Las cargas emocionales, sobre todo después de un año atípico como el que se fue, pueden repercutir en nuestra salud integral. Algunos tips y ejercicios que nos pueden ayudar en nuestra calidad de vida.
El año 2020 ha sido inusual e inesperado. Nos ha sorprendido y nos ha sacado de lugares conocidos. Hemos vivido en alerta, con la sensación de estar amenazados por un “ser” invisible, difícil de identificar, de controlar. Aun no ha acabado esto. Seguimos pensando en esta amenaza aunque pareciera que estamos un poco más acostumbrados, adaptados. Ante este panorama el temor ha sido habitual, no solo por esa amenaza imperceptible. El otro también pasó a ser una amenaza para uno, distanciándonos unos de otros. Miedo a salir a la calle, a vincularse, a acercarse, encerrándonos aún más. Muchos esperando la salvación en una vacuna, una solución externa.
Sin embargo, ¿habrá otra posibilidad desde nosotros para ayudarnos a estar fuertes ante esta amenaza? ¿Existirán alternativas que nos permitan vivenciar que podemos ser protagonistas para hacer frente a esta pandemia? Podríamos pensar también distintas acciones que podemos hacer nosotros para fortalecer nuestro sistema inmune y que nos ayudaría a aumentar las defensas suficientes para sobrellevar esta situación y prevenirnos, ya que esto no ha acabado y comienza un año aun incierto.
La clave, en vez de estar solo a la espera, sería convertirnos internamente en protagonistas de nuestra propia salud creando hábitos saludables para nosotros y para quienes nos rodean.
Este momento presente nos invita a no postergarnos más, a ayudarnos socialmente a llevar un sano estilo de vida, buena calidad de vida. La salud integral, física, mental y social, requiere el conocimiento y manejo del estrés.
El estrés se define como la respuesta inespecífica del organismo ante cualquier exigencia. El estresor puede variar según la persona que lo percibe. Para algunos puede ser un desafío y para otros, paralizante. Por eso son muy importantes las variables cognitivas que intervienen, es decir, las creencias, las representaciones internas que generan ese estrés. El estresor es el estímulo y el estrés es una respuesta del organismo que disponemos desde nuestros antecesores primitivos para la lucha, fuga o inmovilidad ante estímulos estresores amenazantes o exigentes. Un modo de supervivencia. No es específica para cada tipo de situación. Hay movilización de reservas del organismo para enfrentar la exigencia.
Allí radica la importancia de prepararnos saludablemente para que una nueva amenaza no nos tome desprevenidos y sin herramientas que fortalecen nuestra salud. El análisis transaccional, teoría psicológica, propone el modelo del hexágono vital que resume seis factores fundamentales en el manejo del estrés para el desarrollo y mantenimiento de la calidad de vida. El manejo adecuado del estrés requiere adoptar un estilo de vida que respete nuestras necesidades biológicas, psicológicas y sociales. La mayoría de las personas está más o menos desviada de dicho estilo de vida debido a la educación, mensajes o modelos recibidos, falta de información, influencias de los medios masivos de comunicación. Todos estamos en condiciones de fijarnos objetivos sanos y gratificantes para acercarnos gradualmente al óptimo deseado y ayudarnos juntos a llegar a esa meta.
Para ello les proponemos una autoevaluación de estos seis factores en nuestra vida. Puede ser una guía de cómo estamos y qué metas podríamos ponernos para fortalecernos. Tomando la imagen del hexágono pintaremos nuestro mandala de acuerdo con el puntaje que nos pongamos y a cada factor podemos darle un color diferente. Colocamos 0 si tenemos bajo ese ítem y hasta 5, que representaría el puntaje más alto.
Algunas claves
Una alimentación equilibrada es muy importante. Somos lo que comemos. La licenciada Natalia Amengual nos enseña el plato 60/40. Un 60 % de frutas y verduras de estación de todos los colores y un 40 % de granos, legumbres, frutos secos y harinas (la de trigo en lo posible reemplazarla por integral u otra, entre la variedad de harinas muy nutritivas), las semillas hidratadas, tostadas. Las carnes, quesos, huevos y harina de trigo tres veces por semana como máximo. Evitar los enlatados, lácteos y el azúcar. Comer aquello que viene directamente de nuestra tierra. La práctica cotidiana de esta alimentación nos permite un bienestar general, nos aporta energía y vitalidad.
Realizar actividad física favorece los procesos esenciales de la nutrición, el buen funcionamiento del corazón y de la circulación sanguínea, evita la acumulación de grasas en los vasos sanguíneos y debajo de nuestra piel. Además es una gran fuente de bienestar ya que activa endorfinas, llamadas las hormonas de la felicidad. El ejercicio físico requiere ritmo y rutina. Por ejemplo, una caminata diaria de media hora puede ser de una gran ayuda.
Tener un hobby o algo que nos divierta, que nos interese o nos apasione, como por ejemplo una actividad artística, es un lenguaje de expresión de muchas emociones y es sanador. Coleccionar objetos, crear espacios de juego y diversión no solo nos distiende y es una descarga sino que nos ayuda en múltiples aspectos de nuestra vida personal y social. Nos nutre y es una caricia para el alma.
El trabajo diario puede ser agobiante y cansador. Sin embargo es posible transformarlo creativamente en algo interesante, poner nuestra cuota de algo propio, modificar las rutinas en desafíos. ¿Cómo podemos darle más color o hacer nuevas las cosas de todos los días?
La relajación, la respiración consciente, el descanso son muy valiosos. Darnos el espacio para meditar, ir para adentro, darnos cuenta de nuestra respiración. No siempre tiene que ser solo dormir, sino un momento de silencio, de interioridad, de agradecer el aire que entra y que sale. Nuestro organismo necesita recuperar energías para descubrir dónde estamos y hacia dónde queremos ir.
Es recomendable, además, tener un buen grupo de apoyo. Todo lo anterior sería imposible de realizar si no es con otros que nos acompañan, nos estimulan, nos quieren, nos aman. Tener ese lugar también donde nutrirnos. Que todas estas actividades del hexágono vital sean también acompañadas por otras personas. El reconocimiento del otro nos da la batería para la vida, como también dar a otros nos llena de plenitud y nos sana. No dejemos de construir y cuidar esos espacios entre nosotros más allá de las limitaciones.
Artículo publicado en la edición Nº 627 de la revista Ciudad Nueva.
Fuentes: Kerman, B. y Kertesz, R. (1984). El manejo del stress. Buenos Aires: Editorial Ippem.
Amengual, N. (2018). Detox 21. Tres semanas para mejorar tu vida. Buenos Aires: Planeta.
Me encanto la publicación, fue de mucha ayuda .