Más de dos semanas después de la votación de la segunda vuelta para elegir la o el nuevo presidente del Perú, el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) aún no proclamó al vencedor. Se prevé que los resultados definitivos se anunciarán sólo a fines de junio o inicios de julio.
Con el 100% de las actas contabilizadas hay un “empate técnico”, con apenas 44.058 votos de diferencia a favor de Pedro Castillo (Perú Libre) sobre Keiko Fujimori (Fuerza Popular). No obstante que ambos partidos han interpuesto en total 1.090 solicitudes de nulidad de mesas de votación, muchos ven difícil que el resultado cambie. Los simpatizantes de Castillo ya han iniciado los festejos.
¿Cómo se ha llegado a una segunda vuelta con una polarización tan extrema, con dos candidatos con visiones y programas de gobiernos completamente opuestos? ¿Por qué el Perú se dividió literalmente en dos, eligiendo a uno y rechazando al otro? La candidata de Fuerza Popular, hija del ex presidente Alberto Fujimori (condenado y en la cárcel), se presentaba por tercera vez, habiendo ya perdido las dos veces anteriores, siempre llegando a segunda vuelta. Su rechazo hubiera sido aún mayor si su oponente hubiese sido un candidato más “centrista”.
Y entonces surge otra pregunta: ¿Por qué a la mitad de los peruanos los asusta un pequeño maestro rural de 51 años, que mide 1,65 m., casado y con 2 hijos, de origen humilde, nacido en Chota (2.400 m.s.l.n.m.), un pueblito de los Andes del norte del Perú, que se presenta a caballo, con un gran sombrero y un enorme lápiz empuñado como si fuese una espada? En estas líneas, intentaré responder a estas preguntas desde mi visión de extranjero en este país.
Para comenzar, habría que evidenciar el elevado grado de corrupción no sólo política ya no soportado más por la gente de a pie; bastaría, como ejemplo, recordar que los últimos cinco presidentes fueron o están siendo pocesados por actos de corrupción. En las últimas décadas, y a pesar del crecimiento sostenido del Perú a una media superior al resto de los países de la región, los gobiernos de turno hicieron muy poco para achicar la enorme brecha existente entre los pocos ricos y los muchos pobres.
A esta situación, habría que agregar el imprudente acto de “vacar” (destituir) al presidente Martín Vizcarra, en noviembre del 2020 (siempre por corrupción), en plena pandemia y cuando el país necesitaba un gobierno fuerte que se ocupara de la salud y de las necesidades básicas de los ciudadanos.
Luego de un intento de “golpe parlamentario”, que al final tuvo que dar marcha atrás por la reacción de la gente que salió a la calle a defender la democracia, se constituyó un gobierno interino que ha gobernado en estos meses y será quien entregue el poder al nuevo presidente electo.
Los efectos de la pandemia han sido devastadores (400 fallecidos en media por día, con un total de 187.000 muertos), con un débil sistema sanitario colapsado y con efectos más graves en la economía de un país con una tasa de informalidad del 75%. Son muchos los que tienen que luchar para dar de comer a sus hijos.
Otro acto de grave irresponsabilidad política, desde mi punto de vista, fue la fragmentación del voto en la primera vuelta, con la presentación de 18 candidatos (¿ambición personal?), algunos de los cuales apenas alcanzaron el 2%. El resultado final era previsible: ganaron los extremos, el candidato de la izquierda con el 19% y apenas el 14% la de la derecha. Esos son los votos propios con los que, uno de ellos, llegará a ser elegido presidente del Perú. Los votos que se sumaron luego en el balotaje, se pueden leer más como un rechazo al candidato no votado que como simpatía hacia el votado.
Pero retomemos la pregunta: ¿Por qué un pequeño maestro rural, a caballo y con un gran sombrero, asusta tanto a la mitad de los peruanos? Pedro Castillo Terrones, en realidad deseaba fundar un “partido político de maestros” como él, pero la pandemia le impidió juntar las más de mil firmas necesarias para constituirlo. Buscó y encontró en “Perú Libre” la plataforma para lanzarse como candidato presidencial. La pregunta que sigue podría ser: ¿Castillo utilizó a Perú Libre o éste se sirvió de un candidato, desconocido y lejano de la política tradicional, para competir en las elecciones?
Perú Libre se define a sí mismo como un partido “marxista-leninista-mariateguista”[1]. Vladimir Cerrón, su presidente, es un neurocirujano formado en Cuba. Ha sido condenado, también él por corrupción, a 4 años de cárcel, con condena suspendida, lo que le impidió postularse a la Presidencia. Está claro que es esta plataforma política, en la que se apoya Pedro Castillo, y su presidente Cerrón, la que asusta a la mitad del electorado del país andino.
La Iglesia católica peruana, a través de la Conferencia Episcopal, ha alertado a sus fieles acerca de la incompatibilidad de la fe cristiana (que busca la unidad del género humano) con la doctrina comunista, basada en la lucha de clases.
Si Vladimir Cerrón despierta los fantasmas del terrorismo de los años ’80 (Sendero Luminoso y el Movimiento Túpac Amura), que produjo casi 70.000 víctimas (en su mayoría campesinos, incluyendo mujeres y niños), Keiko Fujimori resucita los recuerdos de la feroz dictadura de su padre (1992-2000).
Para completar el cuadro, habría que agregar algunas declaraciones de Pedro Castillo que han generado temores en mucha gente y en los mercados, como el anuncio de la creación de una nueva Constitución y el fuerte rol protagónico que adjudicaría al Estado. En especial, por lo que respecta a la estatización de los recursos naturales (minería y gas, en particular), al cierre de algunas importaciones básicas en pos de la defensa de la producción nacional, control de las grandes empresas y de la inversión extranjera, junto al rechazo del pago de la deuda externa y a la limitación del turismo externo, entre otras medidas.
Pero más allá de los anuncios de campaña, quien finalmente será investido como presidente del Perú el próximo 28 de Julio, en el contexto de las Fiestas Patrias y en el Bicentenario de la Independencia, será un presidente elegido por la mitad de los peruanos y no elegido por la otra mitad. Tendrá por delante el gran desafío de lograr ser presidente de todos los habitantes de este hermoso país. Es el augurio que le hago, como extranjero que ama a esta tierra que me acoge, para el bien del Perú.
[1] José Carlos Mariátegui La Chira, fue el fundador del Partido Socialista Peruano en 1928. Tras su muerte, pasaría a denominarse Partido Comunista peruano. Es una fuerza política que, según su acta de fundación, tendría como herramienta axial al marxismo-leninismo. En 1929, fundó la Confederación General de Trabajadores del Perú.
Muchísimas gracias por ofrecer una panorámica q aquí desde España es muy desconocida en sus detalles.
Deseando la paz y el desarrollo q Perú se merece.
Un fuerte abrazo
José A de Ramos (Alcalá de Henares, Madrid)