Los perros y la pesadilla de los petardos

Los perros y la pesadilla de los petardos

Navidad y Año Nuevo son un momento de fuerte estrés para los perros, que sufren mucho por el ruido de los fuegos artificiales y las explosiones, que sus oídos híperdesarrollados amplifican.

La escena se repitió anoche, luego de que a lo lejos se festejó un triunfo futbolero con fuegos artificiales. Un ruido apenas perceptible debido a que estábamos viendo una película. Sin embargo, Antonia, nuestra perra, se subió espantada al sofá y comenzó a mirar hacia la proveniencia de las explosiones temblando como una hoja. Costó calmarla.

El tema es que lo perros detestan y se asustan por los petardos. “Lo que siente un perro cuando escucha un petardo es como un ataque de ansiedad o de pánico para un humano”, afirma en el diario El País el presidente del Colegio de Veterinarios de Cádiz, Federico Vilaplana, que observa desde hace años los efectos que la pirotecnia sobre los perros: “Sufren de forma desmedida cuando explota un petardo cerca de ellos… O lejos, ya que pueden sobresaltarse por petardos a 500 metros”, explica el experto.

La cuestión depende de la gran capacidad auditiva de los perros. Si las personas, a veces, le temen a los petardos, con los perros ocurre algo similar, pero en forma muy amplificada. Sus sentidos están preparados para recibir una cantidad determinada de información. Cuando esta se sobrepasa les duele.

Según los expertos, la explosión de un petardo para un perro es traumática, en algunos casos puede inducir al animal a morderse hasta el hueso, pues no saben qué hacer y se lastiman gravemente. Su instinto de supervivencia les genera estrés ante un ruido repentino y explosivo. Algunos dueños de perros habrán notado que no les molesta un determinado ruido como la aspiradora o la cortadora de pasto, sin embargo huyen asustados por un ruido metálico como la caída al piso de una olla u otro tipo de objeto. Este mecanismo ancestral ha garantizado la supervivencia durante miles de años y es lo que produce el estrés, aclaran los investigadores del fenómeno.

Esta percepción de peligro, a la que asocian el ruido de un petardo, los lleva a perder el control. Pueden llegar a buscar refugio saltando de un balcón o una ventana o si están en la calle pueden terminar atropellados. “En otras ocasiones, se produce una conducta de inmovilización, generalmente acompañada de temblores intensos”, señala Vidal graficando el comportamiento de nuestra Antonia.

Las diferentes especies caninas reaccionan de diferentes maneras. La Universidad de Ciencias de Oslo asegura que razas como Pointer, Gran Danés, Bóxer y Crestado Chino temen menos a los petardos. Asimismo, a medida que envejecen crece el miedo. Es posible acostumbrarlos a los disparos, como en el caso de los perros de caza, sin embargo, conviene prevenir las situaciones evitando el paseo que los podría exponer a esa experiencia. Ayudan las técnicas de relajación mediante un ambiente tranquilo y los masajes (que los perros disfrutan particularmente).

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