Javier García Herrero supo combinar armoniosamente su vocación como focolarino con su pasión por la fotografía, arte que se transmite en un instante.
La película de su vida comenzó 65 años atrás en Mercedes, provincia de Buenos Aires, y al día de hoy las imágenes que componen esa historia son de las más variadas. Tanto las que hablan de su propio recorrido como las que ha ido produciendo desde chico, al descubrir su pasión por la fotografía.
Siendo el mayor de cinco hermanos, conoció el Ideal de la Unidad en su adolescencia y ya por aquel entonces asumía el rol de retratar momentos de aquellos encuentros con los jóvenes del Movimiento de los Focolares. Poco a poco, y de la mano con su elección vocacional como focolarino, Javier García Herrero fue desarrollando su talento con una cámara en mano.
Como un repaso de las primeras páginas de aquellos álbumes de la juventud, recuerda: “Cuando de joven hice la experiencia en la Mariápolis Lía teníamos un laboratorio de fotos donde revelábamos los negativos. Mientras me preparaba para viajar a Loppiano, Italia, para la escuela de focolarinos, estudiaba óptica en Buenos Aires y trabajaba en Ciudad Nueva, precisamente sacando y revelando fotos en el laboratorio que habíamos armado a tal efecto. José María Poirier hacía las entrevistas y yo tomaba las fotos. La editorial tuvo mucho que ver en mi desarrollo, porque allí empecé a sacar fotos más seriamente, comencé a perfeccionarme. De hecho en Loppiano, como había tenido la experiencia previa en Ciudad Nueva junto a José María, quien ya estaba en la ciudadela italiana, también me dediqué a la misma tarea, haciendo trabajos para todo el mundo, sobre todo cuando Chiara Lubich iba a Loppiano. La fotografía, que hasta entonces era un hobby, se había convertido en un trabajo. Incluso a mi regreso a Buenos Aires, ya como focolarino, volví a desempeñarme en Ciudad Nueva durante cerca de 14 años”.
–¿Cómo fue tu llegada al Centro Santa Chiara (CSC), el centro audiovisual del Movimiento de los Focolares?
–Después de aquella experiencia en Ciudad Nueva se necesitaba personal en el CSC, entre otras cosas para seguir a Chiara en sus viajes. Pero más que un fotógrafo, se precisaba un camarógrafo de video, tarea que también debí aprender de manera profesional, lo mismo que realizar producciones televisivas.
Ese periodo, acompañar a Chiara en los diez últimos años de su vida, formando parte de su “staff”, me marcó profundamente y sería todo un capítulo para ampliar en otro momento.
Por amistad con otros colegas fui llamado a colaborar en producciones importantes junto al CTV (Centro Televisivo Vaticano). Por ejemplo en la transmisión directa mundial cuando Benedicto XVI dejó el pontificado, la última imagen suya que el mundo vio como Papa es la de mi cámara (fue emocionante para mí encontrarla en cadenas como BBC, CBS, CNN). Como también cuando participé en la primera transmisión en vivo mundial de la historia realizada en 4K, cuando Francisco proclamó santos a Juan Pablo II y Juan XXIII. Fueron experiencias profesionales que forjaron mi formación técnica.
Pero eso me llevó a dejar la fotografía, que retomé hace pocos años, otra vez como hobby.
–¿Hay algo que te guste retratar más?
–Cuando la naturaleza te sorprende, da gusto. Pero más que paisajes clásicos me gusta por ejemplo pasar toda una noche esperando el amanecer o sacando el movimiento de las estrellas, cosas más locas. Pero es una pasión. Lo hago porque es una necesidad personal, un cable a tierra. Moriría si paro de sacar fotos, en el sentido de que lo necesito como recreación, como quien ama el fútbol y no puede estar sin patear una pelota, aunque esté viejo. Es como un pintor, que pinta hasta el último día. Yo seguramente me moriré con una cámara de fotos al lado. Incluso es algo espiritual, porque cuando no tengo la cámara a mano y estoy viajando y miro por la ventanilla algo que me gusta, una situación de luz, una persona, la forma arquitectónica de una construcción, es como si sacara la foto con el ojo. Me detengo y encuadro, aunque no termine siendo una foto. Lo tengo incorporado. Algún día me encontraré con todas esas imágenes…
–Hoy hay teléfonos que sacan fotos de altísima calidad y muchas veces nos lleva a querer retratar cada momento, casi abusando de la herramienta y haciendo que nuestra vida pase por un lente más que vivenciarla realmente. ¿Cómo ves esa tendencia de hoy con el verdadero sentido de la fotografía?
