Lo sostiene el iniciador de la Economía del Bien Común, movimiento que reúne a 2.200 empresas de 40 países y también gobiernos municipales y entidades públicas.
Si bien no es economista, el austriaco Christian Felber tiene muy claro que el rumbo emprendido por el capitalismo no lleva a ningún lado. ¿Qué hacer?
Luego de años de análisis ha llegado a la conclusión que un modo para torcer ese rumbo es volver a recuperar la economía como ciencia social orientándola hacía la construcción del bien común y no a maximizar ganancias.
Felber explica en sus giras, en este momento por Chile, que la ciencia económica, para ser tal, debe concentrarse en mejorar la convivencia social y tener presente el ambiente. Ese, en efecto, es el significado de la palabra economía, del griego oiko nomós (reglas para la casa). Cuando se dedica sólo a ganar dinero, lo que tenemos es otra cosa, la que Aristóteles llamaba chrematistike, el arte de hacer dinero.
En efecto, insiste Felber, los parámetros que utilizamos para medir los resultados económicos están todos orientados a medir la eficiencia con la que ganamos dinero pero sin preguntarnos por otros parámetros. El PBI, en efecto no considera si ese dinero es obtenido en modo justo o injusto (la Unión Europea incluso considera el resultado de las actividades ilegales), si ese sistema de producción de bienes cuida el medio ambiente, si los salarios son dignos… Entonces ¿cómo podemos hablar de desarrollo?
La Economía del Bien Común es su propuesta a la que han adherido en pocos años 2.200 empresas de 40 países cansadas de medir sus resultados sólo desde los resultados monetarios. El balance que realiza este sistema recurre al cruce de diferentes parámetros, como los que mencionamos más arriba.
Al proyecto han adherido también gobiernos locales, municipales o provinciales deseosos de ajustar la economía local a esta visión, al tiempo que numerosas universidades e investigadores avanzan en el estudio de los aspectos teóricos del proyecto.
El resultado de este sistema puede introducir criterios democráticos en las opciones económicas de las empresas al crearse una suerte de sello indicador de si una empresa respeta o no ciertos parámetros. Por ejemplo, un sello que indica que, además, esa firma evades impuestos o recurre a paraísos fiscales.
Felber presentó su propuesta a un interesado auditorio reunido en el edificio del ex Congreso en Santiago de Chile, con la presencia de autoridades de Gobierno, que además apoyan su propuesta. “Muchas cartas constitucionales, enuncian que la economía debe usar el capital como un medio y no un fin”, explica Felber invitando a recuperar esta dimensión y obligando, de este modo, a los economistas a repensar las teorías económicas desde otro enfoque, más abierto a los valores éticos.
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