Boca igualó 2 a 2 frente a Palmeiras en Brasil y jugará la serie decisiva para ver quién será el campeón de América. Allí lo espera River, aunque la Conmebol anunció que el sábado se sabrá si dará lugar al reclamo de Gremio por el incumplimiento reglamentario por parte de Marcelo Gallardo.
Boca pisó fuerte en Brasil, conservó la ventaja de dos goles que había sacado en la Bombonera y con un empate 2 a 2 frente a Palmeiras clasificó a la final de la Copa Libertadores. El sueño de alzar por séptima vez el trofeo continental está más cerca y el festejo viajó inmediatamente desde San Pablo a La Boca y rebotó hacia todo el mundo.
Claro, la repercusión que tiene esta clasificación se acrecienta porque en la final lo espera nada menos que River. Sí, el superclásico argentino definirá la Copa Libertadores. Un hecho histórico, inédito y atrapante no sólo para quienes visten el azul y amarillo y rojo y blanco sino para todos los amantes del fútbol mundial. Se sabe que este choque es uno de los más importantes del planeta, el que atrae a turistas de todo el globo y una instancia decisiva como ésta potencia aún más la expectativa.
No obstante y a pesar de la algarabía y nerviosismo que ya empezó a recorrer el cuerpo de xeneizes y millonarios, hay incertidumbre fundamentalmente por el lado del equipo de Núñez. La Conmebol, que inmediatamente terminado el partido de anoche publicó en su cuenta oficial de Twitter que Boca y River jugarán la final, puso un manto de duda con un siguiente posteo que hacía referencia a que la Unidad Disciplinaria del organismo atenderá el reclamo que hiciera Gremio por la actitud de Marcelo Gallardo de no cumplir con la sanción impuesta de no poder tener contacto con sus jugadores durante la semifinal en Porto Alegre y que, por tal acción, “influyó” en el resultado final del encuentro.
(*) Sujeto a la decisión de la Unidad Disciplinaria respecto al reclamo de @Gremio.
— CONMEBOL.com (@CONMEBOL) 1 de noviembre de 2018
Teniendo en cuenta que ese tuit “aclaratorio” se publicó casi dos horas después del primero, pareció más a una cuestión protocolar y de “respeto” al pedido de Gremio que a una opción realmente concreta.
¿La Conmebol se animará a un fallo de semejante peso? ¿Habrá Gallardo influido realmente en el desarrollo y desenlace del partido por haber ingresado al vestuario en el entretiempo del partido con Gremio? ¿La Conmebol querrá perderse el negocio que puede significar una definición que acapara la atención del mundo futbolístico?
La sensación es que no prosperará el reclamo, aunque no queda alternativa que ser prudentes. Así y todo, hinchas planean las próximas semanas, cómo será el primer partido en la Bombonera y la definición en el Monumental, quién llega mejor, cómo pesarán los recientes antecedentes de superclásicos por torneos domésticos, etc.
Que los dos equipos más importantes de la Argentina hayan llegado a esta instancia hay que celebrarlo. Debe ser una verdadera fiesta del deporte. Y vivirla como tal, en la que no haya lugar para la violencia, ni adentro ni afuera de la cancha, ni en el campo de juego ni en los micrófonos de los medios. Es la gran final, la súperfinal, y hay que disfrutarla. Decisión de la Conmebol mediante.