Los Juegos Olímpicos están llegando a su fin y aquí les proponemos un breve recorrido por el magisterio de la Iglesia en el ámbito deportivo.
El papa Pío X fue el primer papa en recibir en el patio de San Dámaso a un grupo internacional de deportistas católicos en 1905. A lo largo de su pontificado pronunció 5 discursos sobre el deporte y las lecciones que enseña la montaña (en su juventud fue montañista). Al papa Pío XII lo llamaron “el amigo de los deportistas”, decidió instalar un gimnasio en el Vaticano. En su pontificado se pueden atribuir 20 discursos relacionados al deporte. En el pontificado de Juan XXIII encontramos 9 discursos en ocasión de la visita de algunos deportistas o en relación algunos eventos deportivos. Pablo VI dirigió 65 discursos relacionados con el deporte, el magisterio de Juan Pablo II encontramos 120 discursos a lo largo de su pontificado, él fue quien instituyó en el año 2004 la sección “La Iglesia y el Deporte” en el Consejo Pontificio para los Laicos. En los discursos de los dos últimos papas también, Benedicto XVI (quien afirmó que el deporte ayuda a la fraternidad y la solidaridad entre las personas) y Francisco, encontramos una gran cantidad de mensajes en ocasión de los juegos olímpicos y paralímpicos, la Eurocopa, los Mundiales y otros eventos deportivos.
En junio del año 2018, el dicasterio para los laicos, la familia y la vida presentó el documento “Dar lo mejor de uno mismo”. Documento sobre la perspectiva cristiana del deporte y la persona humana. Para esta ocasión, Francisco expresó: El deporte es un lugar de encuentro donde personas de todo nivel y condición social se unen para lograr un objetivo común. En una cultura dominada por el individualismo y el descarte de las generaciones más jóvenes y de los más mayores, el deporte es un ámbito privilegiado en torno al cual las personas se encuentran sin distinción de raza, sexo, religión o ideología y donde podemos experimentar la alegría de competir por alcanzar una meta juntos, formando parte de un equipo en el que el éxito o la derrota se comparte y se supera; esto nos ayuda a desechar la idea de conquistar un objetivo centrándonos solo en uno mismo. La necesidad del otro abarca no solo a los compañeros de equipo sino también al entrenador, los aficionados, la familia, en definitiva, todas aquellas personas que con su entrega y dedicación hacen posible llegar a “dar lo mejor de uno mismo”.
Cabe destacar que el 25 de julio del corriente año, el papa Francisco expresó en el Ángelus: “El pasado viernes se inauguraron en Tokio los 32° Juegos Olímpicos. Que en esta época de pandemia, los Juegos sean un signo de esperanza, un signo de hermandad universal conforme a un sano agonismo. ¡Dios bendiga a los organizadores, a los atletas y a todos los que colaboran en esta gran fiesta del deporte!”
Fuente: Vivamos Juntos la Fe