Según el ex empresario Sergio Machado se habrían repartido unos 20 millones de dólares entre Calheiros, Sarney y Jucá.
El escándalo por corrupción a partir de sobornos realizados con fondos de la empresa petrolera estatal Petrobras y sus subsidiarias sigue conmocionando el escenario político de Brasil y parece destinado a provocar cambios relevantes.
En las últimas semanas, cobró protagonismo la figura de Sergio Machado, un ex senador y ex presidente de Transpetro quien difundió grabaciones de conversaciones con ministros y dirigentes del PMDB, el partido del presidente interino Michel Temer, que provocaron la renuncia de dos ministros y pusieron en una situación embarazosa al presidente del Senado, Renan Calheiros, que también pertenece a esa agrupación. En los audios, los ministros y el titular del Senado se expresaban acerca de la necesidad de apartar a la presidenta Dilma Rousseff para luego frenar las investigaciones de la Justicia en el caso Petrobras.
Hubo un salto de calidad en las declaraciones de Machado, que ahora se han transformado en un testimonio que se acoge al acuerdo con la Fiscalía cuyo objetivo es reconocer el delito cometido y pactar una reducción de la pena a cambio de su delación. Machado detalló a los jueces el pago de sobornos por 20 millones de dólares al presidente del Senado, Calheiros, al ex presidente José Sarney y al senador y actual presidente del PMDB Rome Jucá, quien la semana pasada tuvo que renunciar como ministro de Planificación, precisamente por las grabaciones mencionadas.
El delator explicó que afirmó que los sobornos recibidos por favorecer a grandes empresas con millonarios contratos de la estatal fueron distribuidos entre los miembros del PMDB, los que facilitaron que permaneciera 13 años al mando de la empresa Transpetro, entre 2003 y 2015. El año pasado, Machado renunció ante las denuncias que lo involucraban en la red de sobornos y, según relató, Calheiros recibió unos 8,6 millones de dólares, Sarney y Jucá 5,7 millones de dólares respectivamente por la adjudicación de contratos de Transpetro. Machado menciona en sus declaraciones también a otros dirigentes de ese partido.
Jucá es un hombre de confianza del presidente interino, Temer. Por lo que estas declaraciones impactan duramente en la imagen y la moralidad de su gobierno y de un partido, el PMDB, que luego de ser el principal aliado de Rousseff se ha transformado en un adversario, con un giro que lo condujo primero a distanciarse de la presidenta para, luego, transformarse en opositor y apartarla del poder con la puesta en marcha de un discutible juicio político.
Decenas de ejecutivos de importantes empresas y más de un centenar de políticos, incluyendo a los presidentes del Senado y de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha (también este último del PMDB) han sido alcanzados por las denuncias. Cunha ya ha sido destituido de su cargo como titular de la Cámara. El propio presidente Temer podría ser procesado, ya que hay graves acusaciones acerca de la financiación de su campaña.
Todo indica que la delación de Machado no será la última. En efecto, se aguardan las declaraciones de Marcelo Odebrecht, industrial de la construcción, que podrían dar lugar a una nueva y más intensa sacudida del sistema político brasileño.