Una mano distinta, una iniciativa que pone en el centro a quienes necesitan un empleo formal, es un ejemplo de los voluntariados que han crecido a raíz de la pandemia.
Son muchas las personas que donan parte de su tiempo a causas diversas. La pandemia desatada en 2020 fue un desafío que acrecentó el espíritu de generosidad en miles de seres que respondieron, mediante el voluntariado, a paliar necesidades puntuales y concretas. No es una mera percepción, así lo certifica la encuesta realizada por Voices! y Qendar: un 35 % declaró que en los últimos meses de 2020 realizó tareas en las que aportó su tiempo en beneficio de otros. Además fue una participación activa e intensa: en promedio dedicaron unas ocho horas semanales. Se trata del número más alto de los últimos años: un 2 % más que en 2018 y tres puntos arriba de la cifra de 2002. “En nuestro país hay una relación entre el crecimiento del voluntariado y las crisis económicas. Fue significativo en la crisis de 2002, luego de la crisis de 2001, y también un aumento importante y sostenido en los últimos años”, explica Constanza Cilley de Voices! Esta vez, la compleja situación socioeconómica y sanitaria provocada por el coronavirus fue la promotora de esta notable participación.
El papel de los jóvenes fue esencial. No solo pusieron el cuerpo, sino que también aportaron dinero. Constanza agrega: “En la mayoría de los casos, implicó un contacto directo con realidades que de otro modo no conocerían. El voluntariado se revela más como un intercambio que como una donación”. El motivo que más impulsa a los jóvenes a transitar el voluntariado es el de ayudar al prójimo y la posibilidad de devolver las oportunidades que tuvieron.
Muchos de estos momentos quedaron registrados en “Ser Voluntario en Imágenes 2020”, concurso que recopila imágenes de trabajos voluntarios en Argentina, e integra un libro disponible en el portal servoluntario.org, que ya lleva diez ediciones reflejando la bendita existencia de personas urbi et orbi con la fraternidad a flor de piel.
Pablo José Rey, integrante de la organización, resume: “La solidaridad, el compromiso y la voluntad transforman. En este complejo contexto no fue distinto: estuvieron ahí, dispuestos a ofrecer sus manos, con generosidad, valentía y mucha convicción”.
El semáforo que dio una mano
Boca fue la excusa para acercar los mundos de Agustín Pozzoli y Agustín Figueredo. De camino a su trabajo, Pozzoli (24 años), se cruzaba a diario con su tocayo Figueredo (21), quien se dedicaba a limpiar los vidrios de los autos en la esquina de Panamericana y la Ruta 197 (provincia de Buenos Aires). “Por lo general interactuábamos el tiempo que dura un semáforo. Los dos somos hinchas de Boca, así que eso siempre daba pie para algún comentario. Pero hace unos meses detuve el auto y bajé a conversar con él. Me comentó que estaba buscando trabajo, pero como no conseguía, se dedicaba a limpiar vidrios. Automáticamente le dije: ‘dame tu currículum’, pero me respondió que no tenía. Eso me hizo pensar que uno da por sentado que todos tienen un currículum, o una computadora o un celular y no es así”, reflexiona Pozzoli.
Fue uno de los primeros casos de Una Mano Distinta, una red que conecta a personas que buscan trabajo con voluntarios que pueden orientarlos y acompañarlos en el proceso de búsqueda. Por medio de esta iniciativa, Figueredo se conectó con Martina, una voluntaria que lo ayudó a armar su currículum. Al poco tiempo, obtuvo un trabajo temporario en un emprendimiento de jardinería. “En mi vida trabajé de muchas cosas: en talleres mecánicos, en una fábrica, en un aserradero. Trabajo desde los tres años. Nunca había hecho nada de jardinería y la experiencia me encantó. Aunque era un trabajo temporario, me devolvió la esperanza de que puedo conseguir un mejor trabajo. Hace dos años que busco y no consigo nada. Y ya estaba desmotivado, pero ahora volví a buscar con todo”, explica Figueredo, quien vive en una casa alquilada junto a su pareja y su beba de cinco meses. El joven cuenta que trata de darle un diferencial a su servicio de limpiavidrios, con el saludo respetuoso al acercarse a cada auto y una cuota de buen humor. “Hay gente que arranca el día con mal humor, así que trato de contagiar mi buena onda para arrancar la jornada. Con el correr de los días, hasta ese que al principio me miraba con miedo y me decía que no con la mano, afloja, baja el vidrio y me saluda”, asegura.
Pero de todas las interacciones diarias, destaca especialmente la que tuvo con su tocayo Pozzoli. “Que bajara del auto, se pusiera a hablar conmigo y me preguntara de mi vida, fue un montón para mí”, agrega.
El referente de Una Mano Distinta está convencido de que cuando se logra derribar la barrera del prejuicio, lo que ocurre es un encuentro entre personas. Sin embargo, sabe que actitudes como la suya no son las más frecuentes en nuestra sociedad. “Más de una vez escuché comentarios muy prejuiciosos sobre personas como Agus. He escuchado cosas horribles, por ejemplo, referirse a ellos como ‘esos negros cabeza lo que buscan es robarte’. Pero son personas como yo, solo que no tuvieron la suerte que yo tuve, no tuvieron los privilegios a los que yo accedí”, reflexiona.
En la corta vida de Una Mano Distinta, que se inició en septiembre de 2020, la iniciativa recibió setenta solicitudes. “Hasta ahora pudimos conectar a cuarenta personas. Nos hacen falta voluntarios. Hay mucha gente que necesita trabajar, a la que el trabajo podría cambiarle la vida. Para esta tarea no hace falta ningún talento en particular, ni contactos o una posición económica específica: lo fundamental es tener ganas y compromiso”, resalta su fundador.
Una Mano Distinta se propone tejer una red que priorice el vínculo personal. “No queremos que un voluntario maneje diez casos. Creemos que de esta manera se pueden generar conexiones más personales. Lo que nos importa es que el voluntario se comprometa en su tarea. Que haga suyo el objetivo de que el otro consiga un trabajo. Soñamos con que, en este recorrido, se nos sumen también empresas que estén buscando empleados y estén dispuestas a contratar a los postulantes de nuestra base. Cuando una persona obtiene un trabajo digno, en blanco, y eso le cambia la vida, genera un sentido de pertenencia con esa organización que realmente hace la diferencia”.
Artículo publicado en la edición Nº 629 de la revista Ciudad Nueva.
Más información: www.servoluntario.org / www.instagram.com/unamanodistinta /
Fuentes: La Nación y Ser Voluntario