La marcha docente desde adentro

La marcha docente desde adentro

Algunas impresiones sobre la manifestación de los maestros en la Ciudad de Buenos Aires.

Confieso que hacía mucho tiempo que no asistía a una manifestación como la marcha docente del 6 de marzo.

Invitado por un amigo que asistía con compañeros de escuela afiliados a un sindicato, me sumé a un micro que nos trasladó hasta la Plaza del Congreso, lugar de concentración de los manifestantes.

Allí, bajo un sol radiante, me encontré con una multitud bulliciosa, conformada por personas de distintas fuerzas políticas, de diferentes corrientes sindicales, y de varias provincias. No pude dejar de maravillarme por el esfuerzo que seguramente habían hecho los maestros formoseños, santafesinos, sanjuaninos, que habían recorrido muchos kilómetros para hacerse presentes.

La marcha fue maravillosa

Tal vez resulte extraño que use ese término, pero así es como lo siento, por varias razones. En primer lugar, porque fue una manifestación democrática y pacífica. Había muchísima gente, con visiones e ideologías distintas y, sin embargo, allí estaban caminando, cantando, aplaudiendo, ejerciendo el derecho a expresarse sin violencia.

También fue maravillosa por el respeto y el cuidado hacia quienes necesitaban atravesar la calle por la que avanzábamos. En varias ocasiones vi manifestantes deteniéndose para dejar pasar personas, familias, motoqueros (que a su vez, bajaban de las motos y las llevaban caminando para evitar accidentes).

Maravillaba ver personas de todas las edades y condiciones sociales que adherían a la manifestación: docentes jubiladas, personas muy mayores, familias con niños (una mamá a mi lado empujaba un carrito, mientras el papá alimentaba con yogur a su bebé), personas en silla de ruedas y muchos, muchísimos jóvenes…

También fue lindísimo encontrarse con colegas, ex compañeros, ex alumnos. Y compartir no solo la alegría del encuentro, sino la de estar allí, juntos, luchando por todos.

Y maravillosos fueron algunos momentos de mucha emoción, como cuando pasamos frente al hotel Bauen, empresa recuperada cuyos trabajadores, en lucha desde hace 15 años por su expropiación, cantaban y aplaudían mientras eran vitoreados por quienes marchábamos.

O como cuando, al final, cantamos el himno nacional argentino a viva voz. Porque, para mí, como seguramente para muchos, haber estado allí fue reafirmar el compromiso para construir una Argentina con justicia social.

Nada menos…

 

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  1. Realmente fue una marcha significativa, un pueblo heterogéneo unido detrás de una causa, la dignidad. Lejos de asistir al espectáculo de un pueblo abatido o quebrado por las contrariedades o enfurecido por la manipulación, fue la muestra de un pueblo que necesitaba, deseaba y hambreaba encontrarse en una exteriorización festiva y solidaria, como demostración de un designio sagrado de libertad, democracia y protagonismo. Fue un acto de presencia potente con una profundo mensaje que debe ser correctamente interpretado, so pena de quedar descolocados; NO NOS VAN A DIVIDIR, ESTAMOS TODOS, TODOS SOMOS UNO, UNO SOMOS TODOS MÁS ALLÁ DE LAS DIFERENCIAS.

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