio del dólar a partir del cual se revierte el flujo? ¿Si lo que estamos viendo es que se fugan dólares de las ganancias de los exportadores –productores agropecuarios e industriales– que no están obligados a ingresarlo al mercado local o las empresas privatizadas de servicios públicos que a las tarifas actuales remiten utilidades al exterior, sin saber a ciencias ciertas si son verdaderas o no, en un juego especulativo que ha puesto en jaque a la moneda nacional, quién va a poner los dólares?

En definitiva, son muchos los analistas que indican que la dolarización no implica que la Argentina no tenga que hacer el ajuste de su cuenta corriente: déficit público, déficit comercial déficit financiero. Al contrario, están diciendo que tendrán que hacer el ajuste mucho más severo vía devaluación previa a la dolarización, pues los sectores tenedores de dólares – mineras, sector externo, agroexportadores, bancos, etc. se niegan a hacer su contribución bajo la idea que la sociedad argentina tiene que hacer el ajuste y principalmente el sector público. Lo que estamos viendo es que quién paga el ajuste que necesita la economía son los sectores asalariados y las pymes que tiene altísimas tasas para financiarse.

Por eso con las declaraciones del funcionario norteamericano se vuelve a destapar la idea de la convertibilidad, una especie de dolarización encubierta, un sistema bimonetario en el cual el Gobierno solamente emite pesos para respaldar dólares; un sistema que necesita menos dólares que un sistema convertible. Una nueva convertibilidad cuyo leitmotiv es de cara a los ahorristas argentinos, una “tranquilidad” para que confíen de nuevo, bajen las expectativas inflacionarias y depositen sus ahorros en dólares en los bancos, para que estos últimos, así financien o presten a los sectores de la economía en pesos.

El problema es que todos tienen muy fresco los sucesos del 2001, que ante la corrida cuando la gente iba a retirar los dólares, estos no estaban, y que los bancos internacionales que teóricamente iban a responder desde sus casas matrices por los dólares depositados por los argentinos, eso no sucedió. Todo al contrario, esos bancos fregaron por el cambio de la ley de garantías de los depósitos para responder solo por el capital nacional que poseían los bancos extranjeros, pues previo a la crisis, medio avisados, se dedicaron a fugar  o mover los fondos de las los dólares de sus ahorristas más valiosos al exterior, salvándolos del corralito y del corralón posterior.

El problema de la convertibilidad que no todos advierten es que solo se garantiza el cambio a una tasa de la base monetaria (lo que se respalda) y no de toda la expansión monetaria que se da a través de los créditos bancarios, por lo tanto ante una pérdida de confianza (corrida o estampida) los dólares no alcanzan. Es decir, la convertibilidad sirve como mecanismo en el corto plazo para regenerar el bajo nivel de confianza actual que necesita de otras medidas económicas que sustenten el programa económico. Por otro lado, muchos analistas olvidan los problemas de la convertibilidad discutidos en la última década. Primero, nuestro comercio exterior no es de forma exclusiva con Estados Unidos, no somos un estado anexado a los Estados Unidos como si fuera el único con el que se comercializa. Somos una nación que comercializamos con el mundo. Segundo, estar atados al dólar significa subir las depreciaciones y apreciaciones del dólar respecto del Euro, el Yen o el Yuan, es decir incorporamos todas las venturas y desventuras de la economía norteamericana. Aquí vemos la simpleza de algunos analistas que abandonaron algunos estudios teóricos de armar una propuesta relativa a la Argentina a tener una especie de convertibilidad pero basada en una especie de canasta de monedas que refleje el verdadero sentir del comercio exterior.

Tercero, en los años 90, los dólares que ingresaron a la Argentina fueron de la mano de la Privatizaciones y sus negocios, es decir, inversiones externas muchas veces pagadas con los papeles de la deuda en default o de muy baja cotización tomados a valor nominal y no real, más el aporte de capital de los grupos económicos nacionales.

Podemos decir como conclusión que todas estas especulaciones sobre avanzar a una dolarización y avanzar a un esquema de convertibilidad implica en el fondo el miedo de los analistas financieros de Wall Street y de EEUU que la Argentina realmente pueda contener la escalada del dólar y en realidad está demostrando expectativas negativas en cuanto al futuro, sobre la capacidad de la Argentina de pagar los interés de la deuda y lograr el refinanciamiento del capital. Una dolarización o en su defecto una convertibilidad en el corto plazo le daría un seguro de cambio para que la Argentina a partir de un brutal ajuste pueda pagar en los años subsiguientes, próximos dos o tres años, los intereses y amortización de capital de la deuda existente, con los dólares que ingresen de la asistencia del FMI y a futuro de la tan anunciada y postergada “lluvia de inversiones”

Lo que hemos visto desde mayo de 2018 es que la Argentina está financieramente muy comprometida, a partir de estar financiada a corto plazo con las Lebacs. Una cuestión que el gobierno poco a poco ha intentado solucionar pero que no queriendo tomar medida de raíz, como fue la decisión en su momento Domingo Cavallo antes de implementar la convertibilidad – el plan Bonex- para justamente sacar esa deuda de corto plazo y extenderla en un plazo no menor de 10 años. Por el contrario, lo que han efectuado en el último tiempo es ir pasando la deuda en pesos de las Lebac, a otra deuda en corto plazo pero en dólares, LETES. Los apostadores a la bicicleta financiera ya desarmaron sus posiciones y se fueron dejando el dólar cercano a 40 y el resultado de la pérdida de los 15 mil millones de la asistencia financiera del FMI.

En mi mirada creo que indefectiblemente, en el corto o mediano plazo, la Argentina si no revierte el flujo de capital y la confianza que este gobierno no ha podido lograr y básicamente la de los propios ahorristas argentinos (y de los mismos funcionarios del gobierno) que yacen en el exterior, es muy difícil que realmente se puedan honrar los compromisos extranjeros. Creo que indefectiblemente, a la corta y a la larga, la Argentina va camino a un default o a una reestructuración total de su deuda externa, señal de ello es un artículo escondido en el proyecto de ley de presupuesto que habilita al gobierno nacional a avanzar en tal sentido.

  1. horacio bottino 5 octubre, 2018, 17:34

    Pérdida paulatina de la soberanía económica argentina

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  2. Pablo Gabriel Troncoso 11 octubre, 2018, 17:16

    Hola: creo que el que lee este artículo, no comprende nada en su vida cotidiana, como influye en el vecino, y qué línea de defenza o no de “Lo Nacional” está en juego. Sugiero que se escriba “para todos”, porque sino, no llegamos a nadie.

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