No se olviden de Cabezas

No se olviden de Cabezas

La invitación a no olvidarse del reportero gráfico de Noticias es casi retórica, porque lamentablemente en el país se siguen repitiendo los mismos patrones que caracterizan su asesinato: la imperturbable impunidad del poder vinculado a la política, con la complicidad de las fuerzas de seguridad, la colaboración ad hoc de la delincuencia común en un contexto de denagada justicia. Un mix institucionalmente letal para la consolidación de la democracia y la construcción de un sólido tejido social. Un contexto como este, es capaz de reproducir una y otra grieta oponiendo, paradojalmente, a las verdaderas víctimas de este sistema: los ciudadanos.

José Luis Cabeza fue asesinado hace veinte años por mandato del empresario Alfredo Yabrán. Su culpa fue haber revelado el rostro del opaco millonario. Su seguridad, delincuentes comunes y miembros de la policía colaboraron en la eliminación del periodista. Dos disparos en la cabeza realizados por un comisario de la bonaerense. Hoy nadie de los responsables del crimen cumple prisión. Y se podrán alegar muchas razones, entre ellas la aplicación de muy peculiares normas penales. No es cuestión de reclamar mano dura, se trata de un elemental sentido de justicia: el arrempentimiento es una clave fundamental para la recuperación del reo… junto con el tiempo con el que se sana la herida que se infiere a la sociedad metiendo dos balas en la cabeza de un periodista desarmado culpable de haber hecho su trabajo.

Este caso se plantea por tanto como la síntesis de algunas de las asignaturas pendientes de nuestra sociedad: la imperturbabilidad con la que poder económico y poder políticos se unen, a menudo en perjucio del bien común; una justicia pávida y que interviene en modo espasmódico, para hacer cumplir la ley cuando ello no supone riesgos; fuerzas policiales de dudosa confianza demasiado familiarizadas con la delincuencia común. En definitiva, es la asignatura pendiente de una democracia que necesita crecer fortaleciendo y no usando las instituciones.

Honremos la figura de este servidor de la opinión pública no sólo con discursos vehementes, sino construyendo pacientemente la vida democrática del país renunciando a todo atajo. Será lento e incluso desgastante. Pero ganaremos todos.

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