Para la Organización Meteorológica Mundial se confirma que la quema de combustibles fósiles, debido a la actividad humana, es la principal responsable de las emisiones.
No hay indicios de una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Por el contrario, éstas siguen incrementándose acentuando el calentamiento global que se experimenta con consecuencias dramáticas. Lo señala la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en el boletín informativo emitido este lunes, en el que ha publicado las mediciones más recientes al respecto. Para los expertos de la OMM hay que retroceder 3 millones de años para encontrar concentraciones de gases similares a las actuales. En ese entonces la temperatura del planeta era 2 o 3 grados superior a la actual, y el nivel de los mares unos 10 o 20 metros más alto.
Para la OMM, que depende de la ONU, los indicios coinciden en indicar que el principal responsable del constante aumento de gases de efecto invernadero es la quema de combustibles fósiles, es decir con la actividad humana. Los científicos habían señalado hace tiempo que había una “línea roja” para las emisiones de CO2 que no debía franquearse: las 400 partes por millón (ppm) de concentración de este gas. Pero ya la hemos superado y en modo permanente, alcanzando las 407 ppm. Cuando comenzó la revolución industrial, que marcó la disparada de la quema de combustibles en el mundo, su concentración era de 278 ppm. Pero en paralelo también han crecido las emisiones de gases no menos letales: el metano y el óxido nitroso, por ejemplo. El efecto invernadero que estos gases incrementan ha permitido que los años más calurosos desde que hay mediciones confiables de la temperatura del planeta, 1850, han sido el 2015, 2016, 2017 y 2018… y el actual 2019 se encamina a estar entre los cinco.
La advertencia de la OMM es importante, ante todo porque los que más saben de clima no son los químicos o los físicos, sino los especialistas en meteorología, entre los cuales existe una cuasi unanimidad en asignar a la actividad humana la mayor responsabilidad por el calentamiento global. Uno de las indicaciones importantes es que debe haber y pronto una drástica reducción de las emisiones si no se quiere complicar ulteriormente la vida de las futuras generaciones. No basta con que la Unión Europea reduzca sus emisiones en cantidad importante, porque los gases se dispersan en la atmósfera y no conocen fronteras. Por tanto, no importa dónde se emiten, sino que se sigan emitiendo en general.
Las comparaciones con respecto a las concentraciones en épocas remotas han sido posibles gracias al estudio de los hielos que han atrapado burbujas de aire y las han conservado hasta durante 800.000 años. Las concentraciones de sustancias en esas burbujas han permitido reconstruir el nivel de gases en la atmósfera en el pasado. Lo preocupante de esta situación es que para los expertos de la OMM “no hay señales de una desaceleración, y mucho menos una disminución, de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera a pesar de todos los compromisos contraídos” con el Acuerdo de París. Este mes se celebrará en Madrid una nueva cumbre del clima y el objetivo debe ser el de conseguir de los países planes de reducción de las emisiones mucho más ambiciosos, si no queremos enfrentar situaciones todavía más dramáticas.