Macron incrementa el salario mínimo y adopta un tono más humilde

Macron incrementa el salario mínimo y adopta un tono más humilde

Ante las protestas de los “chalecos amarillos”, el presidente de Francia aplicó un paquete de medidas destinadas a incrementar el poder adquisitivo.

Luego de semanas de manifestaciones y choques con las fuerzas del orden durante las protestas del movimiento conocido como los “chalecos amarillos” (por el chaleco reflectante que deben llevar los conductores de vehículos en el país) con las fuerzas del orden, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha reaccionado respondiendo a algunas de las demandas y cambiando el tono al abordar el tema. Ayer el presidente galo anunció un incremento de 100 euros del salario mínimo y quiso disculparse por las actitudes que en estas semanas han herido a los protagonistas de estas protestas sociales y a gran parte de los franceses. Apenas el 28% de los encuestados apoya la gestión de un presidente que ha ninguneado en todo momento a los manifestantes y los ha tratado de “vagos”, de personas que se oponen a los cambios o “que no son nada”.

La protesta se origina por las dificultades económicas de las familias a las que les cuesta llegar a fin de mes. Luego de quitar un impuesto a los grandes patrimonios, considerado necesario para la reactivación económica del país, la rabia de los “chalecos amarillos” estalló con el incremento de un impuesto a los combustibles que golpeaba a los asalariados con menores sueldos. Macron, por otra parte, se ha rodeado de tecnócratas que enfrentan el freno actual a la economía del país, que además se resiente de un elevado gasto público, según el manual clásico neoliberal que acentúa las desigualdades sociales pese al notorio desgaste del poder adquisitivo de los asalariados. Hacía años que el país no vivía una protesta social tan masiva, a la que se han unido multitudes de jóvenes estudiantes, que ha derivado en una violencia a la que se ha respondido con una represión implacable. Es tan masiva la protesta que ni siquiera cuenta con una estructura organizativa, es convocada por las redes sociales y no es fácil por tanto saber quiénes son los interlocutores.

Macron dispuso el incremento del salario mínimo y también de la desgravación de las horas extras de las contribuciones sociales, haciendo que suba su valor bruto. Además, no pagarán un impuesto que financia la protección social los jubilados que cobren menos de 2 mil euros mensuales y solicitó a los empresarios una prima para sus trabajadores libre de impuestos.

El presidente declaró un estado de excepción económica y social. En un discurso de 13 minutos difundido por televisión adquirió un tono más conciliador reconociendo errores, que contradice el estilo más cercano a la soberbia con el que ha encarado su gestión. Se hacen evidentes dos cosas: la primera es que la receta clásica, de incrementar los ingresos de los más tienen para reactivar la economía, no suele mostrar serias evidencias empíricas: hacer más eficiente el gasto público, reducirlo, pero al mismo tiempo haciendo que pague más quien más tiene es un camino más equitativo. La segunda es que sin la necesaria humildad es complicado llegar a nuevos pactos sociales con los cuales afrontar la complejidad de economías que han dejado de ser sustentables. Más que parches técnicos, se necesita rever cómo conciliar justicia social con crecimiento. La idea de que los ricos, porque beneficiados son la solución técnica al problema comete el error de olvidar que la misma teoría económica que postula tal solución, se empeña en alabar y fomentar utilitarismo y egoísmo individualista. Difícil por tanto que ese contexto pueda responder al inmenso desafío de humanizar la economía.

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