Por una paz justa y duradera

Por una paz justa y duradera

Llamamiento, ante los conflictos actuales – Ante la escalada de violencia en distintos países la presidenta de los Focolares hace un llamamiento a las comunidades del Movimiento en todo el mundo para que pongan en el centro de la vida y de la acción el diálogo y la oración, caminos hacia la verdadera paz.

No podemos dejar de escuchar profundamente el grito de dolor que llega en estos días desde muchas partes del mundo, porque la paz vuelve a estar en grave peligro.

Me refiero a las protestas que han desembocado en violencia en varias ciudades de Colombia; a la gente de Myanmar, que lleva meses sufriendo y en donde aún no hay destellos de paz y libertad; de varios países y regiones africanas que por diferentes motivos se agitan con una violencia que parece no tener fin.

¿Y qué decirles de la situación que ha vuelto a estallar en Jerusalén, en Haifa, en la Franja de Gaza y en muchas otras ciudades de la Tierra Santa en estos días?

Es una situación que vivo realmente en mi piel; la noticia de los bombardeos, de las muertes que aumentan cada día reaviva un dolor inmenso en mi corazón, también porque esta es la tierra en donde nací y en la que he crecido.

Quiero decirles a todos los que viven en primera persona estas situaciones de violencia, arriesgando muchas veces su vida, que ¡estoy con ustedes más que nunca! Ofrezco y rezo todos los días para que cesen los bombardeos y la violencia entre los diferentes grupos, para que se salven las vidas humanas y para que la paz vuelva a ser el bien supremo para cada persona, para cada pueblo y para cada gobierno.

Esta tierra, con todas sus heridas profundas pero también con sus grandes riquezas, fruto de la multiplicidad de pueblos que la habitan, ha grabado en mi alma la certeza de que solo el diálogo, vivido, a veces incluso de manera heroica, construye la verdadera paz en todos los lugares del mundo donde falta. Lo que siento hoy profundamente es invitar a todos a redescubrir que somos todos hermanos, hijos del mismo Padre, sin dejarnos llevar por el odio o por la tentación de ver solo nuestra parte.

Nos comprometemos juntos a volver a poner la reconciliación y el diálogo en el centro de nuestro pensamiento y de nuestra vida, de la vida de nuestras comunidades, de nuestros pueblos. Un diálogo con todos, sin excluir a nadie y que implemente políticas justas, que acojan y respeten las diversidades. (…)

¡Mantengamos viva la esperanza! Con el amor recíproco renovado entre todos, intensifiquemos la oración por los que sufren, por los muertos, por los que no tienen la certeza del mañana. Pero sobre todo roguemos a Dios que nos conceda el mayor bien para toda la humanidad: el don de una paz justa y duradera.

Margaret Karram, Presidenta del Movimiento de los Focolares

Artículo publicado en la edición Nº 631 de la revista Ciudad Nueva.

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