El Gobierno del presidente electo Manuel López Obrador está planificando proyectos de desarrollo en el sur del país.
El presidente electo de México, Manuel López Obrador, quien asumirá su mandato el próximo sábado, 1 de diciembre, luego de casi seis meses de transición desde las elecciones, negocia con Estados Unidos un plan de inversiones y desarrollo que permite absorber gran parte del flujo de migrantes centroamericanos en el sur del país.
La negociación interesa, además del sur de México, también a El Salvador, Honduras y Guatemala, desde donde provienen la gran parte de migrantes ilegales que intentan entrar a Estados Unidos, algunos organizados en caravanas que ya han llegado a la frontera con la gran potencia global.
Consciente de que la respuesta al problema no son las vallas ni el endurecimiento de las políticas migratorias, el futuro Gobierno mexicano intenta ablandar los proyectos de ayuda a la región como el plan Alianza por la Prosperidad, que actualmente recibe un tercio de los 600 millones de dólares que los Estados Unidos han destinado a través de la agencia USAID, debido al modo de operar de la entidad. La propuesta mexicana que está siendo negociada con el Ejecutivo de Donald Trump es incrementar este fondo hasta 1.500 millones de dólares para incluirlos en una serie de proyectos (cortinas de desarrollo) que López Obrador pretende llevar a cabo.
El futuro Gobierno mexicano proyecta transformar un millón de hectáreas en el sur del país en frutales y con ello generar 400.000 empleos. Otros dos proyectos contemplan realizar dos líneas férreas que permitirán mejorar la conexión entre las costas sobre Atlántico y el Pacífico. López Obrador estima que el país está en condiciones de absorber gran parte del flujo migratorio creando nuevas oportunidades de trabajo y de calidad de vida.