Joe Biden fue el candidato más votado en la historia de Estados Unidos. Superó a Barack Obama, también a Bill Clinton, y a todos sus antecesores.
Su campaña electoral devino materia de estudio para las ciencias sociales. La avalancha de personas que sepultó a Trump con su voto escondió un secreto, el de convencer uno por uno a millones de estadounidenses que estaban fuera del sistema electoral para que se registraran y emitieran su voto.
La reconquista de los hartos y descreídos, también será determinante para la próxima elección en Argentina. Hay una enseñanza en la llegada de JB al poder. Una de las claves más extraordinarias del triunfo del candidato demócrata fue la obtención de votos más allá de quienes tradicionalmente se movilizan a votar, un trabajo de convencimiento y seguimiento individualizado en comunidades marginadas de las grandes ciudades y de la periferia. Vincent Watkins hizo esa tarea para Biden en estados como Alabama, Georgia, Louisiana o Mississippi, en populosas y desesperanzadas comunidades.
El trabajo en Estados Unidos implicó ganar la confianza en comunidades afroamericanas y latinas que se sienten fuera del sistema. Semanas atrás, Watkins tuvo por primera vez contacto con dirigentes políticos argentinos. El regreso a las campañas personales, de contacto directo, es un llamado de atención para la política autóctona, tan fascinada por las redes sociales. “No hablamos de mensajes de campaña, de spots, de publicidades. Al momento de movilizar a nuevos votantes hay que reconstruir respeto y confianza. La comunicación tiene que ser sincera. No se puede percibir de otra forma. Y debe ir en ambas direcciones. Tiene que ser un diálogo directo de los políticos con su comunidad. Es la única forma. Cara a cara. No hay algo más importante que afecte el voto”. Vincent Watkins enumera estas herramientas como esenciales.
En Estados Unidos, cientos de voluntarios se desplazaron para comprometer a votantes descreídos en registrarse y emitir su sufragio, en un país donde el voto no es obligatorio.
La particularidad de Watkins es que trabajó históricamente para candidatos republicanos, como George Bush, pero la política de Trump lo convenció para pasarse al bando demócrata.
El trabajo político más arduo en los Estados Unidos apareció allí donde el sueño americano es una promesa amarga, incumplida. En la Argentina, los marginados crecen a diario. El cóctel ahora es exponencial: venimos de una recesión y le sumamos la pandemia. He allí un virus sin antídoto conocido.
La ruptura con la política
Aproximadamente el 64% votó en las elecciones de 2008 entre Barack Obama y John McCain. La participación cayó a un mínimo absoluto en 2016, donde solo votó el 55%. Eran cerca de unos 100 millones de votantes los que omitían esta herramienta de expresión.
El aumento de la participación fue una de las armas secretas de Biden.
No es que muchos condados cambiaron de signo político, sino que creció la participación a favor del candidato demócrata. Atlanta, la capital de Georgia es un buen ejemplo. Allí Biden superó el millón de votos. Bill Clinton en una memorable elección había alcanzado 800.000 votos demócratas.
El problema en la Argentina es cómo llegar a los sectores marginados. He aquí el desafío local. Se le habla predominantemente a la clase media, en un país donde la pobreza ya superó el 40%. Es decir, su público se reduce, pero las estrategias tardan en modificarse.
El contacto directo, en las comunidades, es una característica que no se tiene debidamente en cuenta en gran parte de las fuerzas políticas.
Otra limitante es la construcción de una identidad propia, con propuestas que alimenten expectativas más allá de los antípodas al macrismo o al kirchnerismo. Reconstruir la confianza con la democracia, enfrentar la soberbia del populismo, y devolver expectativas a los excluidos. Ojalá sepamos estar a la altura de las circunstancias en este año electoral.
Quizá encontremos una vacuna para curarnos del virus de la bronca, y nos encontremos reconstruyendo un país entre personas de distintos signos políticos, y creencias diversas.
Fuente: https://www.lanacion.com.ar/politica/un-asesor-biden-pone-ojo-buenos-aires-nid2615111