–Es un abismo entre lo que es la herramienta y el sentido de la foto. Obviamente que si sabés aprovechar una buena cámara será de buena ayuda, pero no es lo que hace al fotógrafo. Porque con una cámara simple, o incluso con una foto que técnicamente pueda estar algo desenfocada, quizá podés transmitir más que con una técnicamente perfecta. Es una cosa que la tenés que pensar adentro, no es la máquina la que saca. De hecho, el equipo que tengo es bastante básico, nunca gasté demasiada plata para sacar fotos. No hace falta.
–¿Cómo te sentís cuando te das cuenta de que se te escapó “la” foto?
–A veces te da rabia. Siempre evalúo cuál puede ser el mejor lugar y el momento justo, pero a veces me doy cuenta de que me equivoqué. O me ha pasado de perder una oportunidad por una distracción y había sucedido algo que hubiera estado bueno retratar. Cuantas más fotos sacás, más te arrepentís de haber hecho tal o cual cosa. Pero no lo vivo como un drama, la vida está llena de ocasiones.
–¿Sentís que la foto puede ser un canal para transmitir un mensaje, por ejemplo del Ideal de Chiara?
–Es un instrumento que puede ser usado también para dar un mensaje. Por ejemplo, viviendo en Roma, desde hace tiempo estoy buscando entre mis fotos material para hacer un video sobre una meditación de Chiara: “La resurrección de Roma”. Es un caso en el que con las fotos puedo ayudar a transmitir algo.
–Estuviste mucho tiempo acompañando a Chiara en sus conferencias y viajes. ¿Era de preocuparse por la imagen que se transmitía?
–Chiara siempre se preocupaba por que el trabajo estuviera bien hecho. Por ejemplo, ella era consciente de que tenía que mirar a la cámara para que el que viera ese video la mirara a los ojos. No es que estaba pendiente del encuadre, pero entendió que la imagen tenía su valor para transmitir. Le gustaba que nos perfeccionáramos, que se buscara lo mejor como iluminación, como técnica, porque el resultado tenía que ver con el contenido, con la forma.
–Teniendo en cuenta que la fotografía es un instante, ¿puede encontrarse una similitud con el significado de estar anclado en el momento presente, como invitaba Chiara?
–Nunca me puse a reflexionar esto, pero se entiende que vos tenés que capturar una imagen y si no te decidiste o dejaste pasar la situación, no está más. Lo mismo en la vida, tenés que amar a una persona y si no lo hiciste en ese momento, perdiste una ocasión, una oportunidad. No es que me lo propongo, pero confrontar la fotografía con la vida, con el presente, se da de por sí.
–¿Hay algo puntual que buscás cuando pensás una foto?
–Creo que es la armonía de la forma, del color… que se puede encontrar en la realidad y en las fotos, ver lo que muchos no ven. Por ejemplo, me pasa de calcular la hora en que la luna puede llegar a pasar por detrás de aquella cúpula y yo me levanto a esa hora para sacar esa foto. Otro quizá ni se dio cuenta de que había luna llena.
–Hay que tener una sensibilidad especial para captar lo distinto en una situación cotidiana…
–Sí, me doy cuenta. Es algo relacionado más con el arte, con la armonía de los elementos que se combinan. Es un poco como la tarea de un pintor, aquello que tiene en la mente lo expresa en un cuadro. Si bien es diferente de pintar un cuadro, con la foto sucede que eso que tenés dentro se arma en la visión, en el encuadre. Es como si las cosas estuvieran moviéndose hasta que ves la imagen justa para sacar. Es un todo, cada elemento está en relación con lo demás.
–Hoy tenés un sitio web donde está tu material. ¿Cómo surgió esa idea?
–Saco fotos desde siempre, se iban acumulando y cada vez que alguien me pedía alguna tenía que encontrarla, copiar y mandar. Entonces opté por ordenarlas y subirlas a una web. Allí cada uno podrá descargar la que quiera. Era más que nada para no tenerlas para mí. Pero está todavía en rodaje, tendrá que mejorar…
¿Si me las pueden robar? Si se da, lejos estoy de hacer un juicio. Las pongo a disposición del otro. Claro que no me gustaría que fueran usadas comercialmente, pero si es para distribuirlas y para que se conozcan, bienvenido sea.
–¿Te sentís agradecido a la fotografía?
–Sí, la fotografía me regaló la búsqueda de la armonía. Y el conocimiento técnico que fui incorporando me ayudó a sacarle jugo. Pero sobre todo es ese hecho artístico, un modo de expresarme que me da gusto.
Su historia es como la frase del fotógrafo francés Henri Cartier-Bresson, que no de casualidad se lee cuando uno ingresa al flamante sitio web de Javier: “Sacar fotos es colocar la mente, el ojo y el corazón en un mismo eje. Es un estilo de vida” ·
Para visitar el sitio de Javier, ingresar a https://javier-garcia-fotos.jimdosite.com/
Artículo publicado en la edición Nº 627 de la revista Ciudad Nueva.
Hermosa nota y la relación de Javier con la fotografía. Vale la pena ver la producción en su página web