La estrella de Belén

La estrella de Belén

Este fenómeno astronómico junta al cielo y la tierra. Se reedita cada año apenas iniciado. Tiene que ver con figuras varias, que convergen desde diversos puntos lejanos y se unen para homenajear a un “pequeño gran ser”.

Nos referimos a la solemnidad de la Epifanía, en memoria de los Magos que fueron de Oriente a Belén, siguiendo una bendita estrella, que los guió para visitar al Mesías recién nacido. Al final del relato evangélico se dice que los Magos «avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron a su país por otro camino» (Mt,2,1-12).

El nacimiento de Jesús se relata con cierto grado de detalle en dos de los cuatro evangelios, pero el que alude con detalle y cita a los magos, solo es Mateo al inicio del segundo capítulo. Narra uno de los episodios más bellos de la primera etapa de Jesús, que inspiró a todos por igual independientemente de sus creencias. No en vano aluden a este “Homenaje de los magos”, poetas, pintores, escultores. 

Estos sabios (magos), procedentes de regiones lejanas, después de haber viajado mucho, encuentran a quien querían conocer y rendir homenajes. Y cuando llegan a destino, se postran ante el Niño, lo adoran, le ofrecen sus preciosos regalos. Después de eso, se pusieron en marcha de nuevo sin demora para volver a su tierra, pero ese encuentro con el Niño los ha cambiado. El encuentro con Jesús no detiene a los Reyes Magos, sino que les da un nuevo impulso para volver a su país, para contar lo que han visto y la alegría que han sentido.

Desde la noche de los tiempos, la contemplación de las estrellas fascina a hombres y mujeres de todas las religiones y culturas. Las estrellas hablan de Dios y del destino de la humanidad. La aparición de nuevas estrellas son asociadas a personas y acontecimientos que marcan diversos parteaguas en la historia.

Mateo narra en este episodio algo que luego resalta a lo largo de todo su Evangelio: Jesús es el heredero de las promesas de Israel, pero también de la esperanza de los pueblos de todos los pueblos de la tierra. Es el Mesías-Rey e Hijo de Dios, pero se revela en la humilde fragilidad del niño, hijo de María. 

Tal como afirmamos en ¡Santa conjunción!, el astrónomo Johannes Kepler escribía en 1614 “la ‘estrella de Belén’ en la historia bíblica de los tres reyes magos, bien podría haber sido una rara triple conducción de Júpiter, Saturno y Venus”. Esto podría haber generado un punto de luz muy brillante en el cielo que brillara durante algunas noches. Dada la inminente reedición de un fenómeno similar y absolutamente excepcional, previsto entre el solsticio del 21 de diciembre y  la Navidad de 2020, intuimos que quizá nos haga elevar nuestras miradas de los telefonitos hacia el cielo, como para percibir parte de esta luminosidad.

Ojalá el paso de esta conjunción logre hacernos salir de nuestros aislamientos y temores, y parte de la luminosidad nos dé fuerzas para seguir adelante en estos tiempos curiosos, donde debemos estar más cerca que nunca unos de otros, al menos en términos de fraternidad, respetando los 150 o 200 centímetros. Aún así, podemos seguir ofreciendo nuestros corazones, tal como si fueran oro, incienso o mirra.

Que la estrella nos ilumine, no sólo a nosotros, sino a todas las ciudades Urbi et orbi.

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