Desde el Poder Judicial se rechaza la reducción del sueldo que el flamante presidente pretende aplicar a todos los funcionarios públicos.
Luego de una larga, demasiado larga, transición de cinco meses, este sábado asumió como presidente de México Andrés Manuel López Obrador, conocido por la sigla AMLO. El mandatario estableció como prioridades: la reducción de la escandalosa pobreza, que afecta al 44% de los más de 120 millones de habitantes, de los cuales el 6% vive en la indigencia, la lucha contra la corrupción y la violencia. Esta última, ha alcanzado en el país un nivel histórico de intensidad, con 26 mil homicidios durante el año pasado. A éstos, hay que agregar los desaparecidos, que el Estado cuantifica en unos 27 mil, pero las organizaciones de derechos humanos cifran en unos 50 mil.
López Obrador sabe que existe un vínculo entre corrupción y criminalidad, con jueces y funcionarios públicos cómplices de los delincuentes. Por ello, el mandatario propone una vuelta de hoja con respecto al pasado, pero “tolerancia cero” de aquí en adelante.
La presentación de su plan de gobierno ha incluido numerosas promesas que ahora deberá cumplir. Lo acompaña el 63% del apoyo popular y la mayoría en el Congreso, donde su partido (Morena) lo podrá proveer de las herramientas legislativas necesarias.
El primer escollo a su gestión es el rechazo del Poder Judicial a la iniciativa de reducir los sueldos de los funcionarios públicos. Además de reducir su sueldo, AMLO estableció que nadie puede ganar más que el presidente de México, es decir unos 5.300 dólares por mes. Los magistrados han tomado iniciativas solicitando el amparo judicial al considerar la medida perjudicial para su autonomía. Comenzó por tanto una pulseada política en la que los jueces intentarán llegar a una forma de autoregulación interna. Los magistrados reconocen que existe nepotismo y manejos irregulares en el plano profesional y negocian un acuerdo general que permita avanzar en la carrera en base a méritos.
Habrá que ver entonces si López Obrador ha encontrado quien puede contener el impulso con el que quiere renovar el Estado ante los desafíos a los que se enfrenta el país o si su capacidad política podrá sortear este primer obstáculo.
