Munich y los “eslabones débiles”

Munich y los “eslabones débiles”

Algunas reflexiones escritas precisamente en Munich, una semana antes de que allí comenzara una secuencia de ataques violentos que han sacudido Alemania.

El domingo pasado, 17 de julio, me encontraba precisamente en Munich. Sentado en un banquito del centro Marienhof, tomaba algunos apuntes movido por muchos interrogantes y escribía lo siguiente: “Visitando esta ciudad, me hago muchas preguntas. No la impenetrabilidad de una cultura rica en arte y en historia como la alemana, ejemplo de la familia de las culturas europeas, y de culturas como la árabe, las de Medio Oriente y de Asia central. Estas últimas, han elaborado un pensamiento distinto del europeo sobre valores como la libertad, la democracia, la separación entre Estado y religión, la responsabilidad personal.

“Más que en otros lugares, aquí se ven los signos distintivos de cierta cultura: velos que, a veces, cubren por completo a las mujeres, hombres que mandan a sus esposas en modo insolente, grupos de jóvenes varones un poco desbandados, chicos que violan las férreas reglas de la limpieza de las calles… Todo esto en medio de la casi total separación.

“En nombre de los principios de la cultura europea, se los respeta a árabes y mediorientales, incluso con iniciativas extraordinarias, única en Europa, en materia de acogida y de integración. Sin embargo, en los hechos, queda una separación que en ciertos casos es total. Puede que se sienten en las mesas del mismo bar, pero nunca se dirigen la palabra. Hay algo de altivo en las miradas y los gestos de los alemanes; hay algo de desafío en los gestos y las miradas de los árabes y sus vecinos.

“Se notan amplios espacios sin mezclas entre diferentes, Los alemanes frecuentan los lugares donde se venden cerveza y carne de cerdo, evitados por los islámicos que no pueden comer esa carne o tomar alcohol que prefieren cafés o heladerías. Incluso me pregunto sobre la total lejanía cultural de las arquitecturas de Bavaria respecto de las árabes. Una incompatibilidad llamativa, aunque no son pocos los islámicos, en particular los que no son árabes, que entran en las iglesias.

“¿Y qué decir de los celulares y aparatos digitales omnipresentes? Árabes, mediorientales y centroasiáticos los han adoptado sin la menor preparación cultural y tecnológica.

“¿Quiero decir que la integración no es posible? Todo lo contrario. Está la incógnita de un pensamiento religioso extremo (whabitas y salafitas) que en los hechos impiden la integración oponiendo muros ideológicos que de religioso tienen muy poco. Y está la realidad de una potencia económica y política como la alemana que atrae pero que suscita cierto temor. El desafío es enorme. Hay que evitar que se acumule demasiado desprecio de un lado y demasiado resentimiento del otro. Sirve la conciliación que, lamentablemente, veo que se da sólo entre auténticos cristianos y musulmanes más espirituales. El riesgo del choque es real si la política y la religión, unidas en los intentos, no encontraran cómo conciliar las diversidades, rechazando las guerras y las invasiones, los terrorismos y la explotación, el trato diferenciado. El nacionalismo está a la vuelta de la esquina y con él las guerras y las vejaciones, la cerrazón y las ofensas, sin considerar los gestos de los ‘eslabones débiles’ de un lado y del otro”.

Estas reflexiones siguen al ataque a hachazos del joven de 17 años de origen afgana del 18 de julio, los 9 muertos del centro comercial de Munich provocados el 22 por un germano iraní sometido por años el bullying en su escuela (un caso psiquiátrico de un joven, además integrado, que nada tiene que ver con las tensiones con el mundo islámico); luego de que un prófugo sirio de 21 año, quien solicitaba asilo, asesinara el 23 a una mujer en Reutlingen y luego del episodio de ayer, 24, cuando otro joven sirio hizo estallar el artefacto explosivo que llevaba matándose e hiriendo a una decena de personas en Ansbach.

No es fácil analizar todo esto, sobre todo si no se conoce bien Alemania. En el país hay una importante minoría turca que se ha integrado muy bien. Pero la coincidencia entre los hechos y estas reflexiones me ha impresionado. Creo que las tensiones, de un lado y del otro, de las que hablo ya habían superado los niveles de peligro, también considerando la situación francesa y que desde hace tiempo en Alemania se esperaba la acción del terrorismo.

Y cuando la tensión es demasiado elevada, saltan primero los “eslabones débiles” de la sociedad, aquellos jóvenes y adultos que más han quedado afectados por problemas psicológicos. Luego del fracaso del modelo francés y del británico, la pregunta luego de esta dolorosa semana en Alemania es inevitable: ¿estará acaso saltando el modelo más pragmático alemán? No lo creo, pero hay que interrogarse para entender.

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