La verdadera historia de ese niño en la maleta

La verdadera historia de ese niño en la maleta

Difundida para manipular la opinión pública contra el Gobierno de Siria, en realidad, la imagen muestra el momento en que los civiles son rescatados de ser rehenes de los terroristas.

La foto ha sido utilizada por los grandes medios de prensa para graficar los sucesos dramáticos de Ghouta, en las afuera de Damasco, donde supuestamente el ejército sirio y sus aliados rusos, bombardean a yihadistas y civiles en forma indiscriminada.  La cabeza del niño de una familia que busca refugio se asoma de una maleta. Desde hace semanas, imágenes de este tipo siguen siendo difundidas en el intento de presentar bajo una luz negativa al presidente sirio Bachar al Asad como una suerte de carnicero despiadado. Lo medios las aceptan convencidos de que la sensibilidad de la gente permitirá llegar a su público, más allá de que en el medio aparecen fotos de otros escenarios, entre ellas de víctimas, por ejemplo, del Isis, sin reparar que están aceptando una versión de los hechos que se acomoda a los intereses de quienes han suscitado, alimentado y financiado la guerra, la destrucción y la muerte en Siria.

Por ello, callan la verdadera historia de esta foto. El niño en la maleta es parte de al menos otros 15.000 refugiados que abandonaban la aldea controlada por los yihadistas de la Legión Raham y de Tahrir Al Sham, grupos de Al Qaeda –el gran enemigo de Occidente– activos en Ghouta. Los civiles pueden huir porque por primera vez en años han tenido la oportunidad de poner a salvo sus vidas del régimen de locura impuesto por los terroristas que los han amenazado y usado como escudos humanos. Y eso ha sido posible gracias a la ofensiva del Ejército regular de Siria y de sus aliados rusos que han abierto un corredor humanitario.

Según estima la ONU, más de 40.000 civiles han podido escapar de los terroristas gracias por estos corredores, hoy atendidos por la Medialuna Roja, centros y refugios preparados por el Gobierno de Asad.

Los refugiados pudieron contar cómo los yihadistas secuestraban las ayudas humanitarias, no permitían a los civiles alejarse de las zonas de combate y amenazaban con asesinar al que lo intentara.

La razón por la que nos debe conmover la imagen de este niño, son por tanto otras y diametralmente opuestas: pues esta gente ha sido rescatada de las manos de asesinos mercenarios, amparados por una vergonzosa cortina de humo que los medios contribuyen a difundir.

El doble estándar está alcanzando niveles realmente ofensivos para cualquier democracia que pretenda formar la opinión pública de su población sobre la base de una información mínimamente objetiva. Los Gobiernos occidentales callan ante el ataque ilegítimo e injustificado de Turquía a Siria, donde en el norte del país acaba de conquistar la ciudad de Afrin, en la zona curda. Las fuerzas turcas, respaldadas por los rebeldes sirios, se han hecho con la localidad luego de semanas de bombardeo, mientras la atención del público era desviada sobre los ataques en Ghouta.

La intervención turca tiene por objetivo asegurarse neutralizar a las milicias curdas que, hasta hace poco, eran los héroes que luchaban contra el Isis en Siria, con el respaldo de la coalición guiada por los Estados Unidos. Sin embargo, luego de ser “usados”, una vez más, han sido abandonados por la Casa Blanca. Turquía recela de la formación de una autonomía curda, porque considera que los curdos sirios son aliados de los curdos turcos, del partido PKK, considerado como terrorista. Sin embargo, el ataque en el norte sirio, no deja de ser una invasión sin justificación alguna de un territorio bajo soberanía de un gobierno legítimo.

Mientras los medios presentaban el “horror” de Ghouta, no aparecieron imágenes de los cientos de muertos provocados por los ataques turcos en Afrin. Entre ellos, los del hospital local, el único, donde perecieron al menos 15 pacientes. Pero como Turquía es un aliado de la OTAN y es funcional a la política de arrasar con el gobierno de Siria, por deseo de los aliados sauditas de Washington, todo se puede tolerar.

Todas las bombas son iguales, pero algunas son más iguales que otras.

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