Jóvenes del Movimiento de los Focolares en auxilio de los más perjudicados tras las explosiones en Beirut.
“Nos despertamos esta mañana pero ninguno había dormido. Todos estábamos en shock. Por lo tanto fue algo natural escucharnos y decidir salir de casa para ayudar a quienes más lo necesitaban. Nos espera un trabajo enorme”. La máquina de la solidaridad en Beirut se puso inmediatamente en marcha, por más que los ojos y el corazón todavía estén llenos de horror. Marianna Abou Jaoude, de la comunidad del Movimiento de los Focolares de Beirut, que aquí, en Líbano, cuenta con unos mil miembros, cuenta cómo está reaccionando la ciudad desde las primeras horas de la mañana.
Marianna coordinó a un grupo de jóvenes para los primeros auxilios de las familias más damnificadas. “Hemos recibido pedidos de ayuda por parte de personas en dificultad y una lista de necesidades de distinto tipo. Por lo tanto nos pusimos de acuerdo, dando prioridad a los casos más graves y a las urgencias”. Luego, cada uno aportó algo, sobre todo elementos para limpiar, porque ahora el mayor problema son las casas destruidas.
“Hoy, Beirut –cuenta Marianna– es una ciudad completamente destruida. A nuestro alrededor, sobre todo en los barrios límitrofes con el puerto, las casas no tienen paredes, se han derrumbado bloques enteros de edificios. En el resto de la ciudad los vidrios de las ventanas están completamente rotos. Muchos han sufrido heridas estando en el interior de sus viviendas, ya sea por las astillas de los vidrios o por los golpes de objetos arrojados por la explosión”. En la zona del puerto “no hay nada. Solo se ve una montaña de cemento y polvo. El polvo. A causa de la onda expansiva de la explosión, hay polvo y arena por todas partes”. Al entrar en las casas, sobre todo para dar una mano en la limpieza, “la gente se siente aliviada. Es como dar una esperanza en medio de la destrucción. Las personas –prosigue Marianna– todavía conservan el horror en los ojos. Aún no podemos creer lo que hemos visto ayer. El Líbano ya estaba pasando por un momento dificilísimo. Los problemas son muchos: el coronavirus, la crisis económica, que es enorme, la crisis social con las revoluciones en la plaza[1], la crisis política. No entendemos cómo ni por qué se produjeron estas dos explosiones ayer. Cómo es posible que hubiera semejante cantidad de nitrato de amonio tan cerca de las personas, de los civiles, de las casas. No sabemos si ha sido un atentado o un accidente. Solo sabemos que estamos en shock”. Marianna cuenta, además, la indignación que sienten hoy los habitantes de Beirut. “Debido a esto –agrega– los jóvenes han decidido dejar de lado el horror que sienten ante la muerte y la destrucción para ir al encuentro de las necesidades de los más afectados. ¿Cómo hacer para quedarse en casa si afuera hay gente necesitada que te pide ayuda? No tenemos nada más. Pero podemos responder al mal con el bien. El amor es la única respuesta posible que nos queda”.
Fuente: argensir.it
[1] Se refiere a las manifestaciones de protesta contra la corrupción en el poder político llevadas a cabo en la plaza de los Mártires, en Beirut.